China y la democracia liberal Antonio José Pagán Sánchez es Graduado en Historia y Máster en Estudios Chinos (UPF)

In Análisis, Sistema político by PSTBS12378sxedeOPCH

En el libro de Francis Fukuyama El fin de la Historia y el último hombre (1992) se trazaba un horizonte en el que la democracia liberal, sistema que “tiene muchas ventajas respecto a sus principales rivales en el siglo XX, el fascismo y el comunismo”[1], acabaría venciendo e imponiéndose inexorablemente en el resto del mundo. La URSS había desaparecido, y con ella la lucha entre ideologías, quedando tan sólo una gran vencedora: la ya mencionada democracia liberal. Y ciertamente, también Asia Oriental parecía confirmar esta dinámica cuasi profética: Japón celebró elecciones generales libres en 1946 bajo tutela estadounidense, del mismo modo que Corea del Sur y Taiwán celebraron elecciones presidenciales libres en 1987 y 1996 respectivamente. Parecía claro, por tanto, que aquellos valores asiáticos que durante los años 90 habían sido defendidos por determinados políticos como Lee Kuan Yew (Singapur), Mahatir Mohamad (Malasia), Shintaro Ishihara (Japón) o Kishore Mahbubani (Singapur)[2], para justificar ciertas actitudes autoritarias que contrastaban con Occidente, estaban también destinados a ser borrados por el avance inevitable de la historia.

Sin embargo, el paso del tiempo no ha acabado confirmando la idea de una democracia liberal que se extiende imparable a lo largo del mundo. Tanto es así que el país más poblado del mundo a día de hoy, China,  continúa regido bajo un sistema político socialista. Pero, ¿cómo puede ser que dicho sistema se mantenga si, teniendo en cuenta el argumentario anterior, esto no debería estar sucediendo? Y por otro lado, ¿cuáles son las perspectivas de que en un futuro la situación cambie, y finalmente China adopte la democracia? El presente trabajo intentará responderlo, prestando para ello también una especial atención a otros países asiáticos como Japón, Taiwán y Corea del Sur, y a la propia idiosincrasia ideológica del sistema chino. Ello nos permitirá comprender cómo es posible que en el año 2016 un partido comunista, el chino, gobierne a 1.350 millones de personas… y si ese liderazgo tiene los días contados.

China sería, efectivamente, un país que hasta día de hoy se ha resistido a transitar por la senda de la democracia liberal. Pero independientemente de ello, bien es cierto que hay un determinado número de factores que nos podrían estar indicando que, en un futuro, lo podría acabar haciendo. Lo más evidente, por supuesto, es comparar el caso chino con el de sus vecinos mencionados anteriormente: Japón, Corea del Sur y Taiwán. Si todos ellos, a pesar de provenir de contextos políticos autoritarios, dictatoriales, o de incluso emperadores vistos como entes divinos en la cúspide del poder (caso japonés), acabaron convirtiéndose en democracias, ¿por qué no lo iba a hacer China? Máxime si relacionamos estas transiciones políticas con algo tan cuantificable como es el PIB per cápita: en el momento de la transición a la democracia de Corea del Sur, su PIB per cápita en PPA (paridad de poder adquisitivo) era de 11.146 dólares, 12.760 en el caso de Taiwán. Unos indicadores lo suficientemente válidos como para llevarnos a pensar que el desarrollo económico y la economía de mercado acaban trayendo consigo la democracia. Pero no es menos cierto que otros casos, como el de Singapur y Hong Kong, no han acabado confirmando esta idea, por lo que, al menos de momento, deberíamos limitarnos a afirmar que “el desarrollo económico y la economía de mercado a veces conducen a la democracia y a veces no”[3].

Tanto es así que, según el Banco Mundial, a la altura de 2014 el PIB (PPA) per cápita de China era ya de 7.590$[4], cifra relativamente próxima a las previamente mencionadas de Corea del Sur y Taiwán… y sin embargo resulta prácticamente descartable que China en el corto o medio plazo vaya a adoptar la democracia liberal.  Al fin y al cabo, es evidente que la adopción de la democracia en la región que estamos tratando ha ido a menudo de la mano del desarrollo económico, pero no es menos cierto que ha habido otro factor incluso más importante, como es la presencia de EEUU. Una presencia que fue especialmente manifiesta en el caso japonés, cuando MacArthur obligó al país a democratizarse: una fuerza de ocupación extranjera, por medio de un proceso de “ingeniería social”, se disponía no sólo a crear un sistema político democrático, sino también una sociedad y cultura democráticas que apoyaran y sostuvieran tal sistema[5]. Pero en contraste con la capacidad de influencia que EEUU ha tenido sobre la política tanto de Japón como de Corea del Sur y Taiwán, el caso de la República Popular de China es bien distinto, ya que dicho país norteamericano nunca ha tenido -ni se espera que lo tenga- semejante nivel de influencia. Por tanto, la comparativa de China con sus vecinos desde un punto de vista económico para intentar obtener conclusiones sobre el futuro de la democracia en este país asiático es una tarea académicamente interesante, pero sobre la que hay que trabajar con cierta cautela.

Frente a ello se podría argumentar, ciertamente, que los valores que rodean a la democracia liberal son (en teoría) intrínsecamente superiores a los del sistema político chino. Pero no hay que olvidar que el Partido Comunista de China también tiene muy presentes determinadas transiciones recientes a la democracia liberal que han acabado provocando resultados catastróficos, siendo el ejemplo más representativo el de la antigua Unión Soviética: con un liberal Boris Yeltsin intentando romper cuanto antes con el sistema anterior (incluyendo un poder político fuerte), con la intención de hacer la situación irreversible se aplicó una dura terapia de choque en la economía que supuso una brusca liberalización de precios y privatizaciones. En 1992 el PIB se hundió un 14,5%[6], y en apenas dos años se privatizó el 50% del sector público. Es más, la nueva clase capitalista, en lugar de crear riqueza sacó su dinero del país, dejándolo descapitalizado: sólo permaneció en Rusia un 20% del capital resultante de las privatizaciones. No es de extrañar que la esperanza de vida cayera de 65 a 59 años entre 1989 y 1995, y que en 1996 los fallecimientos superaran en un 60% a los nacimientos[7]. Frente a ello, en China la propiedad pública todavía sigue teniendo una gran importancia, tanto que “en China no mandan los mercados”[8]. La democracia liberal no fue la panacea para la antigua Unión Soviética (máxime teniendo en cuenta que aún perviven en cierta medida las antiguas prácticas autoritarias adaptadas a las nuevas realidades[9]), lo cual lógicamente no incentiva a los líderes chinos a adoptarla.

Así, llegados hasta aquí, podríamos afirmar que la (desastrosa) experiencia soviética no ayuda en modo alguno a la causa de la democracia liberal en China, y del mismo modo, que el hecho de que la hayan adoptado Japón, Corea del Sur o Taiwán tampoco nos permite asegurar que también China lo vaya a hacer en un futuro, en tanto la presencia e influencia estadounidense fue determinante para ello. Es más, la comparativa con el caso japonés sería paradigmática en tanto serían dos casos totalmente opuestos: mientras que en Japón la democracia liberal fue impuesta a la sociedad por una potencia extranjera -EEUU-, en China la democracia debería venir de la mano de esa misma sociedad, que abogaría por tener una mayor participación política.

En este sentido, la pregunta es evidente: ¿habrá un día en que la sociedad china exija mayoritariamente tener una mayor participación política? Esto supondría no pocos problemas para un sistema político decidido a mantener la “armonía” y el orden, máxime si tenemos en cuenta que “la República Popular China sólo ha sido gobernada eficazmente cuando las relaciones dentro de la élite y las relaciones entre la élite y la sociedad no estaban dominadas por el conflicto”[10]. Sin embargo, el PCCh ha conseguido otorgar a la población mayores cuotas de participación sin por ello cuestionar el sistema político vigente, como es por ejemplo la introducción progresiva en los distritos urbanos de votaciones para escoger a los diputados del Congreso Popular del distrito[11]. Y si bien es evidente que una función importante de estas consultas electorales es legitimar el propio sistema político, dicha legitimación va mucho más allá: entre 1981 y 2006 salieron de la pobreza 650 millones de chinos (el 80% de la población mundial que lo hizo), el PCCh ha puesto fin al desmembramiento de China, bajo su liderazgo el país se ha convertido en segunda potencia mundial y, a la altura de 2013, la satisfacción de los ciudadanos chinos con la dirección política del país era de un 85% (31% Japón, 26% EEUU) y había un alto optimismo sobre el futuro (82% de los ciudadanos chinos eran optimistas, frente al 33% de EEUU y al 15% de Japón)[12].

Si prestamos atención a estos datos, parece prácticamente seguro que al menos a corto o medio plazo no habrá cambio de régimen político en China. Pero no podemos excluir la posibilidad de que ante el florecimiento de una sociedad cada vez más compleja, dinámica e interrelacionada con el exterior, finalmente las clases urbanas acaben defendiendo sin ambigüedades la adopción de una democracia liberal. Como decía la reveladora frase del empresario chino Wan Runnan, “Tiananmen ha sido posible porque China ya tiene una nueva clase social, y ha fracasado porque esta clase todavía es demasiado débil”[13]. A diferencia de Japón, la democracia liberal no llegará (en caso de hacerlo) de la mano de EEUU, sino de las demandas políticas de una sociedad cada vez más compleja. Y en este sentido la sociedad china, al calor de los cambios originados a partir de la política de reforma y apertura, es cada vez más contestataria. Por ejemplo, en 2015 hubo 2.774 huelgas y manifestaciones de trabajadores, frente a las 1.379 del año anterior[14].

Frente a ello, es cierto que el gobierno chino recurre en ocasiones al nacionalismo para aglutinar a la sociedad en torno a una voluntad común, como sucede por ejemplo en la disputa por las islas Diaoyu, o también con las críticas realizadas a Japón a causa de la parcialidad con que algunos de sus libros de texto tratan la invasión de China, críticas que ya desde la época de Deng Xiaoping ha permitido legitimar la posición del líder chino, mostrar una actitud fuerte y suavizar las críticas a nivel doméstico[15]. Pero ello no evita que, a su vez, el PCCh emprenda determinadas reformas de carácter político y económico que en mi opinión podrían limitar la futura posible desafección de ciertos sectores sociales al sistema chino: introducción del concepto de Estado de derecho (aún no desarrollado), aceptación en la Constitución de los derechos humanos (si bien aún hay mucho camino por delante), introducción de elecciones municipales, reconocimiento legal de la propiedad privada, aceptación de empresarios dentro del Partido[16] e implantación de “instituciones deliberativas” como audiencias públicas, evaluaciones ciudadanas, reuniones de mediación y encuestas deliberativas[17].

Que estas reformas acaben resultando suficientes para la ciudadanía china, o que por el contrario ésta se movilice para que China adopte la democracia liberal, es algo que sólo podremos comprobar con el paso de los años. Y será China quien tenga el derecho a encontrar y adoptar su propio modelo político, sin ser juzgada con la superioridad moral propia de un Occidente cada vez más incapaz de resolver sus propios problemas. Según Seymour Lipset, la legitimidad sería “la capacidad del sistema político de generar y mantener entre sus gobernados la creencia de que el sistema político existente es el más adecuado para su sociedad”[18]. Y en este sentido, tan sólo de la ciudadanía china dependerá durante cuánto tiempo su sistema político lo seguirá siendo.

 

ÍNDICE DE FUENTES

Bibliografía

·         BELL, DANIEL. “Deliberative Democracy with Chinese Characteristics: A Comment on Baogang He´s Research”. En LEIB, ETHAN.; BAOGANG, HE. The Search for Deliberative Democracy in China, Palgrave Macmillan, New York, 2010

·         BREGOLAT, EUGENIO. La segunda revolución china. Destino, Barcelona, 2008

·         BREGOLAT, EUGENIO. En torno al renacimiento de China. Universidad de Lleida, Lleida, 2014

·         FARRÉS I MARTÍNEZ, ORIOL. Introducción a los sistemas políticos de Asia Oriental, Universitat Oberta de Catalunya

·         FISAC, TACIANA; TSANG, STEVE. China en transición. Edicions Bellaterra, Barcelona, 2000

·         FUKUYAMA, FRANCIS. El fin de la Historia y el último hombre. Planeta, Barcelona, 1992

·         HEBERER, THOMAS. “¿Cambio institucional y legitimidad a través de las elecciones urbanas? Concienciación de las personas sobre las elecciones y la participación en los distritos urbanos (shequ)”, Anuario Asia Pacífico, num 1, 2006, pp. 355-365

·         ISHIDA, KESHI; KRAUSS, ELLIS. Democracy in Japan. University of Pittsburgh Press, Pittsburgh, 1994

·         LANGGUTH, GERD. “Asian values revisited”. Asian Europe Journal, num 1, 2003, pp. 25-42

·         LUQUE FLORIDO, ALEJANDRA. La polémica de los libros de texto de historia como caso de estudio en las relaciones sino-japonesas. Barcelona: Universitat Autònoma de Barcelona, 2010

 

Webgrafía

·         KAYLAN, MELIK. “How Putin Invented The New Authoritarianism”, Forbes. 28 ene. 2014. Recuperado el 24 jun. 2016 en <http://www.forbes.com/sites/melikkaylan/2014/01/28/how-putin-invented-the-new-authoritarianism/#46cb1b586048>

·         LI, ERIC: A tale of two political systems. Recuperado el 24 de jun. de 2016 en <http://www.ted.com/talks/eric_x_li_a_tale_of_two_political_systems>

·         RÍOS, XULIO: “Cuando el PCCh pierda su base económica sus días estarán contados”, En Portada. Enlace caído: <http://www.encubierta.com/2015/02/xulio-rios-cuando-el-pcch-pierda-su-base-economica-sus-dias-estaran-contados/>

·         “PIB per cápita (US$ a precios actuales)”. Recuperado el 24 jun. 2016 en <http://datos.bancomundial.org/indicador/NY.GDP.PCAP.CD>

·         “Strikes and protests by China´s workers soar to record heights in 2015”, China Labour Bulletin. 7 ene. 2016. Recuperado el 24 jun. 2016 en <http://www.clb.org.hk/en/content/strikes-and-protests-china%E2%80%99s-workers-soar-record-heights-2015>

 

[1] Fukuyama, F. El fin de la Historia y el ultimo hombre. Planeta, Barcelona, 1992, p. 387

[2] Langguth, G. “Asian values revisited”. Asian Europe Journal, num 1, 2003, p. 25

[3] Bregolat, E. La segunda revolución china. Destino, Barcelona, 2008, pp. 306-307

[4] “PIB per cápita (US$ a precios actuales)”. Recuperado el 24 jun. 2016 en <http://datos.bancomundial.org/indicador/NY.GDP.PCAP.CD>

[5] Ishida, K.; Krauss, E. Democracy in Japan. University of Pittsburgh Press, Pittsburgh, 1994, p. 3

[6]Bregolat, E. (2008): Op. Cit, p. 342

[7] Ibídem, pp. 350-352

[8] Ríos, X.: “Cuando el PCCh pierda su base económica sus días estarán contados”, En Portada. Enlace caído: <http://www.encubierta.com/2015/02/xulio-rios-cuando-el-pcch-pierda-su-base-economica-sus-dias-estaran-contados/>

[9] Kaylan, M. “How Putin Invented The New Authoritarianism”, Forbes. 28 ene. 2014. Recuperado el 24 jun. 2016 en <http://www.forbes.com/sites/melikkaylan/2014/01/28/how-putin-invented-the-new-authoritarianism/#46cb1b586048>

[10] Fisac, T; Tsang, S. China en transición. Edicions Bellaterra, Barcelona, 2000, p. 215

[11] Heberer, T. “¿Cambio institucional y legitimidad a través de las elecciones urbanas? Concienciación de las personas sobre las elecciones y la participación en los distritos urbanos (shequ)”, Anuario Asia Pacífico, num 1, 2006, p. 356

[12]Li, E.: A tale of two political systems. Recuperado el 24 de jun. de 2016 en <http://www.ted.com/talks/eric_x_li_a_tale_of_two_political_systems>

[13] Bregolat, E. En torno al renacimiento de China. Universidad de Lleida, Lleida, 2014, p. 195

[14] “Strikes and protests by China´s workers soar to record heights in 2015”, China Labour Bulletin. 7 ene. 2016. Recuperado el 24 jun. 2016 en <http://www.clb.org.hk/en/content/strikes-and-protests-china%E2%80%99s-workers-soar-record-heights-2015>

[15] Luque Florido, A. La polémica de los libros de texto de historia como caso de estudio en las relaciones sino-japonesas. Barcelona: Universitat Autònoma de Barcelona, 2010, p. 49

[16] Bregolat, E. (2014): Op. Cit, p. 161

[17] Bell, D. “Deliberative Democracy with Chinese Characteristics: A Comment on Baogang He´s Research”. En Leib, E.; Baogang, H. The Search for Deliberative Democracy in China, Palgrave Macmillan, New York, 2010, p. 149

[18] Farrés i Martínez, O. Introducción a los sistemas políticos de Asia Oriental, Universitat Oberta de Catalunya, p. 12