La plana mayor china se dio cita recientemente en una macro reunión destinada a analizar el estado de la política exterior del país. Fue el segundo encuentro de este tipo desde que Xi asumió el liderazgo en 2012 y se produjo en un contexto de exacerbación de las tensiones globales, tanto comerciales como en materia de seguridad con EEUU. No obstante, en su alocución a los asistentes, Xi no le mencionó por su nombre ni una sola vez.
No son infrecuentes estos eventos en la política china. Su antecesor, Hu Jintao, celebró también un encuentro de este tipo en 2006, si bien a una escala menor. Xi, no obstante, parece otorgarle una mayor dimensión en consonancia con la gravedad del momento y los retos que debe afrontar la política exterior china. De hecho contó con la participación de los principales líderes del Partido, el Estado y el ejército, incluido todo el Comité Permanente del Buró Político, los altos funcionarios de todos los departamentos estatales, altos funcionarios militares y la práctica totalidad de los embajadores chinos.
Con todo, la clave del encuentro radicó en el énfasis de Xi en el control absoluto del PCCh sobre la política exterior. Xi recordó que la diplomacia concentra la voluntad del Estado y es un proyecto sistemático y transversal en cuyo desarrollo el Partido debe asegurar su autoridad indiscutible cediendo a otros la coordinación e implementación de las acciones concretas.
El tono de la política exterior china a futuro, a juzgar por las palabras de Xi, no cederá un ápice en la defensa de los intereses ligados a su desarrollo, la soberanía y la seguridad del país, apostando por adoptar una posición más activa en la reclamación de reformas en el sistema de gobernanza global y en la construcción de una red más completa de asociaciones globales que le proporcionen una mayor influencia en ámbitos prioritarios.
Xi clamó una advertencia al enfatizar la importancia de no perderse en detalles ante una situación compleja y cambiante de la realidad internacional, efectuando diagnósticos certeros de la situación y perseverando en tirar provecho de los cambios profundos que el mundo experimenta actualmente para elevar el estatus y el papel de China en el escenario mundial.
Tras el XIX Congreso del PCCh, este encuentro instituyó la posición rectora del xiísmo en la diplomacia china, marcada por ese común afán de fortalecer el liderazgo central del PCCh sobre todos los ámbitos de gestión de las políticas públicas. En suma, una llamada al orden en toda regla para no desafinar en los previsibles tiempos revueltos que se avecinan.