Un buen papa para China Xulio Ríos es asesor emérito del Observatorio de la Política China

In Análisis, Política exterior by Xulio Ríos

El recién fallecido papa Francisco ha mostrado en numerosas ocasiones su disposición a un diálogo constructivo con China, con quien el Vaticano no tiene relaciones diplomáticas desde 1952. Lo promovió insistentemente tanto en cuestiones bilaterales como a propósito del favorecimiento de la pacificación en algunos conflictos globales de amplia notoriedad como las guerras en Ucrania o Palestina, entre otros.

En su papado ha mantenido unas relaciones cordiales y en tendencia positiva. Buena prueba de ello es la renovación del acuerdo sobre el nombramiento de obispos que, con él, por primera vez, se renovó por cuatro años en lugar de dos, un proceso que se inició en 2018. En 2014, se convirtió en el primer papa en sobrevolar territorio de China continental.

Ha conducido con firmeza el diálogo con China, a pesar de las críticas internas por la situación de la libertad religiosa en el país (muy especialmente la del cardenal Joseph Zen, arzobispo emérito de Hong Kong). Un diálogo en positivo que era visto con recelo por parte de Taiwán, con quien mantiene relaciones diplomáticas formales, y que cuenta con un poderoso e influyente lobby en el Vaticano.

Francisco ha ido al encuentro de China con más énfasis que ningún otro papa. Su sueño era viajar a Beijing, un deseo manifestado en más de una ocasión. En reiteradas declaraciones mostró su admiración y respeto por China, cuestión que deslindaba de las reservas hacia su sistema de gobierno. Probablemente, le habría gustado haberse confirmado como el artífice de la normalización de los lazos entre Beijing y la Santa Sede, un objetivo que precisaría más tiempo del efectivamente disponible.