La defensa en la relación China-ALC Xulio Ríos es asesor emérito del Observatorio de la Política China

In Análisis, Seguridad y defensa by Xulio Ríos

Las fuerzas armadas chinas, muy especialmente tras el ascenso de Xi Jinping a la máxima jefatura del Partido, del Estado y del Ejército, viven inmersas en una fase de importante transformación y reforma, con notorios frentes abiertos -en especial, la lucha contra la corrupción- bajo el axioma principal de “prepararse para librar guerras y ganarlas” (1). La relevancia del ejército, no obstante, va más allá de los enfrentamientos bélicos y la defensa nacional pues participa activamente en la estabilización de las rutas comerciales, en la consolidación económica, en actividades de socorro y rescate en casos de emergencia y desastre, particularmente en las inundaciones y los terremotos, aspectos que concretan un argumento nuclear en el desempeño de sus relaciones internacionales, a cada paso más diversas e integrales.

La cooperación entre China y los países latinoamericanos se centra en la economía y el comercio. América Latina es rica en recursos y todos los grandes países están interesados en el mercado latinoamericano. China no es una excepción, ya que ve en América Latina un eslabón importante de su estrategia, una zona clave para el desarrollo de sus relaciones exteriores. Igualmente, para buena parte de los países latinoamericanos, China es un socio comercial de primer nivel (2). China invierte activamente en varios sectores de la industria latinoamericana, especialmente en minería. El desarrollo de lazos militares complementa una amplia estrategia, que incluye el desarrollo de lazos económicos, logísticos y de inversión con toda la región. Por tanto, China considera la cooperación militar un área importante para el desarrollo de las relaciones con sus socios estratégicos.

Durante los últimos lustros, EEUU ha prestado más atención a otras regiones del planeta, lo cual facilitó el aumento de la presencia e influencia de China en ALC. No obstante, en el contexto del juego de las grandes potencias, Washington es muy sensible a la presencia militar china en América Latina y presta especial atención a cada uno de sus movimientos en la región. Cuando la estrategia global de China implementaba la máxima de Deng Xiaoping de “disimular la fuerza y esperar el momento”, China se conducía con particular cautela a la hora de promover la cooperación en materia de defensa con los países latinoamericanos. Hoy, la realidad es otra y son apreciables avances más plausibles. Cuando Estados Unidos no solo no detiene sino que profundiza su guerra comercial y económica con China, la cooperación militar y técnica con los países latinoamericanos es una demostración más de lo imparable del potencial chino. Y si Estados Unidos aprieta a China en cada vez más ámbitos geopolíticos, China podría apretar a Estados Unidos afectando su impronta en una región, América Latina, que en gran medida sigue considerando su patio trasero. La estrategia china evidencia una hoja de ruta cada vez más clara para competir por espacios de poder y protagonismo internacionales con los EEUU.

China desarrolla la relación bilateral con aquellos países de la región con los que ha establecido vínculos diplomáticos (no todos ellos, por la subsistencia del problema de Taiwán) y, complementariamente, dispone de una plataforma multilateral,  el Foro de Defensa Sino-Latinoamericano, uno de los mecanismos emblemáticos para desarrollar los lazos militares de China con la región. Nació a partir del foro China-CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), constituido formalmente en 2014. Sus objetivos son los habituales en estas iniciativas: reforzar la unidad y la cooperación, hacer más por la paz y la estabilidad, fomentar la comunicación y la confianza, gestionar los riesgos y desafíos, etc.

Los países ALC ven cada vez más en China una alternativa equilibradora de la relación con EEUU. Esa consideración como “otra opción” permite a China mejorar gradualmente sus vínculos. Los militares de América Latina, más allá de disquisiciones ideológicas, ven los lazos con China como una alternativa que puede llegar a ser conveniente. La fortaleza económica general de China le permite crecer en influencia y autoridad en la región. En este sentido, los militares de América Latina identifican oportunidades adicionales para desarrollar contactos con socios chinos. Además, China, por lo general, se posiciona del lado de estos países en conflictos y demandas donde EEUU y otras potencias les han dado la espalda. Un caso paradigmático es el de las Islas Malvinas.

Los contenidos de una relación ascendente

Los elementos que dan contenido a la relación militar sino-latinoamericana podemos sintetizarlos en cuatro principales:

  1. Las declaraciones que socavan la preeminencia estratégica de Washington.
  2. La cooperación en áreas estratégicas.
  3. Los intercambios militares, y
  4. La venta de equipamiento militar y armamento.

Pueden mencionarse también ciertos asuntos puntuales, como el interés chino en la administración de las instalaciones portuarias del Canal de Panamá con la mirada puesta en el tráfico marítimo bioceánico y el despliegue de fuerzas de paz en Haití, que forman parte de una estrategia mayor. (3)

Con respecto a aquellos pronunciamientos que afectan la preeminencia estratégico-narrativa de Washington, los indicios pueden advertirse en los resultados de las visitas de autoridades militares a aquellos países como Venezuela, Cuba o Bolivia, también Brasil, entre otros, en las que se constata la similitud de posiciones en cuanto a la defensa de la alianza estratégica, la visión de ciertos conflictos de alcance global o la exaltación de la prevalencia de los intereses nacionales frente a lo que califican de “hegemonismo estadounidense”.

En cuanto a la cooperación en áreas estratégicas, básicamente se centra en transferencia de tecnología e inteligencia. En el primer aspecto destacan los proyectos acordados  con Argentina (en materia satelital y energía nuclear) y con Brasil (satélites y construcción naval).  También con Venezuela cabría señalar la adquisición de equipos de radares y comunicación satelital chinos.

En la inteligencia, se ha especulado con el eventual empleo por parte de la República Popular de las estaciones de escucha en Lourdes y Bejucal (Cuba) que fueron construidas por la desaparecida Unión Soviética. La Habana lo ha negado taxativamente. A China, por otra parte, le puede interesar seguir de cerca el proceder de la diplomacia taiwanesa en la región, aunque su posición es bastante fuerte y es improbable que registre pasos atrás en la dinámica de reconocimientos. La contrapartida que puede interesar a la parte latinoamericana es la relativa a la implantación de mafias chinas que tienen proyección en el subcontinente.

En materia de intercambios militares, las visitas de alto nivel son una práctica reconocida que tras las interrupciones de la pandemia de Covid-19 recobrarán su brío anterior. En los últimos años, habían mejorado mucho. Además de estos intercambios, cabe mencionar la asistencia a cursos de formación que brinda el EPL en Beijing (a veces de varios meses de duración) y seminarios que incluyen visitas a unidades y escuelas militares. En estos eventos se divulga la visión china del sistema internacional al tiempo que se aboga por el establecimiento de un orden internacional multipolar.

Cierta relevancia revisten también las visitas a puertos chinos de unidades navales latinoamericanas o viceversa. Flotas de la Armada del EPL han visitado diferentes países de la región. Igualmente, el buque hospital Arca de la Paz de la Armada del EPL, que proporciona servicios médicos en los países que tiene como destino, impulsa iniciativas como la «Misión Armonía», que contribuyen a mejorar su imagen.

Concluye el listado de elementos que dan contenido a la vinculación militar la venta de equipamiento militar y armamento. Es aquí donde EEUU podría sentir más la afectación material de la implicación china en la región, rebajando la entidad de su monopolio y condicionando así a futuro su primacía hemisférica. Sin embargo, aunque China suministra armas a una gran variedad de Estados latinoamericanos (desde Brasil a Uruguay pasando por Colombia o Venezuela, entre otros), está bien lejos de ser un problema. Lo que más vende China es equipamiento y no tanto  armamento.

Si tomamos los contenidos de los cuatro elementos principales que brindan sustento a la cooperación militar entre China y América Latina, se podrá inferir que los mismos no presentan en sí particular relevancia, dado que la venta de equipamiento o armamento no constituyen por el momento el principal rubro de la vinculación.

En síntesis, estos cuatro elementos son entonces primordialmente funcionales a una política exterior dirigida a forjar relaciones cooperativas con actores que –aunque sólo ostenten peso medio o tengan poca incidencia en el sistema internacional- contribuyen al fin establecido por Beijing de trascender paulatinamente el statu quo para acomodar la nueva realidad del puzzle global. Siendo ello cierto, no es de recibo la exageración, probablemente interesada, en algunos medios estadounidenses mostrando una preocupación extrema que no se corresponde con la realidad de los hechos.

Salto en ciernes

El buen tono de la relación de China con algunos países de la región advierte de un salto cualitativo en ciernes. Es el caso, por ejemplo, de Brasil, un socio no menor, que aspira a estructurar una colaboración con China que va más allá de lo estrictamente bilateral como hemos podido comprobar a la vista de la posición común defendida en crisis como Ucrania o Gaza. Brasilia y Beijing tienen en su agenda profundizar la cooperación en el mantenimiento de la paz internacional, ejercicios y entrenamiento conjuntos, coordinación multilateral, cultura militar y otras áreas. (4)

Sea como fuere, en el impulso que puede aguardar a las relaciones China-LAC con el enfoque primado por la diplomacia de Beijing de construir una comunidad de futuro compartido con la Iniciativa para la Seguridad Global como unos de sus ejes destacados, la cooperación en defensa solo puede seguir ampliándose.

Citas:

(1) Xi Jinping, La Gobernanza y Administración de China, Tomo III, Ediciones en Lenguas Extranjeras, 2021, Beijing.

(2) Una visión general (2019) en: https://www.fundacioncarolina.es/catalogo/el-estado-de-las-relaciones-china-america-latina/

(3) Aunque Haití aún no ha establecido relaciones diplomáticas con China, el país asiático votó recientemente a favor de la resolución 2743, que amplía el mandato de la Oficina Integrada de las Naciones Unidas en Haití, en la cual participa. Haití constituyó la primera contribución de la República Popular a una iniciativa de paz de la ONU en el Hemisferio Occidental.

(4) Xinhua, 25 de julio de 2024.

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