La reforma política de China será gradual

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La concesión del Premio Nobel de la Paz Nobel a Liu Xiaobo la semana pasada desató una andanaba de reprimendas occidentales contra el sistema político de China. Desde la perspectiva occidental, China necesita reajustar con urgencia su sistema político.


Días antes de la Quinta Sesión Plenaria del 17mo Comité Central del Partido Comunista de China (PCCh), que comienza hoy, analistas y políticos occidentales se apresuraron a proporcionar consejos, afirmando que China no continuará alcanzando progresos económicos substanciales si sigue retrasando la reforma al estilo occidental de su sistema político.

Tal actitud revela una ignorancia de los hechos básicos de China. Quien recorra China hoy, apenas encontrará algún ciudadano chino que se manifieste contrario a la reforma política.

 

China ya ha depuesto los compromisos vitalicios en sus puestos oficiales y ahora promueve el principio de un sistema de responsabilidad, así como la práctica de hacer más públicos los asuntos del Gobierno. ¿No es todo esto acaso parte de la reforma?

 

Las actitudes occidentales hacia la reforma política de China reflejan una amplia brecha entre cómo se desarrolla China y cómo esperan ellos que China se desarrolle.

 

Numerosos expertos precisan que en Europa y Norteamérica hay una mayoría de países con políticas electorales acertadas y democracia competitiva. Pero los países del Tercer Mundo donde tales sistemas fueron implementados, sufren en gran parte de pobreza aguda, agitación social e incluso de guerras.

 

La política nunca marcha aislada de la vida pública. La economía y la sociedad de China está atestiguando cambios dramáticos.

 

En ese sentido, es aconsejable escrutar la vida de un funcionario chino ordinario. Sus orígenes, su trayectoria hacia los puestos políticos, su labor diaria y las consecuencias potenciales de incurrir en una equivocación grave, son absolutamente diferentes de lo que ocurría hace 30 años.

 

En el caso del ciudadano chino común, su manera de adquirir información, su libertad de palabra, su derecho a decidir su propia vida y a proteger su propiedad individual, también han atravesado por drásticas trasnformaciones en estos 30 años.

 

China ha cambiado mucho. En el futuro, continuará adoptando el gradualismo para propiciar cambios. Ninguna fuerza puede obligar a la nación a cambiar lo que no se puede cambiar de momento. Se trata de un enfoque político que responde a las necesidades de un vasto país con más de 1.300 millones de habitantes.

 

China tendrá que continuar con sus reformas políticas en el futuro, incluyendo el aprovechamiento de las experiencias beneficiosas derivadas de las políticas democráticas occidentales.

 

Sin embargo, China nunca será una una civilización secundaria, y se apegará sólo a su propia hoja de ruta y de manera gradual.

 

Los chinos aprecian la estabilidad. No desean que una revolución radical barra con las actuales reformas.

 

Y en lo tocante a reformar el sistema político, China necesita de sabiduría política y de un impulso constante. No necesita saltarse las cercas. (Pueblo en Línea)

 

15/10/2010