Hillary Clinton, secretaria de Estado de Estados Unidos, pronunció en fecha reciente en Hawai un discurso sobre política exterior aplicada a la región de Asia y el Pacífico. En su alocución, la funcionaria mencionó más de 10 veces el vocablo "autoridad", papel que EEUU está supuestamente llamado a desempeñar en esa zona geográfica. Por tradición, EEUU se ha considerado líder del mundo, sin tomar en cuenta en absoluto a Asia y el Pacífico, así que ¿por qué se toma ahora la molestia de reiterarlo? Algunos hablan ya del "retorno" de EEUU a la región. Si tomamos en cuenta que EEUU nunca ha estado fuera de la región, no hay mucho sentido en mencionar la palabra "retorno".
Esta situación merece un análisis en dos sentidos. Por un lado está el poderío de EEUU y la forma en que el país lo despliega mediante la fuerza, como extensión de sus políticas. En términos de poderío, no cabe discutir la pujanza de superpotencia que EEUU ha ejercido desde el final de la Segunda Guerra Mundial, y que antes y después de la misma nunca ha dejado de interferir en los asuntos de Asia y el Pacífico. En cuanto al uso de la fuerza, EEUU lo ha ejercido por momentos en la región Asia y el Pacífico, aunque en ocasiones se ha mostrado indiferente a lo que acontece en ella. Ahora, el supuesto “retorno” estadounidense a la zona, no es más que otra variación de su enfoque pendular, derivada de sus periódicos cambios de políticas.
En los últimos años, EEUU ha observado con ansiedad cómo crecen el poderío económico y la influencia de los principales países de Asia y el Pacífico, incluyendo a China y la India, que hoy están menos distantes de EEUU en términos de influencia en la arena internacional. Antes de que el actual presidente estadounidense, Barack Obama, asumiera el mando, ciertos círculos del país norteamericano daban rienda suelta a sus preocupaciones por la eventual pérdida de influencia de su país en la región de Asia y el Pacífico, considerando que, de seguir así las cosas, perderían su «posición dominante» ante el empuje de otros países, y que incluso serían expulsados de Asia, como resultado de no prestar suficiente atención a la zona, de practicar el unilateralismo y por la falta de instituciones multilaterales en la región. En ese sentido, sugirieron que EEUU revirtiera la tendencia lo antes posible. Estas son las razones detrás de la reiterada importancia que la administración de Obama está otorgando a la palabra «autoridad» en la región de Asia y el Pacífico.
Desde su elección, Obama se ha concentrado con éxito en Asia y el Pacífico, mediante una serie de reformas y tomando numerosas medidas para revitalizar la influencia del país en la región. Estas medidas incluyen la frecuente emisión de declaraciones, la mejora de los intercambios de alto nivel con países de Asia y el Pacífico, aplicando el enfoque de las “Tres D”, o lo que es lo mismo, diplomacia, desarrollo y defensa, y sumando el concurso de las organizaciones no gubernamentales, para que las mismas compartan con el Estado la responsabilidad de impulsar la cooperación internacional.
Cabe admitir que la política exterior de Washington en la región de Asia Pacífico se ha anotado cierto nivel de éxitos iniciales en menos de dos años. Clinton destacó en su discurso que el compromiso estratégico de EEUU en Asia se basa principalmente en sus alianzas tradicionales, las nuevas alianzas y la cooperación con las instituciones regionales, y las bases para la participación siguen siendo sus vínculos con sus aliados tradicionales, a saber, Japón, Corea del Sur, Australia, Tailandia y Filipinas.
Cabe señalar que EEUU ha cambiado, como demuestra su activa participación en las instituciones multilaterales de la región, donde ha puesto en marcha algunas iniciativas de cooperación regional. Otrora excluido de la Cumbre de Asia Oriental, EEUU planea ahora hacer su debut en ese foro, convirtiéndolo en un influyente punto de confluencia regional donde desplegar sus prioridades políticas y estratégicas. En cuanto a la cooperación económica regional, se ha sumado a la iniciativa del bajo Mekong, a la vez que acelera las negociaciones para lograr un acuerdo que dé paso a la Asociación Trans-Pacífica.
La intención de los Estados Unidos de «asumir un papel de liderazgo» en Asia y el Pacífico no hará más que complicar la situación de la región. Por un lado, como país más poderoso, EEUU podría mostrar una actitud positiva, promoviendo la cooperación regional. Por otra parte, sin embargo, sus declaraciones de alto perfil sobre su «retorno» a la región, permiten entrever un impulso a sus propios intereses, los cuales terceros países podrían aprovechar para hacer avanzar sus causas, generando nuevos problemas a la región. Así las cosas, se impone la interrogante de hasta qué punto será viable una convivencia normal futura entre EEUU y las naciones de Asia y el Pacífico. (Pueblo en Línea)
05/11/2010