La tercera historia del PCCh Xulio Ríos es director del Observatorio de la Política China. Su última obra: "La metamorfosis del comunismo en China" (Kalandraka, 2021)

In Análisis, Sistema político by Xulio Ríos

Tras el maoísmo y el denguismo, el tercer tiempo de la política china requiere también de una tercera historia del PCCh. Así se desprende de la decisión del Buró Político del Partido que, en su reunión del 31 de agosto, anunció para noviembre la sesión de otoño de su Comité Central, la penúltima plenaria antes del XX Congreso. La sesión, indica,  “estudiará el tema de la revisión integral de los principales logros alcanzados y la experiencia histórica acumulada durante los 100 años de esfuerzos del Partido”. Vinculándola a la defensa de la posición “como núcleo” de Xi Jinping, “a través de esa reflexión sobre su historia, el Partido entero debe cumplir su aspiración original y misión fundacional más firme y conscientemente, y promover mejor el socialismo con peculiaridades chinas de la nueva era”.

La de Xi, de confirmarse, se sumaría a la aprobada en 1945 y que selló el liderazgo indiscutible de Mao al frente del PCCh, iniciado en Zunyi diez años antes, estableciendo los parámetros básicos que imperarían tras el cierre del periodo de influencia soviética y de la Komintern, disuelta en 1943; y también a la de Deng Xiaoping, en 1981, que hizo lo propio con el Pequeño Timonel y el balance de los “aciertos y errores” del maoísmo. A la nueva resolución cabría, por tanto, hacer balance del denguismo y debiera también trazar las señas de identidad del xiísmo con un mayor nivel de precisión. Y de autoridad.

En esta línea, la revista teórica del PCCh, Qiushi, completaba en agosto una reflexión previa de Xi, recogida en el número de julio, a propósito del aprendizaje de la historia del Partido, un tema recurrente en este año centenario. El resumen de la experiencia histórica debe contribuir al fortalecimiento partidario, se enfatiza, circunstancia que relaciona con la defensa de la unidad (aludiendo a las trayectorias de figuras denostadas como Zhang Guotao o Wang Ming). Esta alusión bien podría considerarse una advertencia y un toque a rebato para aquellos que pudieran verse tentados de dificultar los planes del Secretario General.

De confirmarse, sería un paso más que acreditaría la continuidad de Xi al frente de los destinos de China más allá de 2022 en un contexto de incremento de las manifestaciones de tensiones ideológicas y de todo tipo, especialmente con aquellos sectores que observan con inquietud la que puede ser una última oportunidad para mantener vivo un enfoque diferente de la estabilidad del PCCh y del país, contrariando la liquidación efectiva de la institucionalidad denguista.  Buena prueba de ello ha sido la repercusión de un artículo del bloguero Li Guangman en el cual reflexiona sobre la permanencia del ideario revolucionario en la China actual y que fue repercutido en numerosos medios oficiales, abriendo especulaciones sobre su hipotético paralelismo con el suscrito por Yao Wenyuan en 1965 y que, a la postre, serviría de detonante de la Revolución Cultural.

El xiísmo condensaría en esta tercera resolución su síntesis de la experiencia maoísta y denguista, abogando por el desarrollo de una nueva mentalidad que debiera hacer honor a los compromisos con la naturaleza y propósitos fundacionales del PCCh así como con una identidad ideológica que abunda en la sinización de un marxismo revitalizado.

A la vista de su contenido y del pulso que se abre hasta el XX Congreso se podrá disponer de más elementos indiciarios de las implicaciones del xiísmo para el futuro político de China. No falta quien observe ya manifestaciones de deslizamiento retórico que podrían evidenciar una radicalización ideológica persistente que agudizaría las tensiones internas de forma preocupante. O quizá se trate tan solo de un argumento oportunista y coyuntural para desbrozar los obstáculos que condicionan el continuismo sin por ello poner en peligro la apertura alentada en las últimas décadas.