Beidahe 2012

In Análisis, Sistema político by PSTBS12378sxedeOPCH

Beidahe es una estación balnearia china ubicada en el mar de Bohai que recibe cada verano más de dos millones de visitantes. Aquí se vacían, sobre todo, las ciudades de Beijing y Tianjin, en busca de un clima agradable y oportunidades para disfrutar de una de las playas más hermosas de toda China, de unos diez km de largo, toda una excepción en su inmensa costa que no dispone de buenos arenales.

El Beidahe turístico fue un invento de un ingeniero inglés, quien descubrió a finales del siglo XIX las bondades de este lugar, rápidamente apreciadas por diplomáticos, grandes empresarios y mandarines de la dinastía Qing, convirtiéndose en los años treinta en una especie de Donosti de la corte china, con sus teatros, campos de golf, hoteles, etc.

Después de la Revolución, la nomenklatura tomó posesión del lugar, haciendo construir numerosos balnearios donde pasaban vacaciones los trabajadores modelo y donde, cada verano, los más altos dirigentes del país se encontraban para hacer balance y encarar el invierno. Las tormentas y los tiburones que acechaban la costa generaban el marco “ideal” para perfilar el horizonte político inmediato.

Pocos restos quedan de aquel en otro tiempo humilde pueblo de pescadores, donde se pudieron apreciar siempre las excelentes setas que en sopa tanto le gustaban a la vidriosa mujer de Mao, Jiang Qing, habitual enemiga de la playa para evitar, dicen las malas lenguas, que se le vieran los seis dedos de su pie derecho que tanto la acomplejaban. De aquellos tiempos queda una línea especial de tren que une Beidahe con la capital, con su ida y vuelta de documentos confidenciales y personal de servicio de Zhonanghai, enclave gubernamental de Beijing. Mao disponía del Edificio número 8, mandado construir por el general Yang Shangkun en los años cincuenta; otros tuvieron que “conformarse” con las antiguas mansiones expropiadas. En el verano de 1954 escribió aquí un poema que lleva por título el nombre del lugar: “… blancas las olas llegan hasta el cielo”, decía inspirado.

Año tras año, todos los dirigentes chinos tomaban en verano el camino de Beidahe, signo de relevancia política y objeto preciado para sinólogos habituados a leer entre renglones en la particular mística política china. Fue en Beidahe donde Mao meditó su dimisión como presidente de la República, que llevaría a cabo en 1959. De aquí salió el Gran Timonel para reunirse con Jruschov, de visita secreta en China, madurando a su regreso la ruptura con los soviéticos, doblemente impulsada con el llamado Gran Salto Adelante y los bombardeos de las islas de Qemoy y Matsu, próximas a Taiwán y controladas por el derrotado Kuomintang. En Beidahe, Mao dio el primer aplauso público a las comunas populares y a los hornos domésticos que duplicarían la producción de acero en un año, aunque de bien poco valdría tanto esfuerzo.
En 1962 aquí maduró también toda la artillería necesaria para propiciar la Revolución Cultural, con su reflexión sobre las clases sociales, la situación y la contradicción, que compartió con algunos dirigentes de primer rango, obsequiados con su estancia en Beidahe. Algunas de sus mansiones serían mudos testigos del golpe y contragolpe de Lin Biao en 1971, nunca del todo aclarados.




Beidahe, pues, todo un símbolo, una referencia obligada durante más de cincuenta años de política china, que Hu Jintao había conseguido cancelar el verano de 2003, poniendo fin al cónclave chino por excelencia, el más elitista y con un pasado ligado a tantos momentos trascendentales de la China contemporánea.

El fin de los cónclaves de verano en Beidahe fue interpretado entonces como un gesto que simbolizaba el apego de Hu Jintao a otros modos de actuar más innovadores y a un mandato que se pretendía más cercano a una ciudadanía siempre descontenta con los privilegios de la clase dirigente.

Ocho años después, no obstante, Hu ha debido regresar a Beidahe. La complejidad de la situación política en China de cara al decisivo cónclave de otoño –probablemente en la segunda semana de octubre- aconsejaba un “retiro” de la flor y nata de la dirección china para pactar tanto la solución al caso Bo Xilai como los nombres del Buró Político y Comité Permanente que saldrán del XVIII Congreso del PCCh.

¿Se habrá alcanzado el consenso en Beidahe? Probablemente, si. Y en ambos temas. La sentencia a Gu Kailai se conocerá el lunes 20 de agosto y a lo largo de la próxima semana podría oficializarse la convocatoria del congreso, con un Bo Xilai totalmente fuera de cartel.

El signo de la pugna entre las diferentes familias será más difícil de cuadrar. Los rumores que apuntan a una reducción del número de integrantes del CPBP a siete son cada vez más insistentes. Además de Xi Jinping y Li Keqiang, se dan por seguros Wang Qishan o Wang Yang. Los tres puestos restantes ofrecen numerosos candidatos posibles: Li Yuanchao, Liu Yunshan, Zhang Dejiang, Zhang Gaoli, Liu Yandong, Yu Zhengsheng… Caso de ser nueve, también podría citarse a Meng Jianzu o incluso Hu Chunhua. Todos ellos superando ya los sesenta años, con lo que no tendrían posibilidad de repetir mandato –salvo quizás Li Yuanchao-. Darán mucho que hablar en los próximos meses a propósito de sus ascendentes familiares y afinidades clánicas, así como posicionamientos políticos, reales o hipotéticos. Familiaricémonos con sus nombres.

En China ya se acabó el verano, no solo siguiendo el calendario lunar….