¿Es China favorable a la consolidación del proceso de integración de la Unión Europea? Si ¿Y pueden a la vez sus políticas concretas dificultar ese proceso? También.
En efecto, si analizamos los principales documentos de política de China hacia la UE (de 2003, 2014 y 2018), constatamos una inequívoca y constante declaración a favor de una Europa unida, estable, abierta y próspera. China desea una UE que desempeñe un papel estratégico destacado en el ámbito internacional, afirmándose como un sujeto indispensable y autónomo del orden multipolar que debe suceder al actual declive de la hegemonía estadounidense. A lo largo de los últimos lustros, China y la UE han acercado posiciones en importantes asuntos de la agenda global; a ello se suma ahora la común defensa del libre comercio, la globalización y el multilateralismo. A su vez, Beijing corteja a la UE para evitar que pueda sumarse a un hipotético frente anti-chino de las economías más desarrolladas.
Europa asoma como uno de los principales objetivos de China en la estrategia de aumento de su influencia geopolítica, un escenario ideal para construir una imagen de fortaleza de su economía, especialmente a través de la compra parcial o integral de conocidas marcas. China es ya el principal inversor en el viejo continente. En 2016, por vez primera superó a EEUU en la lista de compra de activos en el mercado de fusiones y adquisiciones.
Al mismo tiempo, sus acciones en relación a determinados estados y conjuntos subregionales (Sur de Europa, países de Europa Central y Oriental, por ejemplo), la disposición de ambiciosos proyectos como la revitalización de las rutas de la seda o sus proyectos inversores, despiertan inquietud en algunos importantes socios comunitarios que alertan del riesgo de fractura por la diferente percepción que suscita su impacto.
Los convites a una mayor cohesión y más pragmatismo en la política china de Bruselas constituyen una tónica que se ha acentuado en los últimos años. Una ojeada a los informes al respecto del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (2009 y 2017) acreditan una evolución hacia un cambio de paradigma que toma nota de las vulnerabilidades europeas en materia de reciprocidad comercial en los intercambios, los riesgos asociados a la captación de tecnología o el controvertido auge de las inversiones chinas en el continente.
En junio de 2016, una nota conjunta de la Comisión y la Alta Representante para los Asuntos Exteriores y Política de Seguridad invocaba la necesidad de actuar en bloque y con eficacia para promover los intereses de Europa y de sus ciudadanos ante una China a cada paso más incisiva y ambiciosa en sus objetivos. El desencuentro bilateral subió un peldaño cuando en junio de 2017, en la 19ª cumbre UE-China, Bruselas rechazó conceder a China el estatuto de economía de mercado.
Tomando debida nota de la protección a ultranza establecida por China en varios sectores que resultan prácticamente inaccesibles a las inversiones extranjeras, Europa imagina reglas para dificultar determinados despliegues en ámbitos que pudieran representar una amenaza.
¿Cualquier tiempo pasado fue mejor? ….
(El texto completo en Vanguardia Dossier nº 72).
Más información en:
https://www.lavanguardia.com/vanguardia-dossier/20190318/461092728383/europa-juego-vanguardia-dossier-numero-72.html