La evolución de las relaciones hispano-chinas desde el establecimiento de vínculos diplomáticos en 1973 se ha caracterizado por una sintonía creciente. Nunca los altibajos registrados a lo largo de dichas décadas han afectado a la consideración reciproca. Los recientes cambios experimentados en ambos países y la complejidad del momento histórico que enfrentan sugieren retos cuya superación exige movilizar recursos y acciones para optimizar las posibilidades de enriquecimiento mutuo. Las relaciones sino-españolas atraviesan una fase de redefinición y relanzamiento.
El comercio bilateral vence a la crisis
China es un socio estratégico para España, en primer lugar, en lo comercial. La importancia de la economía china la ha catapultado en el escenario español a un primer plano. Las tasas de crecimiento del comercio recíproco se aceleraron de forma notoria desde 2004, una tendencia que se paralizó en 2008 y años siguientes en virtud de las consecuencias de la crisis económica interna e internacional. Cabe recordar que, en 2009, el comercio exterior español experimentó una caída del 22,6 por cien. Hasta entonces, las tasas de crecimiento anuales del comercio bilateral fueron siempre mayores que las correspondientes al resto del mundo y, consecuentemente, la cuota china en el comercio exterior global de España fue aumentando progresivamente: si en 2000 significaba el 2,1 por cien, en 2008 sería del 5 por cien; no obstante, en 2009 se rebajó al 4,7 por cien.
Otro dato a tener en cuenta es la gran descompensación entre importaciones y exportaciones en el comercio español con China. Este desequilibrio refleja que buena parte del comercio hispano-chino se sustenta en la evolución de las compras de España a China, disparando el déficit comercial. Si en 2000 ascendía a 3,9 mil millones de euros, en 2008 se incrementaría hasta los 18,2 mil millones de euros. En 2015 se situaría en 15,4 millones de euros.
La crisis económica hizo decrecer el comercio exterior español en general y en particular con China, en este caso a un ritmo del 27,3 por ciento, superior por tanto a la media global en el mismo ejercicio de 2009. En la ligera recuperación de los años siguientes, creciendo a un ritmo muy bajo en los años 2012-2013, las transacciones con China se contrajeron en dicho bienio a ritmos del 2,1 y 1,3 por ciento respectivamente. En 2014, por el contrario, aumentó a un ritmo del 11 por ciento –frente a la media general del 3,4 por ciento-, con un valor total del comercio de 25 mil millones de euros, superior al alcanzado antes de la crisis. En 2015, superaría los 28.000 millones de euros. China es el sexto socio comercial de España (quinto en 2010).
La efectividad de las empresas españolas para consolidarse en el gran escenario chino está condicionada por hábitos empresariales deudores de la etapa especulativa y la inadaptación a las peculiaridades de su mercado, como han reiterado numerosos economistas españoles. Dicho factor es fundamental para corregir la asimetría que connota el comercio bilateral: las importaciones españolas representan en torno a las cuatro quintas partes del conjunto del comercio mutuo.
España también codicia las inversiones chinas. La llegada de inversores del gigante asiático ha ido creciendo en los últimos años. En la actualidad, hay unas 75 grandes empresas chinas operando en España, con especial proyección en el sector energético, inmobiliario, agroalimentario y hasta en el deporte, entre otros. Pese a ello, España no se encuentra entre los primeros destinos de inversión de China. Entre los obstáculos se señalan los problemas de encaje cultural, desconocimiento del marco legal y la regulación o las diferentes estructuras empresariales e industriales. No obstante, las previsiones para los próximos años son optimistas en paralelo a la profundización de las reformas estructurales que mejoran el atractivo económico de España.
La Franja y la Ruta, América Latina y Europa
En 2014, China lanzó un primer servicio de trenes de carga conectando Yiwu y Madrid. La consolidación de este corredor simboliza el mecanismo de enganche de España en la revitalización de la Ruta de la Seda. La posición geopolítica de España facilita el desempeño de un significado papel tanto en el orden terrestre como marítimo en este proyecto, pero también supone una gran oportunidad para las empresas de infraestructuras o del sector logístico.
En otro orden, en materia de cooperación en capacidad productiva, los cambios operados en el último lustro en América Latina, donde España sigue cosechando una presencia e influencia indiscutible, abren igualmente posibilidades de colaboración en diversos órdenes que vale la pena explorar. Igualmente, en relación a Europa, pese a la crisis que atraviesa, España sigue siendo un aliado importante para China.
Apostar por la reactivación
El auge del turismo o la empatía entre ambas sociedades reflejan una creciente interacción. La diversificación de los vínculos bilaterales ayudará al desarrollo de nuevos proyectos a poco que consolidemos objetivos y definamos tiempos para su cumplida realización.
En septiembre de 2014, el presidente Rajoy reafirmó ante el líder chino Xi Jinping el interés de España por reactivar las relaciones mutuas. El fomento de las relaciones comerciales y del diálogo a diverso nivel (político, cultural, etc.) deben dibujar un sólido entramado que aliente y eleve los vínculos bilaterales a una dimensión, acorde con las respectivas potencialidades. También en foros internacionales como el G20 pueden establecer pautas de cooperación que contribuyan al logro del bien común global.