India, entre dos aguas Xulio Ríos es asesor emérito del Observatorio de la Política China

In Análisis, Política exterior by Xulio Ríos

Entre las grandes potencias que poco a poco se van precipitando inexorablemente en alianzas a menudo contrapuestas, India va camino de confirmarse como el ejemplo más elocuente de una calculada definición.  Entre dos aguas, Nueva Delhi, por ejemplo, comparte adhesiones entre los BRICS o la OCS (Organización de Cooperación de Shanghai) y el QUAD (Diálogo de Seguridad Cuatrilateral), acrónimos que, a simple vista, parecen militar en enfoques difíciles de casar. Sin embargo, su actitud quizá se comprenda mejor al advertir el hilo vertebrador de sus posicionamientos,  inseparable de la compleja relación con China.

En los BRICS, India apuesta por fortalecer este mecanismo de cooperación de mercados emergentes, mientras en la OCS no duda en suscribir las críticas a los círculos exclusivos impulsados por Occidente liderado por Estados Unidos que trazan límites ideológicos entre los estados. India dice participar del consenso entre los países en desarrollo, impulsando la colaboración económica o abogando por una gobernanza global más atenta a las inquietudes del Sur.

Mientras, en el QUAD, la posición tampoco es tajante. Su oscilación requiere matices. Recientemente, por ejemplo, ha aceptado la creación de un Quad Cyber Bootcamp, significativo por el ámbito de actividad a que se refiere, que preocupa a Narendra Modi, pero también por que algunas cuestiones son abordadas por separado por Estados Unidos, Japón y Australia  y la India no se suma a ellas. El proceso de Nueva Delhi consiste en pasar de compartir el esquema general a implicarse un poco más.

Pero lo determinante es la actitud ante China, que va más allá de lo estrictamente bilateral. India ya no se corta a la hora de expresar su “preocupación” por la situación en el Mar de China meridional refiriéndose a los enfrentamientos marítimos entre barcos chinos y filipinos y promete reforzar la cooperación militar. Ha proporcionado ya a Manila misiles BrahMos, los más potentes del armamento filipino. También reclama a Beijing que respete el fallo de arbitraje del Mar de China Meridional de 2016 a favor de Filipinas. Anteriormente, sólo había mencionado la necesidad de que todas las partes respeten la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar.

El QUAD es un importante desafío estratégico para China por cuanto es evidente que su objetivo es dinamitar cualquier hipótesis de dominio propio en la región. De lo económico a lo estratégico, la influencia de Beijing no hace sino crecer. Todos le quieren cerca como socio comercial pero no las tienen todas consigo en el ámbito de la seguridad. Un abierto  enfoque contra China tampoco es del agrado de muchos. Es aquí donde China y otras potencias tienen una especial responsabilidad para arbitrar soluciones regionales innovadoras que hagan realidad esa ambición de una seguridad inclusiva e indivisible.

Los diferendos territoriales forman parte de la agenda. También impregnan la relación bilateral sino-india en varias dimensiones. En contenciosos como el descrito con Filipinas, o en la visión del problema tibetano o en Taiwán, India cae del otro lado. Sobre todo en el tema tibetano, muy sensible para China, lndia ansía mostrar un papel decisivo en la resolución de la disputa. Pero también sus lazos con Taiwán crecen de forma significativa.

En otros asuntos como la guerra en Ucrania, India parece estar más cerca de Moscú. Entre los miembros del QUAD, es el único país que no ha criticado públicamente a Rusia y mantiene relaciones estables con Moscú y Kiev. En la reciente visita de Modi al Kremlin, acordó con Putin fortalecer los vínculos económicos -también los militares- para alcanzar en 2030 los 100 mil millones de dólares en comercio bilateral. Tras la guerra con Ucrania, India se convirtió en el segundo mayor importador de crudo después de China, contribuyendo a agrandar el Tesoro ruso a pesar de las prohibiciones occidentales. Y nadie puede alegar ignorancia: ¡lo refina y lo revende a los países europeos que respetan el embargo!

Pero la cuestión clave sigue siendo el contencioso fronterizo con China. Las recientes interacciones entre China e India se consideran cruciales para generar un impulso positivo hacia el tratamiento de los problemas fronterizos y la estabilización de las relaciones bilaterales. Las rondas de consultas se suceden, a la espera de ver mejoras irreversibles. No está fácil.

China mantiene que los problemas fronterizos no abarcan la totalidad de las relaciones bilaterales, pero Nueva Delhi insiste en que resolver estos problemas es crucial para que las relaciones bilaterales vuelvan a una trayectoria normal.

Modi inicia su tercer y quizá  último mandato y podría priorizar este asunto. Para Xi, un arreglo sólido y duradero supondría un importante aval a sus estrategias internacionales. El impacto en lo bilateral también podría ser muy destacado. De hecho, hay un creciente debate en India sobre la relajación de las restricciones de visado para los ingenieros chinos necesarios y el levantamiento de las restricciones a las inversiones chinas.

Un acuerdo no es imposible, aunque ambas partes precisan para ello no solo comprender que tal cosa puede beneficiar más que perjudicar sus respectivos intereses sino algo más difícil, alentar una mentalidad política diferente. Por eso, cualquier optimismo debe ser cauteloso.

(Para Diario El Correo)