A comienzos de la segunda década del siglo XXI, China y América Latina y el Caribe (ALC) evidencian la profundización de vínculos sobre la base de la convergencia de intereses político-diplomáticos, similares agendas públicas sobre crecimiento económico y desarrollo, superación de la pobreza y gobernanza global. Para ALC, el “factor China” es –y será- sin dudas clave para entender el despegue económico latinoamericano y su inserción en la economía mundial. Estas tendencias han quedado aún más en evidencia durante el año 2014, cuando sendas visitas de presidentes latinoamericanos a China y la segunda gira regional del Presidente Xi Jinping, abrieron opciones para el rediseño de la futura agenda de vinculación, mediante aumentos en los flujos de comercio, compromiso inversor chino en sectores de mayor agregación de valor y financiamiento de proyectos de infraestructura crítica regional. De esta forma hacia el futuro, el patrón de complementariedad que impone el intercambio de materias primas regionales por bienes de alto valor agregado de origen chino y el predominio de inversiones del gigante asiático en sectores extractivos, puede ser moderado transformando a China en un “socio para el desarrollo” de América Latina y el Caribe.