La tercera sesión plenaria del Comité Central del PCCh ha llegado a su fin. Del comunicado final se desprenden algunas conclusiones destacadas.
En primer lugar, define el periodo crucial que atraviesa China en su proceso de desarrollo. Es un momento crítico pues de no hallar buenas soluciones para resolver los problemas de la agenda, será dificil alcanzar el objetivo de la revitalización nacional tal como ha sido planteado por el liderazgo. Existe, por tanto, plena conciencia de los retos, hay una diagnosis cabal que los identifica y un señalamiento claro de donde es preciso actuar sin dilación para resolver los dilemas estructurales de la reforma. Siguiendo el diagnóstico, hallaremos la trayectoria que seguirá la profundización de la reforma en los próximos años.
El comunicado final sugiere un croquis para la reforma integral y un trazado de su perímetro. Hay aspectos que son destacables: desde el ensanchamiento del mercado a la apuesta por la innovación como talismán, la intensificación de lo social y las reformas estructurales en los más diversos campos. Todo ello es indicativo de lo relevante de las medidas que nos aguardan, de diverso grosor, que se verán complementadas con una actualización del marco institucional para que la mejora sistémica de la gobernanza se instituya como un mecanismo impulsor y no trabe las innovaciones.
El cambio en el sistema económico es el eje de esta profundización integral. Esta es una clave decisiva. La configuración de un mercado mejor gobernado con menos restricciones y mayor eficiencia en la asignación de recursos constituye todo un reto práctico pero también teórico para conciliar dicho proceso con el signo ideológico de la orientación política bien presente al señalar la consolidación y desarrollo de la economía de propiedad pública como activo irrenunciable. No hay experiencias en las que China se pueda basar y deberá proseguir en su empeño “cruzando el río sintiendo cada piedra bajo los pies”.
Las reformas en profundidad se señalan como la fuerza motriz para avanzar por la senda del crecimiento en esta etapa. Esto exigirá habilitar un entorno empresarial más orientado al mercado, capaz de potenciar el dinamismo innovador y puliendo las aristas que lo dificultan.
En el próximo XV plan quinquenal, cuyos contenidos avanzan en la preparación, deben ultimarse detalles de alcance para seguir dando pasos en la dirección acordada en este tercer pleno.
En segundo lugar, cabe destacar también la persistencia en el enfoque de la modernización sobre bases específicamente chinas, es decir, con una reafirmación de los principios, orientaciones y equilibrios que tienen en cuenta la naturaleza peculiar de su proceso, siempre bajo el liderazgo del PCCh, a cuya militancia se le requiere el mayor tesón y confianza.
En tercer lugar, un énfasis en el carácter clave del impulso a seguir, apostando a trascender las barreras ideológicas e institucionales sin por ello afectar a la estabilidad. La sensación de continuidad debe complementarse con la determinación del empuje reformista.
La hoja de ruta así trazada se sustenta en una caracterización de la contradicción principal en esta fase, la existente entre la demanda social y un desarrollo desequilibrado e inadecuado. Se requieren grandes reformas en numerosos ámbitos para que el bienestar de las personas acompañe el crecimiento de la riqueza e impere acercándolo al mayor número posible de hogares. La mejora del nivel de vida de la población y del estándar de vida en términos de vivienda y de educación, por ejemplo, son factores de estímulo de un desarrollo inclusivo y ofrece un nuevo vector de impulso de la economía.
En suma, lo que se viene es una etapa de más reforma, integral y profunda, y más reafirmación de las metas y objetivos con ese primer horizonte de 2035. No serán reformas nada fáciles pero la transformación es, sin duda, posible. Nadie hubiera imaginado hace poco, por ejemplo, que China podría superar a Japón, como hizo en 2023, como el mayor exportador de automóviles del mundo, o la posición alcanzada en la transición energética a nivel global que depende hoy día de los paneles solares, las turbinas eólicas o las baterías producidas en China.
Una nueva dirección
Este plan para el futuro inmediato del país pretende arbitrar una nueva dirección para China basada en el desarrollo de alta calidad, afirmándola como una gran potencia industrial y tecnológica de nivel mundial.
Espera una tarea ingente que exigirá atender al trazo grueso pero, sobre todo, una gestión al detalle, hilando muy fino en las medidas a adoptar.
Todo ello exigirá de las autoridades una concentración máxima en la gestión de los desafíos internos aunque tampoco podrán desentenderse de una situación internacional compleja. Esta China no puede adoptar una estrategia de “China Primero” y, por el contrario, necesita tender puentes con otras potencias y países para gestionar los desafios comunes. El reto climático, los conflictos regionales o incluso el freno de las tendencias proteccionistas dibujan escenarios que se deben afrontar como China hace a nivel interno. Y de igual forma que internamente debemos evitar quedar atrapados en las demarcaciones ideológicas tradicionales, en lo exterior importa explorar la superación de los límites al uso. Es hora, para todos, de pensar en las soluciones.
(Para Rebelión)