La elección de India como primera parada del primer viaje al extranjero de Li Keqiang como primer ministro de China, envía el claro mensaje de que el nuevo liderazgo de Beijing prioriza la mejora de los lazos con Nueva Delhi por encima de las disputas fronterizas y de otras clases.
La elección de India como primera parada del primer viaje al extranjero de Li Keqiang como primer ministro de China, envía el claro mensaje de que el nuevo liderazgo de Beijing prioriza la mejora de los lazos con Nueva Delhi por encima de las disputas fronterizas y de otras clases.
El razonamiento es simple: con China e India siendo los dos países más grandes en desarrollo del mundo, y los más poblados, representando el 40 por ciento de la población mundial, una relación agria y amarga no servirá a los intereses de ninguna de las partes.
Por este motivo, en las recientes conversaciones con el primer ministro indio, Manmohan Singh, tanto el presidente chino, Xi Jinping, como el premier Li reafirmaron el compromiso de China de conseguir unas relaciones bilaterales más fuertes, mientras se gestionan con efectividad los problemas fronterizos y otros asuntos espinosos.
A lo largo de los años, las relaciones bilaterales han superado una serie de pruebas, incluyendo las últimas disputas fronterizas. Pero la rápida vuelta a la calma, demuestra que ambas naciones están teniendo en cuenta la perspectiva general en vez de dejarse llevar por los incidentes puntuales.
Es obvio que ambas partes quieren menos hostilidades y confrontaciones en sus alrededores y, siendo su principal interés el desarrollo nacional, necesitan aprovechar las oportunidades estratégicas de crecimiento que se les presenten.
Desde la década de los 50, muchos en el mundo en desarrollo han considerado a China y a India los paladines de los derechos, y esta responsabilidad compartida les ha llevado a trabajar más estrechamente en asuntos como el cambio climático, la seguridad energética y alimentaria, y las preocupaciones sobre las finanzas globales.
Ahora, siendo las dos naciones actores clave con el incremento de la importancia en asuntos regionales y globales, es el mejor momento para que ambos junten sus esfuerzos para acabar con los problemas financieros, el terrorismo, y otros retos.
Aquellos en occidente que quieren ver las relaciones entre China e India a través del prisma de la disputas territoriales y la rivalidad entre potencias deben haber olvidado el hecho de que el problema fronterizo es en gran medida el legado del colonialismo occidental. En miles de años antes de eso, las dos civilizaciones rara vez registraron problemas territoriales.
Fueron sus experiencias similares con el anticolonialismo y los movimientos de independencia las que han llevado a China y a India a cooperar en la era moderna.
También es gracias al mismo espíritu de trabajo duro y autonomía que ambos países han conseguido auges económicos durante las últimas décadas, con India convirtiéndose en un centro estratégico de tecnología informática a nivel mundial, y China en la «fábrica del mundo».
Es más, debido a que ambas aspiran a conseguir un orden mundial más justo, las dos naciones han trabajado estrechamente y se han coordinado bajo varios marcos multilaterales, incluyendo BRICS, BASIC, y la ronda de conversaciones de Doha.
Sus lazos cada vez más robustos en comercio, inversión y intercambios entres sus pueblos han demostrado que sus intenciones de reforzar la cooperación bilateral no son solo palabras vacías.
Las dos naciones no pueden restablecer completamente la confianza mutua sin resolver la disputa fronteriza, un tema complejo que podría extenderse durante una temporada.
Sin embargo, el nivel de desconfianza podría reducirse de manera gradual con buena fe por parte de ambos en las intenciones estratégicas del otro. China se adhiere a los cinco principios de coexistencia pacífica de su política exterior, y nunca ha pretendido mejorar sus relaciones con otro país a costa de sus lazos con India.
Beijing también cree que India, una de las primeras defensoras del movimiento de países no alineados, seguirá su política sobre China sin dejarse llevar por manipulaciones de otros países.
La interacción entre China e India está consiguiendo prominencia mundial en un momento en el que muchos en el mundo miran a las dos economías emergentes líder en busca de indicios de confianza en el proceso de recuperación tras la crisis.
Esta atención llega con la responsabilidad para los dos gigantes vecinos de dejar a un lado sus diferencias y expandir su colaboración hacia la construcción de un nuevo tipo de relaciones entre potencias que beneficie tanto a las dos naciones como a la región y al mundo entero.
La relación entre China e India se trata más sobre el futuro que sobre el pasado. Es con esta mentalidad de mirar hacia el futuro que el nuevo liderazgo de China ha decidido tomar nuevas iniciativas para profundizar aún más los lazos bilaterales y la confianza mutua. La visita de Li a India será un paso crucial en esta dirección.