BEIJING, 25 oct (Xinhua) — Las fricciones comerciales entre Estados Unidos y China se han prolongado desde hace meses sin que haya señal alguna que indique su final. Cada vez está más claro que el problema reside en el enfoque unilateralista de Washington y en sus tácticas intimidatorias.
El actual Gobierno estadounidense ha mezclado estadísticas comerciales parciales y engañosas con acusaciones espúreas que apelan al sentimiento populista, algo que, de forma inadvertida, está haciendo más daño que la mera suma de ambas. Este tipo de tácticas erosionan la credibilidad del país norteamericano.
En su última acción, Estados Unidos anunció que se retiraría de la Unión Postal Universal, alegando que este tratado de la ONU ha permitido que empresas extranjeras «saquen partido» de los envíos baratos a EEUU.
Este tipo de afirmación se ha vuelto familiar estos días. Recuerda, por ejemplo, al discurso vituperante contra China que pronunció este mes el vicepresidente estadounidense, Mike Pence, en el Instituto Hudson, un «think tank» con sede en Washington.
Estados Unidos ha recurrido a acusaciones comerciales exageradas contra otras economías, incluida pero no solamente la de China, basándose en estadísticas que son, cuanto menos, parciales y pretendidamente engañosas. Citando el desequilibrio de su balanza comercial, EEUU afirma que otros países se han aprovechado durante mucho tiempo de él.
No obstante, muchos expertos han reiterado que es engañoso fijarse simplemente en las cifras del comercio visible. Si bien Estados Unidos tiene un gran déficit en el comercio de bienes, su superávit en el de servicios es enorme.
En cuanto a las fricciones comerciales, China no ha dejado de afirmar que está abierta a las negociaciones y a trabajar con EEUU para solucionarlas mediante conversaciones basadas en la igualdad y el respeto mutuo.
Se necesita una visión a largo plazo para hacer un balance de la globalización. Pese a que quizás haya habido ajustes dolorosos, todos los países, incluido EEUU, están en mejor situación hoy de lo que hubieran estado sin la globalización.
En el panorama político, el péndulo ha oscilado hacia la «realpolitik» en Estados Unidos. En vez de servir debidamente como control institucional, el actual liderazgo estadounidense ha avivado el sentimiento populista.
Es peligroso que representantes políticos sin experiencia mezclen deliberadamente cifras engañosas con la siembra del miedo para crear un ogro obviamente mítico llamado «la amenaza de China».
Además, las empresas multinacionales esadounidenses han obtenido enormes beneficios del mercado chino y mundial. La economía de EEUU ha salido de la gran recesión con la expansión del mercado de trabajo, y su posición dirigente en la cadena de suministro internacional se ha intensificado en vez de debilitarse.
La división nacional de EEUU se ha hecho más obvia, lo que indica claramente que hay un problema. Está más allá de cualquier duda razonable que Estados Unidos se ha beneficiado considerablemente de la globalización del comercio y la economía. Microsoft, Apple, Amazon y los productores de soya estadounidenses se han beneficiado del mercado chino. También lo han hecho los fabricantes de aviones y los gigantescos farmacéuticos.
El país más poblado del mundo sólo tiene de GDP per capita cerca de un quinto de lo que tiene Estados Unidos. China es apremiantemente consciente de que se ha beneficiado de la cooperación mutua con el resto del mundo. Está intentando salvaguardar los cimientos del multilateralismo del sistema global y se encuentra muy feliz de ver cómo otros países se benefician de ese mismo proceso en el camino.
La actual Administración estadounidense ha inexplicablemente inclinado el multilateralismo y sus prácticas de referencia en diplomacia hacia el unilateralismo, junto con tácticas disruptivas y egoístas. Si bien EEUU pudo obtener ínfimas ganancias temporales, las mismas no están garantizadas y podrá sufrir graves pérdidas a largo plazo. Esto representa un camino destructivo puesto en acción que es prácticamente irreversible.
Esta perspicaz persecución de la política del «América Primero» no favorece ni a la comunidad internacional ni mismo a Estados Unidos. La lógica es muy obvia. Si todos los países emularan un interés tan estrecho, egoísta y unilateral con una imprudencia sin impedimentos equivalente, entonces el único resultado a esperar sería el caos.
«La confianza en Estados Unidos ha disminuido más rápido de lo que la gran mayoría de sus ciudadanos pueden apreciar», escribió el veterano periodista Philip Bowring, residente en Asia desde hace mucho tiempo, en un reciente artículo para el South China Morning Post.
La observación debe servir como un signo para despabilarse. El enfoque unilateralista de Washington y sus tácticas de intimidación han hecho que tanto a China como otros países les cueste entablar negocios serios con EEUU. La situación también pone en juego el futuro de la globalización.
La única solución para terminar con este desorden es que Washington se siente nuevamente en la mesa a negociar, evitando politizar las fricciones comerciales y trabajando hacia una resolución amistosa de forma conjunta. Esto ayudará a EEUU a recuperar algo de confianza y credibilidad. Fin