El cambio en las dinámicas de poder en el orden internacional del siglo XXI, sugiere el análisis de la utilización de recursos de poder no convencional por actores no tradicionales. Tal es el caso de la República Popular China, la cual en los actuales momentos se perfila como una potencia emergente que bajo los principios del “Desarrollo Pacífico”, “Multilateralismo” y “País grande con responsabilidades”, remueve los cimientos del orden internacional habitual. La incorporación del poder blando como elemento principal de su comportamiento internacional, en especial en América Latina, nos permite aseverar la existencia de un poder blando con particularidades chinas, el cual se haya constituido no solo por la cultura y política exterior del dragón rojo, sino también por la alianzas estratégicas que en materia económica ha emprendido dentro de la región.