El verano horribilis chino

In Análisis, Sistema político by PSTBS12378sxedeOPCH

La crisis bursátil, la depreciación del yuan, las graves explosiones de Tianjin, etc., dibujan un cuadro veraniego de China que ensombrece largamente unas perspectivas que se anticipaban exitosas con la celebración de los mundiales de atletismo en Beijing o la demostración militar del próximo tres de septiembre. Los temores a que se produzca algún tipo de atentado en la capital han disparado las alertas de seguridad. Si a ello unimos las imágenes que dieron la vuelta al mundo sobre el accidente de una madre en las escaleras mecánicas de un centro comercial, la visión de conjunto, con grandes y pequeños detalles, de esta China segunda potencia económica del mundo se nos asemeja más al típico gigante con pies de barro, justamente cuando parecía embarcarse en una campaña global de reafirmación de su prestigio.

Los episodios puntuales que han puesto al descubierto negligencias graves en la observación de las normas y los controles mínimos de seguridad advierten de que el fenómeno pudiera estar más extendido a lo largo y ancho del país. El Consejo de Estado se apuró a anunciar una inspección general de las empresas dedicadas a los productos químicos y peligrosos, pero el daño está hecho. Aun así, el fenómeno tiene muchas variables poderosamente llamativas: la falta de una adecuada planificación urbanística, la nula preparación del personal que manipulaba las sustancias, el desconocimiento del vecindario de la auténtica bomba que representaba tan peculiar depósito, etc. La desconfianza se ha visto acrecentada por los intentos de limitar la información, un tic tan burdo que hasta el propio primer ministro Li Keqiang se vio obligado a exigir un cambio de actitud. La credibilidad oficial está por los suelos, mientras la lista de víctimas sigue creciendo al igual que los temores por los rastros de cianuro y otras sustancias amenazantes para el entorno y las personas.

Cabe recordar que Tianjin es una de las cuatro municipalidades especiales en China (con Beijing, Shanghai y Chongqing) que dependen directamente del gobierno central. Lugar de tradicional presencia inversora española, su puerto es el cuarto mayor del mundo en términos de capacidad de volumen de negocio. En 2014, gestionó el 40 por ciento de las importaciones de automóviles de China. Este es precisamente uno de los sectores más afectados por las explosiones, hasta el punto de provocar el práctico freno del mercado local de autos.

La segunda línea de la crisis apunta a la corrupción, clave para explicar la aplicación laxa de las normas de seguridad, los certificados “en regla” a disposición de la empresa o la vista gorda en las evaluaciones de impacto ambiental. El PCCh ha prometido una investigación exhaustiva y rodarán no pocas cabezas en una purga que se aventura ejemplarizante y que evidenciará a buen seguro las tradicionales promiscuidades entre la burocracia y el sector productivo. Pero se necesitará tiempo para pasar página y más aún para corregir las muchas deficiencias detectadas. A la memoria regresó el accidente del tren de alta velocidad en 2011 que puso en la picota la competencia del ferrocarril chino. Las dudas no se han despejado del todo.

Junto a estos factores, la marcha general de la economía genera gran preocupación. Buena parte de los indicadores de actividad presentan trazos a la baja y los beneficios de sectores y empresas antes boyantes ahora se enfrentan al desplome. El desarrollo chino, en suma, no solo no sería seguro sino que además zozobra en un momento en que se aprestaba a impulsar con fuerza iniciativas decisivas para consolidar su ascenso global. El lento avance de las reformas estructurales y las dificultades del panorama económico mundial ponen a prueba las capacidades del gigante asiático para acometer los ambiciosos planes anunciados desde 2013 en adelante y que se deben completar ahora con el XIII Plan Quinquenal, a aprobar en octubre por el PCCh, conteniendo las líneas maestras para alcanzar la supremacía económica.  

Tras estas sacudidas pudiera no llegar la calma. La inestabilidad podría ganar enteros si se cumplen los pronósticos que vaticinan nuevas vueltas de tuerca en la campaña anticorrupción, llevándose por delante a nuevos “tigres” cuyo “sacrificio” serviría para orientar la atención y anestesiar el descontento público.

En paralelo, lo delicado de la situación explica igualmente la intensificación de la represión contra cualquier colectivo o movimiento que ose intentar poner más palos en la rueda de la gestión del PCCh, ya hablemos de abogados de derechos humanos o colectivos religiosos. El acento en el discurso nacionalista –en especial frente a Japón- puede seguir ejerciendo su función galvanizante.

El actual equipo dirigente chino entró en el tiempo de descuento de su mandato, que debe finalizar en 2017. Iniciado a finales de 2012, fue planteado como una apuesta por un salto cualitativo en el proceso chino de modernización para consolidar sus posiciones globales. Las dificultades parecen mayores de las esperadas, tanto interna como externamente, reflejando poderosas carencias. Pese a todo, como no deben despreciarse los riesgos inherentes a lo delicado de su agenda, tampoco debieran infravalorarse alegremente las reservas y capacidades para salir airosos de este trance.