Mariano Rajoy en China: un primer balance

In Análisis, Política exterior by PSTBS12378sxedeOPCH

La sombra de Cataluña ha planeado, de principio a fin, sobre el primer viaje de Mariano Rajoy a China, pero su propio contenido y gestión no permitieron aventurar muchas ambiciones. La visita ha sido “corta, rápida y sin mucha atención” por parte de los medios chinos, con un nivel de acercamiento deliberadamente dosificado. 

El enfoque se centró en un mensaje tan sencillo como cuestionable: España se recupera y por eso es un buen momento para invertir. Si bien lo primero es más que discutible, los empresarios chinos han podido percibir “toda clase de oportunidades” con ofertas añadidas. El interés por la promoción del turismo chino, por ejemplo, alentó el compromiso de la concesión de visados en 48 horas, emulando a otros estados europeos. La biomedicina o la tecnología espacial pasando por la gestión de instituciones culturales como el Instituto Confucio o Cervantes y el intercambio de estudiantes, no faltaron en la agenda. El valor de los acuerdos firmados rondan los 4 mil millones de dólares, según afirmaron ambas partes.

Tras agradecer el apoyo chino en la crisis de deuda, el presidente Rajoy intentó vender su capacidad de influencia en Europa y en América Latina, incluso en el Norte de África. Ciertamente España puede no poner impedimentos para promover el desarrollo de la relación China-UE, pero el peso de su influencia en Bruselas se ha reducido. Y China lo sabe. Otro tanto podríamos decir de América Latina donde este mensaje suena a versión neocolonial en tiempos de globalización en muchas capitales. El principio es que ni China ni América Latina necesitan a España a día de hoy para avanzar en sus relaciones.

Pese a las recientes turbulencias que han precedido la relación política, formalmente, esta ha permanecido en segundo plano si bien ambas partes convinieron en la necesidad de su afianzamiento. Rajoy fue recibido por Xi Jinping, Li Keqiang y Zhang Dejiang.

Xi pidió a España participar en la construcción y puesta en marcha de una vía férrea de carga que una al este de China con Europa, la vía “Yixin’ou” que une a Yiwu, el paraíso chino del business, con cinco países de Asia Central. La lucha contra el terrorismo gana consistencia en la cooperación bilateral.

Por otra parte, recordó al presidente Rajoy que en 2015 se cumplirá el décimo aniversario del establecimiento de la asociación estratégica integral China-España y alentó los intercambios y la cooperación entre gobiernos, parlamentos, partidos políticos y regiones. Precisamente, una de las novedades de este viaje fue el encuentro con el alcalde de Shanghai, Yang Xiong, que no apareció destacada en ningún medio chino. Probablemente, si se reuniera con Han Zheng, el jefe del PCCh en la metrópoli oriental, el eco hubiera sido otro. En la jerarquía política china, tratándose de un primer ministro extranjero, no parece lógico que se reúna con un “segundo” en su peculiar nomenclátor. En cualquier caso, visto el mensaje de Xi, la diplomacia española bien debiera reflexionar sobre los impulsos recentralizadores recientes y apostar por la diversificación diplomática, incluyendo autonomías y municipios como actores, sin temor a “diluir” la controvertida marca España. Lo contrario no suma sino que resta posibilidades.

Cabe destacar igualmente que en los medios chinos se enfatizó en especial una parte del mensaje de Li Keqiang en el que aludió a la importancia de que España proteja los intereses de los comerciantes chinos…..

El tono general de la visita ha carecido de novedades destacables, al menos en cuanto reflejen dinamismo y capacidad de iniciativa para dotarse de instrumentos que al igual que otros países vecinos (múltiples diálogos de alto nivel) permitan la configuración de un marco fluido para sacudirse el estancamiento. A tenor de lo trascendido y a la espera de resultados, en él seguimos.

Visto el tono general de esta visita y de la estrategia exterior de este gobierno recientemente dada a conocer así como el papel reservado en ella a China y en general a Asia, hay razones más que fundadas para que persista el escepticismo.