l nuevo plan quinquenal deberá tender un puente que permita reducir la brecha entre los ricos y los pobres y desarrollar la economía rural. La quinta sesión plenaria del Comité Central del Partido Comunista de China (PCCh) estableció las directivas para el desarrollo económico nacional en la era de la post-crisis.
En su informe inclusivo de las pautas del desarrollo económico y social para China durante el 12mo período del Plan Quinquenal (2011-2015), el secretario general del PPCh, Hu Jintao, mostró un notable empeño por explorar un modelo sostenible de desarrollo económico lo más temprano posible, a fin de superar los efectos perjudiciales de la crisis financiera global para la economía china.
En las últimas tres décadas de aplicación de su reforma y apertura, China ha logrado alcanzar un acelerado nivel de desarrollo económico por medio del comercio y la inversión, acudiendo a los mercados de ultramar y a sus propios recursos de mano de obra barata. Sin embargo, la crisis financiera global inducida por Estados Unidos significa que el crecimiento sostenible requiere de un nuevo modelo. El Gobierno se ha comprometido a hacer esfuerzos continuos para cultivar la demanda doméstica y reducir al mínimo los efectos negativos causados por la depresión en los mercados de EEUU y Europa y el proteccionismo comercial que ambos ejercen.
Sin embargo, las circunstancias en el país y en el extranjero significan que China todavía hace frente a enormes dificultades en su esfuerzo por fomentar la muy necesaria demanda doméstica.
El desafío principal radica en si China puede o no asegurar el crecimiento constante de la renta para su amplia población, especialmente los habitantes de las extensas y subdesarrolladas regiones interiores rurales.
Sin embargo, señales auspiciosas aparecen en el mencionado informe, como parte del cual Hu aseguró que se elevará la proporción de ingresos por trabajo en la distribución primaria de la renta nacional. Es una señal explícita de que las autoridades planean tomar medidas más eficaces para desarrollar la agricultura y la economía rural, como forma de incrementar los ingresos de los campesinos. Los esfuerzos por impulsar el desarrollo económico coordinado y balanceado entre las áreas urbanas y rurales ayudarán a crear más oportunidades para el crecimiento del empleo y la renta.
Otro desafío que podría influir sobre el crecimiento de la demanda doméstica es la eventual capacidad del país para tomar medidas eficaces que permitan incrementar la capacidad de consumo de la población, a la vez que se reducen sus preocupaciones por el gasto. En su informe, Hu enfatizó en varias ocasiones la importancia de reformar el sistema de mercado y la cobertura de salud, mejorando el sistema de Seguridad Social, construyendo el crédito del mercado de consumo y protegiendo los intereses de los consumidores. La forma en que se ejecuten estas acciones, decidirá en gran parte la calidad de los servicios públicos y de las prometidas reformas de impuestos desde el Poder central a los niveles locales.
El tercer desafío es si China será capaz de reducir con eficacia la creciente brecha entre los ricos y los pobres. El establecimiento de un sistema sano de redistribución de la renta mediante impuestos es esencial para mantener el desarrollo económico y asegurar la armonía social, a la par que se toman medidas para evitar la fuga de capitales.
Los actuales esfuerzos del Gobierno por apoyar el desarrollo de la cultura se dirigen a crear canales de consumo atractivos para los grupos de altos ingresos. La ausencia de tales canales de consumo propiciaría que dichos grupos se decanten por destinos de ultramar para sus gastos.
A su vez, tal eventualidad haría pensar a otros países que China ya ha alcanzado la etapa del consumo suntuario. Tal impresión permitiría que los diseñadores de políticas extranjeros ignoren las condiciones de China y su etapa de desarrollo y comiencen a ejercer presiones sobre el país para que éste abra su mercado interno y eleve el valor de su moneda. Todo esto sumiría la economía de China en una mayor inestabilidad.
La carencia de canales convenientes para el consumo incitaría a los grupos de altos ingresos a limitar sus gastos, dando lugar a un exceso de circulante en el sistema bancario, así como a la aparición de burbujas en los mercados de capital e inmobiliario.
En un momento en que la economía de China sigue atravesando por un período de transformación y las empresas domésticas todavía son incapaces de satisfacer las demandas de los ricos, el país debe animar a las empresas domésticas a producir productos de mejor calidad, pero más baratos, para la mayoría abrumadora de los menos ricos. Como potencia económica responsable, China debe acoger a los fabricantes extranjeros que puedan proporcionar algunos productos y servicios de alto valor añadido para la población doméstica de altos ingresos.
(Pueblo en Línea)
03/11/2010