Ideas chinas sobre Trump Xulio Ríos es asesor emérito del Observatorio de la Política China

In Análisis, Política exterior by Xulio Ríos

Más allá de la posición oficial china ante la nueva administración Trump, que bien podríamos resumir en un elocuente ¡hablemos!  expresado con claridad por el vicepresidente Han Zheng a su homólogo estadounidense Vance en la ceremonia de toma de posesión presidencial en Washington, en la academia china, los pareceres son dispares respecto a las expectativas.

La apreciación del poder de Trump emula la idea del “líder fuerte”, al estilo de Xi Jinping. En Beijing esperan que el fortalecimiento de los poderes presidenciales, al amparo del control republicano de las dos cámaras, transcurra en paralelo a la promoción de dos variables añadidas: la agenda de los ultraconservadores republicanos y el ejercicio del poder hegemónico para perseguir los objetivos de política interior y exterior.

Respecto a su equipo, hay quien identifica dos fracciones que otros elevan a tres. Para Yuan Zheng, del Instituto de Estudios Americados de la Academia de Ciencias Sociales, por ejemplo, en él conviven transaccionarios, los MAGA y los neoconservadores. Solo los segundos evitarían una excesiva implicación en los asuntos internacionales, mientras que entre las otras dos fracciones, unos primarían el comercio más que los valores y otros el uso de la fuerza para alcanzar sus objetivos. Zheng Yongnian, del Instituto de Asuntos Internacionales, señala dos grupos principales: los de América Primero y los de China Primero. Unos apuntando a la economía, el comercio y la tecnología como factores cruciales en los que basar la competencia con China; otros, claramente abogando por la contención geopolítica y militar con el declarado propósito de derrotar a China sin miramientos.

En lo que todos parecen coincidir es que la confrontación ideológica alentada por la administración Biden basada en la diferenciación entre democracia y autocracia, ha pasado a mejor vida. Yan Xuetong, de la Universidad Tsinghua, estima que Trump obviará la confrontación con China en asuntos como los derechos humanos y evitará ser incisivo respecto al cambio del sistema político, una línea roja señalada por las autoridades chinas en la relación bilateral. No obstante, el desprecio de Trump por estas cuestiones dañará la imagen de EEUU a nivel mundial.

Las visiones respecto al futuro de las relaciones económicas y comerciales también difieren. Para Zhu Feng, de la Universidad de Nanjing, Trump socavará la globalización perjudicando no solo a China sino igualmente al comercio internacional en su conjunto. Wu Xinbo, de la Universidad de Fudan, estima que Trump acabará por cumplir su palabra y elevará los aranceles para promover la desvinculación económica de China y la principal tarea de Beijing será la de minimizar las pérdidas, un escenario para el que se ha estado preparando en los últimos años. Que Trump se enfoque en la economía doméstica evitará otros riesgos de confrontación. Sin embargo, Huang Jing estima que fracasará en su intento de reindustrializar EEUU. Y Jin Canrong, de la Universidad Renmin, califica de “efímero” el impacto de las acciones de Trump sobre el comercio mundial aunque da por segura una nueva guerra comercial en la que todos perderán pero, sobre todo, en el largo plazo, quien más perderá será EEUU.

Existe un nivel de coincidencia bastante alto respecto al interés de la nueva Casa Blanca por poner fin a la guerra en Ucrania. Beijing cree saber el motivo oculto. Tanto Trump como Vance han declarado que EEUU debería unirse a Rusia para contrarrestar a China. Sin embargo, es improbable. Putin calculará que unas relaciones estrechas con EEUU no durarían más que Trump.

Una proximidad idéntica cabe apreciar respecto a las relaciones con los países aliados. El escenario de dificultades es unánime apuntando a que la unidad occidental estará bajo presión severa. Trump ha sido muy displicente con sus alianzas que para China representa una de las mayores ventajas comparativas de EEUU. Aun así, Huang Jing, del Instituto para EEUU y el Pacífico, toma buena nota de los cambios en Europa y de la posibilidad de que se abra un escenario Reagan-Thatcher, que habría funcionado para destruir la URSS, ahora quizá Trump-Meloni. Aunque Italia, bien es verdad, está lejos de ser Reino Unido.

Que China es la amenaza más importante para EEUU es una convicción compartida en su entorno, incluso con los demócratas. Beijing tiene pocas esperanzas de entendimiento duradero y enfoca buena parte de su acción tejiendo aliados entre las empresas con intereses creados en China. Elon Musk emerge como un referente inevitable y probable intermediario para engrasar las ruedas de las relaciones y evitar su descarrilamiento.

Un temor especial requiere la cuestión de Taiwán. La percepción mayoritaria es que no llegará la sangre al río, pero si podrían registrarse puntos críticos si Trump alienta el abandono efectivo de la política estadounidense de una sola China. Jia Qingguo, de la Universidad de Beijing, tiene el convencimiento de que Trump estaba en ello al final de su primer mandato.

Trump ha vaticinado que el declive de EEUU se ha acabado. Pero la realidad es que la hegemonía de antaño, exhibida sin rivales en la posguerra fría, no es restaurable. En lugar de auspiciar una estrategia diplomática que le permita acumular fuerzas parece inclinarse por el uso de la fuerza para ganar relevancia diplomática.

(Para Diario El Correo)