Inflando el globo de la amenaza Xulio Ríos es asesor emérito del Observatorio de la Política China

In Análisis, Política exterior by Xulio Ríos

¿Será un globo espía o no? Quizá con el tiempo se sabrá. China dice que ingresó accidentalmente en el espacio aéreo de EEUU y debido a causas de fuerza mayor, que es civil y con fines científicos. El Pentágono reconoció que no representaba un riesgo significativo en términos de inteligencia pero negó la mayor.

Al referirse a los espías, Sun Zi dice en El arte de la guerra que el mayor tesoro de esta estratagema radica en que el reino enemigo no esté al corriente de estas actividades, lo que en este caso, es obvio, no se cumple de forma diría que hasta bochornosa. Los chinos han insistido en que no era espía y que evidentemente cuentan con medios más sofisticados para estas misiones. Sea como fuere, el derribo del globo allana el camino para una respuesta igual de su parte a un supuesto similar. Pocos recordarán el incidente de 2001 cuando China detectó un avión espía estadounidense y lo obligó a aterrizar en la isla de Hainan. Un piloto chino murió en el incidente. La tripulación estadounidense fue arrestada y el avión espía fue desarmado pieza por pieza. Todo volvió a la normalidad tras lo que se conoce como la «carta de las dos disculpas» que el embajador estadounidense en Beijing debió entregar al entonces ministro de Exteriores Tang Jiaxuan.

Las circunstancias son diferentes ahora y la gravedad es mucho menor. Sobre todo, el contexto es lo que realmente importa. Hay quienes en Washington ganan más con este incidente que con la celebración de la visita a Beijing que tenía prevista el secretario de Estado, Antony Blinken. Desde que en noviembre en Bali Joe Biden y Xi Jinping dieron el visto bueno a la celebración de la cumbre diplomática en China que iba a tener lugar el pasado fin de semana, las expectativas de un balance moderadamente satisfactorio se han ido rebajando día a día. Y aunque la visita solo se ha suspendido, no está claro que se celebre próximamente. Y no tanto por lo enredadas que están las relaciones bilaterales en general en estos momentos, sino por la nueva crisis que se avecina con la probable visita en unas semanas del sucesor de Nancy Pelosi en la presidencia de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, a la isla de Taiwán. De suceder, puede retrasarse meses o incluso no celebrarse hasta la previa de la cumbre APEC, a realizar en noviembre de este año en San Francisco.

China ha dado señales de que quiere calmar los ánimos. El globo no debiera estar ahí. Sabían que podría ser detectado fácilmente. Es tirar piedras contra su propio tejado.  El incidente refuerza la tendencia opuesta, una narrativa que enfatiza la condición amenazante de China, un extremo sobre el que muchos aún dudan, aun reconociendo que se resiste a emular el proyecto occidental en todos sus extremos. Pero el affaire animará el discurso de quienes en EEUU apuestan por una vuelta de tuerca tras otra contra China para evitar verse superados. Y al precio que sea. Aunque para ello sea necesario partir en dos la economía mundial como ya están haciendo con el argumento precisamente de la seguridad y la «afinidad de valores» frente a una China que lidera un «retroceso autoritario» contra el famoso orden internacional basado en (nuestras) reglas.

El globo sobre el espacio aéreo estadounidense compromete a China si sus explicaciones no coinciden. Estados Unidos espera demostrar que miente. Aunque todo el mundo sabe que EEUU es el gran adalid del espionaje, todo ello fomenta esa visión de la amenaza y debería dar más motivos de preocupación por el poderío militar chino e hipotéticas pretensiones, etc., justificando así el ambicioso programa militar estadounidense y de la OTAN en el Indo-Pacífico.

Ese pretexto para seguir armando una arquitectura de seguridad para contener a China en el mundo también justificaría la guerra tecnológica en curso, que apunta a un plan calculado de desconexión industrial de China al que EE.UU. está tratando de sumar aliados incluso echando mano de abiertas presiones como las aplicadas recientemente a países como Holanda o Japón. El incidente del globo servirá para elevar -y nunca mejor dicho- esta apuesta.

Por lo tanto, lo que no es un globo en sentido metafórico es la voluntad, con mayor o menor fundamento, de incitar al enfrentamiento, cobrando cada vez más relevancia la dimensión militar como se pondría de manifiesto en el endurecimiento de las asociaciones de seguridad en torno a China y las presiones sobre las respectivas capitales para optar por uno o por otro. Ahí está el acceso de EEUU a cuatro nuevas bases militares en Filipinas «para responder más rápidamente a los desastres humanitarios y las catástrofes climáticas»…. El endurecimiento predecible de la situación en el Estrecho de Taiwán en los próximos meses también servirá para este propósito, asustando con la creciente probabilidad de conflicto.