Honrar a criminales de guerra va más allá de política bilateral

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Han pasado cuatro días desde que el primer ministro de Japón, Shinzo Abe, visitara el Santuario Yasukuni y China no dejará pasar el incidente.


Han pasado cuatro días desde que el primer ministro de Japón, Shinzo Abe, visitara el Santuario Yasukuni y China no dejará pasar el incidente.

El sábado, el consejero de Estado chino Yang Jiechi demandó a Japón que se arrepienta y corrija el error, una declaración extraña de un funcionario de alto nivel sobre un incidente.

La declaración de Yang estuvo seguida de una serie de condenas del vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores, del ministro de Relaciones Exteriores, así como de los comités de Asuntos Exteriores de la Asamblea Popular Nacional (APN), la máxima legislatura china, y del Comité Nacional de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino (CCPPCh).

En Yasukuni se honra a criminales de Clase A de la Segunda Guerra Mundial y siempre es una causa de problemas en las relaciones entre China y Japón. Cada vez que el primer ministro u otros políticos japoneses visitan el santuario, China protesta.

Este no es sólo es un asunto mundano en la política bilateral. Honrar a criminales de guerra humilla a todos los que sufrieron en esa guerra devastadora.

Nadie piensa en honrar a Hitler ni califica el enojo judío como una reacción exagerada en lo referente a Auschwitz.

Parece que esas reglas no se aplican a Japón.

Hideki Tojo, el hombre que encabezó la invasión de China y orquestó los ataques de Japón en el Pacífico ha recibido homenaje en repetidas ocasiones de parte de importantes políticos japoneses. Además de Abe, el ex primer ministro Junichiro Koizumi visitó el santuario cada año durante su periodo de 2001 a 2006.

China no es la única víctima de estos criminales de guerra japoneses.

El diciembre, no existen aniversarios importantes de la invasión de Japón a China, pero existe uno para Estados Unidos: el 7 de diciembre de 1941, el ataque contra Pearl Harbor que causó la muerte a cerca de 2.000 personas y arrastró a un país al otro lado del océano para la guerra.

Como dijo Yang, la visita de Abe a Yasukuni es una provocación a todas las personas amantes de la paz en el mundo, una flagrante agresión a la justicia histórica y a la conciencia humana y un indignante desafío a la victoria en la guerra contra el fascimo y al orden internacional de posguerra establecido con base en la Carta de las Naciones Unidas.

Naturalmente, como vecino cercano, China desea un Japón pacífico que reconozca los crímenes del pasado, honre a sus víctimas y prometa no hacerlo de nuevo.

La preocupación de China no sólo es geopolítica sino una reacción común de todas las víctimas de guerra.

El mundo entero tiene la responsabilidad de condenar a los criminales de guerra y a sus seguidores. Fi