Son muchas las iniciativas que China ha puesto en marcha a nivel internacional en los últimos años para configurar toda una red de nuevos acrónimos susceptibles de sentar las bases de una nueva gobernanza global. Se trata de un proceso con altibajos, a veces lento pero en el que China no da muestras de desaliento, aunque los palos en las ruedas se multipliquen, en parte por la acción de terceros que pueden pretender dificultar su empeño, en parte también por las propias deficiencias de su política que suscita temores y desconfianzas que no alcanza a mitigar.
Un caso paradigmático es India. A primeros de noviembre, la Nueva Delhi de Narendra Modi confirmó su renuncia a formar parte del acuerdo de la Asociación Económica Regional Global (RCEP, siglas en inglés) que China ha venido promoviendo con tenacidad como alternativa al viejo TPP o Acuerdo Transpacífico de Cooperación. Mientras los países de ASEAN, Corea del Sur, Australia, Nueva Zelanda, y Japón han ultimado prácticamente las negociaciones, India les ha dado carpetazo, debilitando así la trascendencia del acuerdo. Bien es verdad que aun sin ella sigue siendo muy importante y que el valor de su retirada, de confirmarse plenamente en los próximos meses, ni de lejos es comparable con el efecto de la retirada de EEUU del TPP. Aun puede haber sorpresas, pues las negociaciones siguen su curso, pero es altamente probable que en 2020 India no forme parte del acuerdo suscrito por las principales economías de Asia-Pacífico.
El principal argumento de la negativa india es China, su primer socio comercial en el mundo y con quien suscribe un considerable déficit (54 mil millones de dólares), un hecho que podría agravarse con el acuerdo dada la debilidad de su tejido industrial. Y no tiene fácil arreglo en las circunstancias actuales. En esta línea, no ha servido de mucho el segundo encuentro informal de Xi y Modi en octubre pasado en el que hablaron de seguridad sin tocar el asunto de Cachemira. Del lado chino, a Hu Chunhua también se le ha encomendado la adopción de políticas para equilibrar la balanza comercial.
El RCEP seguirá adelante, con o sin India. China no quiere que se retrase mucho más. Sin embargo, estas prisas podrían también tener consecuencias en el orden político ya que la participación de India era vista, sobre todo por Japón y Australia, como un elemento de equilibrio para enjugar las ambiciones chinas.
También en la cumbre de los BRICS recientemente celebrada en Brasil, China ha topado con India. En pleno encuentro, su ministro de Defensa, Rajnath Singh, visitaba la zona disputada conocida como Arunachal Pradesh. Al contrario, en positivo, fue relativamente sorprendente el giro matizado del presidente Bolsonaro, quien asegura comulgar ahora con la “cooperación pragmática” que promueve Beijing y hasta suscribe la defensa del multilateralismo que tanto reprueba su bien amado Donald Trump. Pero su ambigüedad (como la de India) puede restar dinamismo a los BRICS en un momento que justamente reclama lo contrario. Aunque Bolsonaro abandonó la hostilidad infantil contra China, no tirará del carro como así lo hacían Lula o Dilma Rousseff antaño, implicados como estaban en la demanda de un nuevo papel para las economías de los países emergentes. Veremos que apuesta realiza Brasilia en 2020 cuando debe asumir la presidencia del Nuevo Banco de Desarrollo, el mecanismo más importante de los creados por este grupo hasta el momento y que también avanza con mayor lentitud de la esperada (en parte debido a la tibieza de su presidente, el indio K.V. Kamath).
Uno y otro marco, uno en lo geoeconómico y otro en lo geopolítico, sugieren escepticismo en muchos medios que recelan del papel que China reclama como co-gestor de los asuntos globales.
La estrategia del Indo-Pacífico de la Administración Trump está afectando a las políticas chinas en su región, ya nos refiramos a acuerdos económicos o a la Iniciativa de la Franja y la Ruta. Por otra parte, el alineamiento de Brasil con EEUU no solo ha autoquebrado su liderazgo regional sino que abre un paréntesis importante a propósito de la consolidación efectiva de los BRICS. Otra reserva a sumar a los matices de India.