China enviará próximanente a su ministro de Defensa a Hanoi, para una reunión de jefes de esa cartera de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ANSEA) y otros ocho países invitados. Dicha ocasión podría atestiguar el primer apretón de manos entre los máximos responsables militares de China y EEUU, luego de que los lazos castrenses bilaterales se vieran alterados en enero, cuando Washington decidió vender un paquete de casi 6.400 millones de dólares en armas a Taiwán. (Por Li Hongmei).
Pero el tema del mar de la China Meridional, si bien encabeza la lista de intereses estadounidenses, ha quedado fuera de la agenda china para el foro. China insiste en que el diferendo por dicha zona geográfica no es de la competencia de la reunión de la ANSEA y sus ocho invitados.
Se espera que el Tío Sam, una vez más, insista en acercar la sardina a su brasa, procurando ubicar este conflicto limítrofe en el fuero de la Corte Internacional de Justicia, a la vez que pugna por congraciarse con las naciones de la ANSEA y trata de distanciarlas de China.
El mes pasado, el presidente de EEUU, Barack Obama, dijo a los líderes de las naciones del Sudeste Asiático que su país tiene“enormes intereses” en la región, donde se prepone desempeñar un papel de líder, con lo cual les expresó de modo explícito que Washington procurará el “realineamiento” con la ANSEA en Asia.
En noviembre de 2009, Obama se comprometió a convertirse en el “presidente estadounidense procedente del Pacífico.” Si bien buena parte del público se pudo preguntar por el significado real de dicha afirmación, pocos deben haber dudado de la sinceridad o convicción del presidente al expresarla.
De hecho, EEUU está intentando reajustar su relación con la ANSEA, especialmente tras las varias reuniones diplomáticas que se sostuvieron en su foro de Hanoi. Cuando la secretaria de Estado, Hillary Clinton, pugnaba desesperadamente por implicar a su país en los asuntos regionales e internacionalizar el diferendo del mar de la China Meridional, el significado de contar con un presidente “del Pacífico” pudo hacerse más comprensible.
Mención especial merecen en este sentido tres casos: la cumbre de Asia Oriental, el mar de la China Meridional y la península coreana. En los tres casos, EEUU ha procurado atraerse a los países de la ANSEA, a la vez que aleja a China del proceso de toma de decisiones.
El hecho de que la reunión se efectuara en septiembre en EEUU hizo patente en más de un modo la verdadera intención estadounidese de “regresar” a Asia, como parte de la estrategia que ese país ha cultivado por largo tiempo para institucionalizar y renovar su presencia en la mencionada organización regional, por medio de una “nueva arquitectura regional de seguridad y comercio en Asia.”
Por otra parte, el hecho de que la cumbre se celebrara en Nueva York, y no en Washington, y en ausencia del líder del mayor país y economía de la ANSEA, Indonesia, subrayó el hecho de que mientras EEUU apunta sin ambages hacia un involucramiento sustancial en dicho conglomerado, aún deberá andar largo trecho antes de que sus miembros se decidan a darle respaldo total. Las dificultades en este sentido, además, pueden verse multilpicadas por la tambaleante economía de EEUU y el declive de su influencia global.
En tiempos recentes, EEUU incluso ha llegado al punto de ofrecer ayuda en la elaboración de un “código de conducta vinculante” que regiría el accionar en el mar de la China Merdidional, con el fin de dar por concluido un contencioso territorial entre los miembros de la ANSEA y China que amenaza la estabilidad regional.
Más allá de toda duda, el Tío Sam estará no sólo interesado en usar su capacidad de intromisión para ayudar a conformar el documento regional, sino que además intentará que China lo acate sin chistar.
Visto desde un prisma práctico, la supuesta realineación entre EEUU y la ANSEA, tan procurada por el primero, dista con mucho de ser una realidad palpable, mostrándose como obra a medio hacer. El pacto de libre comercio que tanto anhelan los países de la ANSEA no se lo puede propiciar EEUU, debido a la creciente presión doméstica y problemas de su economía. Asimismo, la intención estadounidense de alinear a los países del Sudeste Asiático contra China y usurpar la superioridad regional de ésta, no ha pasado de ser charla vacía, pues la ANSEA no podría ni desea iniciar un conflicto con China, un gigante con el cual ha concertado un sólido mecanismo de cooperación para beneficio mutuo.
En el tablero de ajedrez del Tío Sam, todos los países de la ANSEA y China son piezas que se pueden mover a voluntad del jugador en Washington, aunque es preciso reconocer que el senil tío está sobreestimando su inteligencia, en la obstinada creencia de que no tiene oponente a su altura.
Lo triste de la situación es que, a pesar de sus glorias de antaño, el Tío Sam no tiene hoy la capacidad de repetir hazañas de juventud. Una constelación de economías muestran su empuje en el horizonte de una nueva Asia, con un diseño propio. El Tío Sam es ahora mismo un huésped que no ha sido invitado a la cena de la región, donde tiene nulas posibilidades de llevar la voz cantante y mucho menos de liderar a los que son comensales por derecho propio. (Pueblo en Línea)
11/10/2010