Un arduo análisis del devenir histórico y actual del “Dragón Rojo”, nos lleva a afirmar que la categorización que ostenta la República Popular China (RPCH) de gran fuerza dirigente de la economía mundial contemporánea, tiene su punto de partida en las reformas estructurales impulsadas por Deng Xiaoping a principios de la década de los años ochenta. En este sentido, el estudio de la era reformista nos permite observar la implementación de políticas de corte capitalista en un país que históricamente ha adoptado la vía del socialismo, y que lo ha construido bajo el liderazgo de un partido comunista. Por consiguiente, hemos sostenido la tesis de que el modelo económico que se erige en China a partir de las reformas, resulta ser un modelo híbrido, de corte capitalista y con rasgos burocráticos; siendo producto de un proceso de restauración del capitalismo, el cual paradójicamente ha encontrado su asidero en las propias entrañas del socialismo chino. De allí pues, que se pongan de manifiesto las múltiples contradicciones que caracterizan al modelo político – económico de la China del siglo XXI.