Las sesiones de las instituciones chinas en el Gran Palacio del Pueblo en este marzo político han sido precedidas por la inauguración de una estatua de Confucio en la adyacente plaza de Tiananmen. Es un hecho histórico que permite reflexionar sobre el sabio como componente del poder blando del país en la escena internacional a partir de su condición interna. En los últimos años, a lo largo y ancho del país Confucio acumula una serie de homenajes y estatuas. Con su figura se revalorizan el perfeccionamiento individual, la pertenencia a la colectividad, la armonía social y el buen gobierno.