Estados Unidos y Japón se equivocan al criticar la intención de China de establecer una Zona de Identificación de Defensa Aérea en el Mar de China Oriental.
Estados Unidos y Japón se equivocan al criticar la intención de China de establecer una Zona de Identificación de Defensa Aérea en el Mar de China Oriental.
Su lógica es simple: ellos pueden hacerlo, mientras que China no. Un viejo refrán chino es apto para describir esta situación: «Los magistrados tienen permiso para prender las casas en llamas, mientras que la gente común no puede ni encender una vela».
Es sabido que Estados Unidos fue uno de los primeros países en establecer una zona de defensa aérea en 1950, después de lo cual más de 20 países hicieron lo propio, lo cual Washington vio con buenos ojos.
No obstante, tan pronto como China mostró la intención de hacerlo, Washington expresó de inmediato varias «preocupaciones». El secretario de Estado estadounidense, John Kerry, mostró el sábado pasado su temor de que la zona pueda «constituir un intento de cambiar el status quo en el Mar de China Oriental», y un portavoz de la Casa Blanca calificó el lunes el anuncio realizado por China el pasado fin de semana de «innecesariamente inflamatorio».
El primer ministro japonés, Shinzo Abe, dijo durante una sesión parlamentaria que el establecimiento de la zona por parte de China era «un acto profundamente peligroso que podría acarrear consecuencias no deseadas». Tanto Tokio como Washington han indicado que no respetarán la demarcación china.
Japón estableció su propia zona en la década de los 60 y decidió unilateralmente que las islas Diaoyu estuvieran dentro de la demarcación de la misma. Pero cuando es China quien establece una zona que cubre las islas Diaoyu, Tokio aseveró de inmediato que era «inaceptable» y Abe llegó a calificar el gesto de China de «peligroso», lo cual es increíblemente absurdo e irrazonable.
En resumidas cuentas, tanto Tokio como Washington tienen un doble rasero.
La cuestión de las islas Diaoyu es, sin duda, el centro del problema del área de defensa aérea. Todos sabemos que la parte japonesa es responsable por el empeoramiento de la situación y por poner en riesgo la estabilidad de Asia Oriental en general, y que China se ve obligada a responder para salvaguardar su integridad territorial.
En sus comunicados, tanto Tokio como Washington han acusado a China de menoscabar la estabilidad de la región Asia-Pacífico al actuar de este modo, pero de hecho, son Japón y Estados Unidos quienes suponen una amenaza a la paz y la estabilidad en la región.
La asesora de seguridad nacional de Estados Unidos, Susan Rice, reiteró recientemente que Washington tiene previsto enviar el 60 por ciento de sus fuerzas navales a la región del Pacífico y que suministrará armas más avanzadas a sus fuerzas armadas en la región.
En cuanto a Japón, Abe ha adoptado una serie de acciones preocupantes, incluido el incremento del presupuesto militar del país por primera vez en 11 años, la celebración de más ejercicios militares que nunca antes y el anuncio público de su intención de revisar la constitución pacifista del país.
Las islas Diaoyu son una parte inherente del territorio chino y es natural que la Zona de Identificación de Defensa Aérea en el Mar de China Oriental cubra esa zona.
Por lo tanto, son Washington y Tokio quienes se niegan a llamar a las cosas por su nombre. Es hora de que dejen de actuar de este modo.