La búsqueda de prioridades entre Polonia y China

In Análisis, Política exterior by PSTBS12378sxedeOPCH

En 2009, China se convirtió en el más potente exportador mundial, dejando por detrás a su gran rival europeo, Alemania. Su PIB es el tercero más elevado del mundo y su economía se encuentra inmersa en un dinámico período de desarrollo, temporalmente contenido por la actual crisis económica mundial.

  Las más poderosas empresas mundiales compiten por el mercado chino y sus gobiernos se esfuerzan para fomentar las relaciones económicas con Beijing. A pesar de ello, en la parte oriental de la UE, las relaciones con China quedan al margen de los asuntos políticos importantes, y Polonia es un claro ejemplo de esta tendencia. Una escasa balanza comercial 

China, al lado de los Estados miembros de la UE y Rusia, supone para Polonia uno de sus socios comerciales más importantes. El valor de las importaciones anuales de China creció regularmente hasta 2009, cuando la crisis económica frenó esta tendencia con la caída de alrededor de un 20% con respecto a 2008, ejercicio en el cual se importaron bienes por valor de 16,8 miles de millones de dólares, según estadísticas oficiales polacas.

  Las exportaciones polacas no se vieron afectadas por la crisis e, incluso, experimentaron un pequeño aumento en 2009 con respecto al año anterior. Pero su valor anual en 2008 fue sólo de 1,3 mil millones de dólares, cifra que refleja el enorme déficit de las relaciones económicas en claro perjuicio de Polonia. 

Además, la diversificación de las mercancías exportadas a China es muy escasa. Es decir, más del 80% de las exportaciones están compuestas por sólo tres tipos de bienes: productos metalúrgicos, electromaquinaria e industria química. Mientras tanto, la variedad de las importaciones chinas es mucho más significativa, lo cual genera un mayor potencial para obtener beneficios en distintos sectores del mercado.

  La cuestión de las inversiones es incluso más compleja que la del comercio bilateral porque, en gran medida, depende de la actitud de las autoridades estatales que, en este caso, es bastante pasiva. Por tanto, la presencia de los inversores polacos en el mercado chino es limitada, y la de los chinos en Polonia es, incluso, más baja.  

A lo largo de los últimos cinco años se promovieron diversas tentativas para introducir capital chino en Polonia y parecía que todo iba a terminar con un gran éxito con la construcción de una fábrica de Lenovo, al sudeste del país. Pero la inversión nunca se llevó a cabo, dejando decepción y desánimo en ambas partes.

 ¿Cuestión de confianza? 

Es comprensible la falta de interés chino por fomentar sus inversiones en Polonia. Es decir, la mayoría de los mercados mundiales están buscando el capital chino, lo que le permite elegir libremente las ofertas más favorables. Pero, ¿por qué las autoridades y los empresarios polacos no animan a los inversores chinos a entrar en el mercado polaco? Y, ¿por qué no se atreven los empresarios polacos a explorar el mercado chino?

  Las relaciones políticas con China no son una prioridad para Varsovia, que actualmente se fija más en fortalecer su posición en la UE y estabilizar los contactos con Rusia, su potente vecino. Esa falta de estrategia política, de hecho, equivale a una falta de táctica comercial y, en consecuencia, crea una situación desfavorable para los negocios polaco-chinos.  

En consecuencia, los vigentes acuerdos bilaterales son escasos y aquellos que se refieren a la materia comercial, la regulan de manera general. A saber, son más bien prolíficas las declaraciones políticas de cooperación económica que las propuestas de acciones prácticas.

  Recientemente, a nivel gubernamental en Polonia se ha empezado a notar la necesidad de fomentar las relaciones con su potente socio asiático. Se habla de la urgencia de facilitar el acceso al mercado polaco y promocionar Polonia como un espacio amistoso para el negocio. Se subraya también la falta de efectos prácticos de la cooperación entre las autoridades. Últimamente son más regulares los encuentros de las más altas autoridades de ambos países, pero todavía ocurren raras veces y no aportan muchas novedades a la situación.  

La barrera de la lengua, cultura, costumbres y, sobre todo, la complicada legislación son los factores que obstruyen la entrada en el mercado chino. En muchos casos, es imprescindible la cooperación con profesionales chinos, un handicap para los tradicionalmente desconfiados y muy diligentes empresarios polacos, reacios a ceder parte de su independencia.

  Por otro lado, existen también otros obstáculos más difíciles de resolver que el problema de los prejuicios o la excesiva diligencia. A menudo, el único capital de los empresarios polacos son tecnologías protegidas por los derechos de autor, que en China no gozan de protección jurídica efectiva. 

Es más, en China las relaciones económicas están fuertemente vinculadas con las relaciones políticas, las cuales discurren en un marco muy rígido. Una mera declaración pública por parte de las autoridades polacas puede causar tensiones. A ello cabe añadir el tradicional anticomunismo de la clase política polaca y la gran popularidad del Dalai Lama, que desde mayo de 2009, goza de la ciudadanía de honor de Varsovia. Por tanto, está claro que el negocio polaco-chino en cualquier momento puede verse afectado por una crisis política.

 Acercándose culturalmente 

En cuanto a los contactos culturales bilaterales, la situación parece ser un poco más favorable. Recientemente, la cultura asiática despierta un gran interés en el mundo occidental y, por lo tanto, también en Polonia.

  Por ejemplo, en 2006 se creó en Cracovia el primer Instituto Confucio en Polonia. En 2009, en la Universidad de Harbin se introdujo la filología polaca, que hasta entonces se podía estudiar sólo en Beijing. Incluso a nivel gubernamental se dieron pasos reales para la promoción mutua de la cultura, que pueden terminar en la apertura de una organización permanente de cooperación cultural polaco-china. 

Polonia es uno de los pocos países europeos que se enfrentó con éxito a la recesión global y, de momento, se sitúa entre los países más atractivos para las inversiones internacionales. Sus contactos con China son escasos pero, por lo menos, no son hostiles.

 Lo imprescindible para fortalecer estas relaciones requiere un mayor impulso político y un pequeño esfuerzo, en particular, de parte polaca. Por lo tanto, la participación en el Expo 2010, que se celebrará en Shanghai entre mayo y octubre, supone para Varsovia una gran oportunidad para promocionar sus intereses.