La Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), creada el 15 de junio de 2001 tras un primer lustro de aproximación entre sus integrantes, es una organización internacional intergubernamental, que agrupa a Kazajistán, China, Kirguizistán, Rusia, Tayikistán y Uzbekistán. Entre sus estados observadores se incluyen a India, Irán, Mongolia y Pakistán, mientras que sus socios de diálogo son Bielorrusia y Sri Lanka.
Poco a poco, la entidad ha ido conformando su perfil prestando atención a la coordinación política, económica y en materia de seguridad. China ha basado la potenciación de la OCS en el fomento de los tres ámbitos, vertebrados en una sostenida mejora de las relaciones con Rusia.
La cumbre de Beijing que tendrá lugar los días 6 y 7 de junio viene precedida de una intensa actividad diplomática del gigante asiático con atención a los tres frentes citados con el propósito de aumentar la capacidad futura de la OCS para participar en los asuntos regionales e internacionales. En tal sentido, cabe esperar que acepte a Afganistán como nuevo país observador y a Turquía como socio de diálogo. Al día siguiente de su finalización, Tayikistán acogerá un ejercicio militar antiterrorista conjunto.
La OCS ya no es en modo alguno aquel modesto foro de otrora ideado para la negociación y resolución de las controversias fronterizas. Poco a poco, el tándem sino-ruso, pese a sus altibajos y tensiones, ha logrado validar sus ambiciones no solo en el orden económico sino también estratégico.
China ha desplegado en estos años sus instrumentos de influencia, en especial, a través de préstamos preferenciales y la construcción de infraestructuras que han acompañado una progresiva presencia en la explotación de los recursos mineros y energéticos. Ferrocarriles, carreteras, centrales eléctricas y oleoductos testimonian el auge de esa presencia. En su conjunto, la influencia económica de China en Asia Central ha ganado enteros, si bien se ha desarrollado cuidando de no contrariar excesivamente los intereses rusos en la zona manteniendo las rivalidades y competencias en un nivel gestionable, aunque en ocasiones pueda sugerirse un claro desbordamiento ante la fuerza de la supremacía china.
El modelo de la OCS descansa en primer lugar en la cooperación en materia de seguridad regional y de lucha contra “el terrorismo, el extremismo y el separatismo”, si bien concede creciente importancia a la cooperación en el ámbito del desarrollo. La regularidad preside los mecanismos ideados para fortalecer la seguridad y la estabilidad de una región que en los últimos años ha vivido serios episodios de convulsión política (especialmente en Turkmenistán o Kirguizistán, con una amplia comunidad uigur entre sus ciudadanos). La antiterrorista es la única estructura regional de la OCS que funciona con carácter permanente, además de la secretaría.
En el orden económico, el aumento de los flujos comerciales se refleja en la evolución registrada en la última década. China ha pasado de un comercio con los países de la asociación por valor de 12.100 millones de dólares en 2011 a casi 113.000 millones en 2011. Con Rusia, el volumen comercial llegó en 2011 a 80 mil millones de dólares (debería alcanzar los 200.000 millones en 2020). Putin realizará una visita de Estado a China en los días previos a la cumbre. El reforzamiento de los lazos económicos y la proximidad de posturas en el orden estratégico (desde la concepción del orden global a las crisis de Siria o Irán, entre otros) acercan a unos vecinos que comparten igual querencia por alejar a EEUU de la región. La política exterior de Putin parece haber señalado a Oriente entre sus prioridades. China le corresponderá.