La utilidad de la diplomacia urbana para China

In Análisis, Política exterior by PSTBS12378sxedeOPCH

Más allá de las formas de diplomacia más tradicional y oficializada (de gobierno a gobierno), sobre la que recae el peso fundamental de las relaciones exteriores, una peculiaridad de China es que ha sabido, desde hace tiempo, dar relevancia a  formas complementarias de relación entre países, a través de entidades que no dependen de forma tan directa de las autoridades centrales y que están, por ello, menos condicionadas por el nivel o la calidad de la relación política entre Estados.

Este enfoque tiene varias virtualidades pero, a la vez, también genera algunas obligaciones. Así, tiene la ventaja de que pluraliza los canales de relación entre países (abriéndolos a muchos más agentes y a la sociedad civil), logrando, con ello, despolitizar la relación bilateral y hacerla más rica y menos dependiente de la coyuntura de cada momento. Con ello, además, China se asegura el mantenimiento de vínculos de relación con esos países, incluso en momentos en que la relación política se pueda deteriorar hasta dejar reducidos al mínimo los intercambios oficiales.

Para que este enfoque sea válido, sin embargo, existe un condicionante clave, y este es el de que estas formas de diplomacia alternativas y complementarias a la gubernamental o estatal, sean validadas, apoyadas e, incluso, potenciadas por el país en cuestión, que las incorpora como complementos que enriquecen la diplomacia estatal.

Esto es lo que China ha venido haciendo, con determinación, estos últimos años, activando de forma muy firme e inteligente esa diplomacia multidimensional que se apoya en agentes y formas muy variadas: las relaciones People-to-people, las relaciones entre universidades, centros culturales o, más recientemente, entre think-tanks (modalidad esta que ha recibido un gran apoyo oficial estos últimos meses, hasta el punto de catalogarse como “think tank diplomacy”), son solo algunos ejemplos.

Dentro de estas variadas formas de diplomacia, hay una que ha venido estando muy presente en China desde el propio proceso de apertura de la República Popular al mundo: la diplomacia de las ciudades (o “city diplomacy”, como la denomina D´Hooge). Se trata de un fenómeno muy interesante en China ya que, a diferencia de lo que sucede en España y en los países de nuestro entorno (donde las relaciones entre ciudades se consideran un asunto sin relevancia y sin ninguna utilidad práctica), en China este concepto está perfectamente articulado en la diplomacia del país de forma que las ciudades juegan un papel muy importante dentro de acción exterior de la República Popular China.

En este sentido, resulta muy ilustrativo analizar la forma en que China se ha apoyado en la diplomacia de las ciudades para fortalecer su relación con otros países o, incluso (y esto es aún más interesante) para mantener un canal de relación mínimo, en momentos de crisis bilateral y de reducción de los contactos oficiales.

En ese contexto se comprende que los primeros hermanamientos de ciudades chinas lo fueran con ciudades japonesas (el primero fue el de Tianjin y Kobe, en 1973), como forma de dotar de cauces alternativos a la siempre difícil relación entre ambos países. Y de la misma forma, puede comprenderse, más recientemente, el establecimiento de los primeros acuerdos de cooperación entre ciudades chinas e indias, que se producen en un momento de especial interés de ambos gobiernos en fortalecer su relación mutua y ante la necesidad de lograr mayores contactos de sus sociedades civiles.

Este enfoque de la diplomacia urbana sigue estando muy presente en la actualidad y es fácil visualizarlo cuando se analizan los detalles de algunas realizaciones de la actual política exterior china.

Así, por ejemplo, en la estratégica relación de China con ASEAN, cobra especial relevancia el rol que juega la capital de la Región Autónoma de Guanxi, Nanning (fronteriza con muchos países de ese ámbito), donde cada año se desarrolla un buen número de reuniones y actividades relacionadas con ASEAN como el Salón China-ASEAN.

También llama la atención el relevante papel que algunas provincias y ciudades chinas están jugando en relación con el proyecto de la Ruta y el Cinturón de la Seda, cuya propia concepción se basa en la conectividad de territorios y ciudades de Eurasia y donde, por ello, las ciudades son hitos principales del proyecto.

La relación entre ciudades, en el caso Chino, es capaz, por tanto, de lanzar mensajes claros del estado y objetivos de la relación bilateral. Pero esto también sucede en el lado menos constructivo de esas relaciones, cuando lo que se quiere trasladar es una inquietud o malestar. Así, lo hemos visto, en el caso de la negativa china a permitir que la ciudad de Qingdao enviase una delegación a la ciudad surcoreana de Daegu (ambas hermanadas desde 1993), tras el anuncio del despliegue del sistema THAAD norteamericano en Corea del Sur.

Este papel de clave de las ciudades en política exterior ha tenido, también, una muestra en el complicado momento actual de las relaciones entre Taiwán y la RPC donde, a pesar de la tensión y de la congelación de los contactos oficiales, se permitió en agosto el desarrollo del “Foro Anual Shanghai-Taipei”, en esta última ciudad. No en vano, el jefe de la delegación de dicha ciudad china, Sha Hailin, es, hasta la fecha, el funcionario de mayor rango que ha visitado la isla desde la toma de posesión del nuevo gobierno de Tsai Ing-wen. Se destaca en ello una muestra de ese papel que puede tener la diplomacia urbana para mantener unos mínimos cauces de contacto cuando los enlaces de alto nivel están rotos o congelados.

No deja de ser interesante ver como, para Taiwán, en un momento de enorme debilidad de su presencia y proyección exterior, la acción internacional de sus ciudades puede constituirse en una válvula de escape. Así lo remarcaba Alice Ekman, en un acertado análisis publicado en “East Asia Forum” (“Taiwán after the elections: what´s next?”), donde señalaba como uno de los objetivos del nuevo gobierno será el de “fortalecer la llamada diplomacia entre ciudades en estos próximos años”.

China tiene, pues, muy interiorizado el valor de la acción exterior de las ciudades. Por ello, se muestra como un ejercicio muy interesante el seguir esta dimensión urbana de su diplomacia ya que de ella se deducen, entre líneas, señales que nos pueden ayudar a entender mejor la política exterior de la RPC.