Soberanía china sobre Mar Meridional de China no admite negación, según Diario del Pueblo

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BEIJING, 16 dic (Xinhua) -- El Diario del Pueblo, el periódico insignia del Partido Comunista de China (PCCh), publicó el martes su segundo comentario sobre la farsa del arbitraje de Filipinas sobre el mar Meridional de China. La traducción del texto completo es la que sigue:


BEIJING, 16 dic (Xinhua) — El Diario del Pueblo, el periódico insignia del Partido Comunista de China (PCCh), publicó el martes su segundo comentario sobre la farsa del arbitraje de Filipinas sobre el mar Meridional de China. La traducción del texto completo es la que sigue:

La audiencia sobre el fondo del caso de arbitraje sobre el mar Meridional de China revela las verdaderas intenciones de Filipinas. La verdad sobre el «Traje nuevo del emperador» aparece. Durante la audiencia, Filipinas armó un gran escándalo respecto a la soberanía de China sobre las islas del mar Meridional de China e hizo todo lo posible por negar la soberanía territorial de China. Eso muestra que la disputa del mar Meridional de China entre China y Filipinas es, en esencia, una disputa sobre territorio. El único motivo y objetivo de la iniciación del arbitraje es negar la soberanía de China sobre las islas del mar Meridional de China. Pero no importa cómo continúe esta farsa del «arbitraje», la soberanía de China sobre las islas del mar Meridional de China no admite negación.

Haciendo caso omiso de los hechos históricos básicos, Filipinas afirma falsamente que el pueblo chino históricamente ha llevado a cabo pocas actividades y ha tenido poca presencia en el mar Meridional de China y que China nunca ha tenido la soberanía sobre las islas del mar Meridional de China. Sin embargo, la historia no se puede negar. Las islas del mar Meridional de China han sido parte del territorio chino desde tiempos antiguos. Los sucesivos gobiernos chinos han ejercido continua jurisdicción sobre estas islas mediante control administrativo, patrulla militar, operaciones de producción y negocios y auxilio en caso de desastres marítimos, entre otros aspectos. En la guerra de agresión japonesa contra China, Japón ocupó las islas Xisha y Nansha. China, después de su victoria en la guerra, mandó buques de guerra para recuperar las islas Xisha y Nansha, y guarneció sus tropas y construyó varias instalaciones militares y civiles en estas islas, con lo que reanudó el ejercicio de la soberanía sobre las islas del mar Meridional de China «de jure y de facto».

Sin apreciar el sufrimiento incalculable y la devastación infligida por la agresión militarista japonesa durante la II Guerra Mundial, Filipinas afirmó inesperadamente que la conferencia de El Cairo y la conferencia de Postdam no son legalmente vinculantes. En realidad, los dos documentos son importantes instrumentos legales internacionales publicados durante la II Guerra Mundial y forman la base del orden internacional de postguerra en Asia Oriental. Se estipula claramente en los dos documentos que Japón devolverá el territorio chino que robó a China. En el documento sobre la normalización de sus lazos diplomáticos con China, Japón también asumió un compromiso explícito de cumplir con las disposiciones pertinentes de la conferencia de Postdam. Fuera de su cálculo petulante de expansión territorial, algunos miembros de las autoridades filipinas han hecho la vista gorda con los hechos históricos y han llegado incluso a buscar intereses egoístas a costa de los sentimientos del pueblo filipino y los frutos de la Guerra Antifascista Mundial. Eso solo muestra la falta de visión de estos políticos filipinos, que no obtienen resultados en absoluto, ni siquiera en la búsqueda de intereses insignificantes.

Filipinas afirma erróneamente que las islas Nansha han sido «terra nullius» (expresión que significa tierra de nadie) desde el fin de la II Guerra Mundial y argumenta que el tratado de paz de San Francisco firmado en 1951 solo pide a Japón renunciar a sus derechos y reclamaciones sobre estas islas, sin clarificar que deben devolverse a China. En primer lugar, China no reconoce el tratado de paz de San Francisco. En segundo lugar, China gozó todo el tiempo de soberanía sobre las islas del mar Meridional de China; recuperó la jurisdicción sobre las islas Nansha tras la II Guerra Mundial a través de una serie de acciones, o dicho de otra manera, las islas Nansha fueron devueltas a su propietario original. En este sentido, las islas Nansha siempre han sido territorio de China. ¿Cómo pueden convertirse en «terra nullius»? La invención de la excusa de la «terra nullius» pone en evidencia el expansionismo territorial y la codicia insaciable de Filipinas.

En esencia, la disputa en el mar Meridional de China entre China y Filipinas es una disputa territorial entre dos países causada por la ocupación ilegal por parte de Filipinas de algunas islas y arrecifes de las islas Nansha de China tras la década de los 70. China y Filipinas han alcanzado en muchas ocasiones un consenso sobre la resolución de esta importante disputa a través de negociaciones y consultas. Para dar un impulso hacia adelante al arbitraje, Filipinas rompió sus promesas y disfrazó la disputa como si fuese una sobre la llamada «interpretación y aplicación de la CDM (Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar)». Una vez que se retire el disfraz, sin embargo, el pueblo verá claramente la esencia y la causa fundamental de la disputa. ¿Qué tiene que ver la disputa entre China y Filipinas sobre las islas Nansha y los arrecifes con la interpretación y aplicación de la CDM? El inicio unilateral del arbitraje es una absoluta provocación bajo el manto de la ley. El motivo oculto de Filipinas es arrebatar territorio de China a través de una farsa como esta.

Sin embargo, la determinación del pueblo de China de salvaguardar su integridad territorial es tan firme como una roca. Solo el pueblo chino tiene la última palabra en lo que se refiere al territorio de China. Cualquier intento de negar la soberanía, los derechos y los intereses de China a través de un así llamado «laudo arbitral» no será nada más que una ilusión, al igual que unas flores en el espejo o el reflejo de la luna en el agua. No cumpliendo con su propia palabra y confundiendo los conceptos con el propósito de la expansión territorial, Filipinas solo terminará por provocar desgracia para sí misma.