En momentos de crisis económica internacional China disfruta de extraordinaria flexibilidad de maniobra y diversidad de opciones. Ello contrasta con el sin fin de callejones sin salida, tanto económicos como institucionales, que caracteriza a Estados Unidos y a la Euro zona. Esta posición privilegiada de China se sustenta en lo político y en lo económico. En lo primero pues su régimen político está en capacidad de mover el timón económico con mucha facilidad. Esto deriva de la esencia de un sistema en el cual la legitimidad política se basa en los resultados y no en los votos. En tanto la satisfacción general de la población sea alta, como allí ocurre, habrá poca resistencia por parte de la población hacia las políticas gubernamentales.
La capacidad para instrumentar y revertir políticas de la que disfruta Pekín, como resultado de lo anterior, resulta proverbial. El paquete de estímulo económico de quinientos millardos de dólares, puesto en práctica apenas seis semanas después de la quiebra de Lehman Brothers, resultó tan impresionante como las medidas de estira y encoje monetario que sucedieron a aquel. En base a esto último se jalaron las riendas del estímulo con miras a contener la inflación y luego se las relajó para estimular los préstamos. El resultado de todo ello permitió que primero se evitara la contracción económica, luego se controlará la inflación y finalmente se esté promoviendo el crecimiento. Nadie más dispone de una flexibilidad similar.
Pero junto a la facilidad para mover el timón está la multiplicidad de lugares hacia dónde dirigir el barco. Ninguna otra nación dispone de tantas opciones económicas. En primer lugar China puede moverse dentro de un radio de acción que abarca desde el sector de la mano de obra intensiva hasta el de la de alta tecnología. En segundo lugar dispone de varios escenarios paralelos que puede privilegiar a su antojo: exportaciones, consumo doméstico, crecimiento urbano y desarrollo de infraestructuras. En tercer lugar su arsenal de medidas económicas disponibles se encuentra repleto. Mientras en Estados Unidos o la Euro zona los intereses están en cero y no pueden ser ya reducidos como mecanismo de estímulo, en China se encuentran en 6%. Los estímulos fiscales, un lujo fuera de alcance para las economías desarrolladas, se encuentran plenamente a su disposición. Sus bancos, a diferencia de los europeos, se hallan repletos de dinero disponibles para el crédito. Sus reservas internacionales, situadas en 3,29 billones (millón de millones) de dólares, le permiten hacer frente con holgura a cualquier caída de sus exportaciones.
En cuarto lugar el monto de su deuda pública (tanto central como local) es perfectamente manejable y no se convierte en una limitante para las políticas de estímulo. Siendo ésta del 34 % de su PIB se encuentra a buena distancia del 220% de Japón, el 94% de Estados Unidos, el 83.96% de Alemania o el 82.32% de Francia. Más aún dado que 80% de esa deuda ha sido canalizada hacia el desarrollo de infraestructuras, ésta comenzará a generar beneficios económicos en los años venideros.
No en balde, en medio de la turbulencia económica, el mundo mira a China como última esperanza.