El PCCh emitió recientemente nuevas directrices relacionadas con la política a desarrollar en el sector privado de su economía. Partiendo del reconocimiento de que la economía privada se ha expandido considerablemente y que los intereses del importante segmento social involucrado en ella se han diversificado, el PCCh toma nota de los riesgos y desafíos que esto plantea a su liderazgo, sugiriendo políticas para asegurar su posición preeminente en el sector. Entre otras, se plantean, por ejemplo, medidas como la capacitación de los líderes sectoriales o el fortalecimiento de la influencia política e ideológica del PCCh, además de mejorar la comunicación entre el Consejo de Estado y las empresas y sus instancias corporativas. La idea central: fortalecer el magisterio del Partido, es decir, el control político, en el ámbito de la economía privada. Las directrices afectan a todas las empresas privadas continentales, incluyendo aquellas que son propiedad de ciudadanos de Hong Kong o Macao.
En un momento en que el PCCh se plantea ajustes significativos en su modelo de desarrollo, también las empresas estatales son objeto de atención. Casi en paralelo se dio a conocer un plan de acción a tres años para la reforma de las empresas estatales, insistiendo en la relevancia de su papel en los negocios principales y en sus ajustes internos para mejorar su función de apuntalamiento general de la economía china. Este año, serán eximidas de la obligación de llevar a cabo programas sociales y deben desprenderse de los ámbitos de negocio considerados no esenciales para concentrarse en sus negocios principales. El primer ministro Li Keqiang insiste en que consolidar y desarrollar inquebrantablemente el sector público no debe interpretarse como relajación del apoyo al sector privado. Ambos, dijo, deben complementarse.
En suma, más que de allanar el camino para el regreso a una economía planificada, que no es el caso aunque algunos así lo interpreten, se trataría de asegurar el acompañamiento por parte del sector privado de las transformaciones en curso y ante la hipótesis de un nuevo impulso expansivo a su desarrollo, asegurar, mediante el control político, que su transcurso no debilita la capacidad del PCCh para determinar el rumbo último de la economía. Por tanto, cabe esperar que la vinculación del PCCh con las empresas privadas irá en aumento.
Las citadas medidas dejan en evidencia que más allá del debate acerca del cambio de la política de desarrollo de China en función tanto de claves internas como internacionales en la era pos-Covid19, el liderazgo del PCCh sobre la economía china será ajustado en función del nuevo patrón de crecimiento. Considerándose agua pasada el acento preferente en la exportación, el mercado interno de consumo y la inversión serán los principales impulsores del crecimiento. El aumento de los ingresos de la población que debe dar pábulo a una boyante clase media y el desarrollo del sector servicios sustentarían ahora la nueva espiral de consumo. Y en ese contexto, el potencial de crecimiento de la economía privada constituye uno de sus acicates principales.
En esta nueva estrategia resulta de vital importancia adoptar medidas agresivas para reducir las desigualdades sociales. Sin ello, difícilmente puede convertirse el consumo interno en un robusto pilar del crecimiento económico, como avanzan las autoridades chinas. Urge una aceleración de la reforma en el orden social que debe basarse en una mejor distribución de la riqueza y en una mayor universalización de los beneficios del desarrollo. El PIB per cápita en la segunda economía del mundo recién ha superado los 10.000 dólares, lo cual le ubica en una posición intermedia del ranking global en ese aspecto. Es mucho lo que queda por hacer en este orden.