“Es placentero tener amigos que vienen desde la lejanía”. Esta frase fue pronunciada por el filósofo chino Confucio y aparece recogida en las Analectas, obra en la que sus discípulos recogieron diversas sentencias del filósofo. Su significado, citando al profesor universitario Kang Zhen, expresa la concepción de valor de la nación china en el trato con los distintos países y naciones del mundo.
La República Popular China sufrió el primer brote de Covid-19 en la ciudad de Wuhan a finales de 2019, descubriendo que se transmitía entre humanos el 20 de enero de 2020. Dos meses más tarde, ya bajo la categoría de pandemia y con el epicentro desplazado a Europa, el gigante asiático conseguía contener la expansión del coronavirus, dejando de registrar nuevos casos de contaminación local a mediados de marzo. Semanas después el pueblo chino logró una victoria simbólica después de numerosos sacrificios: la apertura de Wuhan el 8 de abril supuso un punto de inflexión que les permitió emprender una campaña de ayuda internacional que a día de hoy mantienen en vigor.
Desde entonces las autoridades chinas han prestado asistencia a más de 80 países y organizaciones internacionales, como la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esta ayuda se ha traducido en toneladas de material sanitario (incluyendo mascarillas y test para realizar pruebas de Covid-19), equipos de expertos para colaborar con las autoridades sanitarias de los países receptores de dicha ayuda y videoconferencias con el objetivo de compartir sus experiencias en la lucha contra el virus. En paralelo a la ayuda ofrecida por las autoridades chinas, sus ciudadanos y los chinos residentes en otros países, destaca su industria manufacturera que, consciente de su importancia a nivel global, ha aumentando la producción de los suministros médicos necesarios.
Esta colaboración internacional es una respuesta a la ayuda que recibieron durante los peores momentos de la epidemia, así como una acción responsable como país al saber que la pandemia es un reto global que no puede enfrentarse individualmente, sino que precisa de una cooperación sin fisuras. Además, vivimos en un mundo globalizado marcado por las relaciones de interdependencia e integración de las distintas economías. Es decir, aunque China haya logrado contener al virus si en el resto del mundo las economías sufren los efectos derivados de esta crisis… La economía china también se verá afectada.
Para comprender mejor su campaña de ayuda a nivel internacional es necesario conocer el proyecto de gobernanza global que China aporta al mundo: la comunidad de destino común de la humanidad. Se trata de una propuesta de Xi Jinping que se encuentra en el centro de la política exterior china y que ha sido incorporado en diversas instituciones, como la Organización de Cooperación de Shanghái o en resoluciones del Consejo de Seguridad y el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas. Este proyecto tiene como objetivo el desarrollo pacífico y la cooperación de beneficio mutuo de todas las naciones, superando la mentalidad belicista y las vías caducas que han conducido a la humanidad de forma reiterada a la confrontación y la guerra.
Esta comunidad de destino común para la humanidad surge de la sabiduría china y la cultura tradicional. Encontramos un hilo conductor desde la antigüedad que podría comenzar con el concepto de “Todas las naciones viven en perfecta armonía”, que se encuentra en el Shujing o Clásico de Historia, y continuar con “Todos los pueblos del mundo son hermanos”, de las Analectas de Confucio, la idea de “El mundo pertenece a todos”, del Libro de los Ritos, “La gran armonía del mundo” de Li Dazhao y Mao Zedong y finalizando con el concepto propuesto por Xi Jinping. Más de dos mil años de conocimientos que se entrelazan con la política exterior china y la propuesta de un nuevo orden mundial.
Una política exterior que además mantiene su defensa de los Cinco Principios de Coexistencia Pacífica, formulados por China, India y Birmania (actual Myanmar) en la Conferencia de Bandung de abril de 1955: respeto mutuo por la soberanía y la integridad territorial, no agresión mutua, no interferencia en los asuntos internos de otros países, igualdad y beneficio mutuo y, por último, coexistencia pacífica.
Pese a lo anteriormente expuesto, la actuación china ha despertado críticas y recelos en numerosos países. La situación geopolítica actual se encuentra en un punto crítico, donde encontramos una potencia, Estados Unidos, que se resiste a perder su poder hegemónico y dar paso a un mundo multipolar. Siria, Irán, la península coreana o el mar del Sur de China, por citar cuatro ejemplos, son algunos de los focos principales en la partida de ajedrez donde los mundos unipolar y multipolar se están midiendo. Por tanto, cualquier acción que emprenda China, por beneficiosa que sea para otros países, será cuestionada por los altavoces mediáticos.
Es en estos momentos, cuando se precisa un trabajo coordinado entre todas las naciones tanto en lo relativo a fortalecer las relaciones bilaterales como en financiar y apoyar sin fisuras a las organizaciones supranacionales que, como la OMS, trabajan para contener la expansión del virus. No es momento de enfrentar ideologías ni de recuperar discursos propios de la Guerra Fría. Se precisa una respuesta colectiva basada en la confianza y la colaboración a todos los niveles. El aislacionismo y el egoísmo únicamente retrasarán la salida de una crisis que es global.
Me gustaría finalizar con un fragmento del Libro de los Ritos que invita a la reflexión:
Todos en la tierra crecen juntos
Sin perjudicarse el uno al otro
Todos los caminos siguen la misma dirección
Sin contrariarse el uno al otro
– Capítulo del Justo Medio, Libro de los Ritos