Los desafíos de la agenda política de Xi Jinping

In Análisis, Sistema político by PSTBS12378sxedeOPCH

En el año 2010, fue publicado en China la obra de un coronel retirado del Ejército Popular de Liberación, llamado Liu Mingfu, titulada “El Sueño Chino: pensamiento de superpotencia y posicionamiento estratégico de China en la era post-Americana”[1]. Esta obra se convirtió en un best-seller, quizás porque las explicaciones que daba el autor, satisfacían lo que aspira la ciudadanía china. Para el coronel Liu, “debemos alcanzar el rejuvenecimiento de la nación y asegurar la correlación entre un país próspero y fuerzas armadas poderosas”. A tales efectos, según el autor, la República Popular necesita un liderazgo fuerte, debido a que “cuando el país sea amenazado, no tendrá que dudar en hacer uso de la fuerza”.

 

Hasta qué punto la agenda política del nuevo hombre fuerte de China, Xi Jinping, incorpora esta propuesta?

 

En noviembre del año pasado Xi Jinping, el hijo de un revolucionario del Partido Comunista, accedió a la secretaría general del partido y en marzo de este año a la presidencia de la República Popular. Entre medio de ambas designaciones, fue elegido presidente de la Comisión Militar Central del PC. En el transcurso de los diez próximos años, Xi será el líder máximo de un país que tiene la segunda economía más grande del planeta y las fuerzas armadas con mayor cantidad de efectivos.

 

Las primeras definiciones de Xi en materia de defensa son de interés, en virtud de referencia en noviembre de 2012 del “sueño de una fuerza militar poderosa” y de su llamado en diciembre siguiente al  Ejército Popular de Liberación a “estar preparado para la guerra” y a “ser la principal potencia militar del Asia Pacífico”.

 

Más allá de estos pronunciamientos, la política exterior de China en estos últimos ocho meses se ha caracterizado por la firmeza en las controversias territoriales como la del Mar del Sur de la China y el dialogo en pie de igualdad con los EE.UU., mientras que la política de defensa se ha distinguido por poner en servicio el primer caza furtivo (el J-20) y el primer misil balístico antibuque de sus FF.AA.

 

Si bien estas definiciones de Xi no contrastan con las del primer líder de la República Popular (Mao Zedong), quien aseveró “el poder nace del fusil”, si se las compara con aquellas de Hu Jintao, predecesor de Xi, la impronta de Xi Jinping marcaría el comienzo de una nueva era: para Hu, los signos de su tiempo fueron el “desarrollo pacífico” y la “sociedad armoniosa”.

 

Xi Jinping ha adoptado otro elemento central de la obra del coronel Liu Mingfu: el concepto del “sueño chino” (ZhMngguó mèng). El mismo guarda relación con el objetivo de rejuvenecimiento antedicho, del cual se encuentran referencias en Mao Zedong, Deng Xiaoping, Jiang Zemin y el propio Hu Jintao. Desde 1949 con el establecimiento de la República Popular, pero en especial una vez lanzada la reforma y apertura económica en 1978, el Partido Comunista de China puso en marcha la más rápida y más extensiva generación y distribución de riqueza que país alguno en el mundo haya experimentado, esfuerzo que se enmarca en el objetivo de “rejuvenecer a China” (ZhMngguóde fùx+ng-ý?
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).

 

No obstante, la República Popular tiene una serie de desafíos que hacer frente: en el plano internacional, a pesar de gastarse millones de dólares en poder blando, sus vecinos temen no sólo su retórica sino también su despliegue militar en el Mar del Este de la China, Mar del Sur de la China, Estrecho de Malaca y Océano Indico. Asimismo, EE.UU. y algunos países europeos ven con preocupación los ataques cibernéticos y el robo de secretos industriales y militares procedentes de Beijing, mientras que en partes de África y América Latina se percibe a China como un voraz extractor de recursos naturales.

 

En el plano interno, los desafíos son aún mayores: el país necesita dejar atrás la exportación de productos de baja tecnología, para forjar una economía basada en el conocimiento y los servicios. Asimismo, se debe enfrentar la desigualdad de ingresos, la corrupción y el derroche, los insuficientes controles sanitarios de los alimentos, y la contaminación del aire, la tierra y el agua. Este panorama se complementa con dos crecientes realidades: las manifestaciones masivas y la emigración. Las primeras incluyen a marginados tanto de la etnia Han como de las minorías nacionales en un número superior a las 500.000 personas según fuentes oficiales en el año 2011, mientras que el segundo fenómeno reconoce a más de 150.000 expatriados en similar período (a modo de ejemplo, en 2012 el 70% de solicitantes de la visa estadounidense EB-5 para inversores, que requiere ingresos mínimos por 500.000 dólares, fueron chinos). Según el sinólogo estadounidense David Shambaugh, “cuando las clases media y media baja salen a la calle, y las clases media alta y alta emigran, la legitimidad del gobierno está puesta en duda”.

 

Esta situación inestable en los ámbitos externo e interno de China nos llevan a preguntar si la firmeza, proactividad y giro hacia las FF.AA. de Xi Jinping apuntan a calmar las más urgentes demandas sociales, colocando el énfasis en el plano internacional y la retórica nacionalista.

 

Una lectura sobre el accionar de Xi en estos primeros ocho meses en el poder, guardaría relación con su intento por ganar la lealtad del Ejército Popular de Liberación, dadas sus escasas credenciales militares y su conocimiento del papel central de las FF.AA. en el proceso político de China. Una prueba de dicha intención sería su discurso de diciembre del año pasado en la escuela de formación del Partido, donde Xi habló sobre aprender las lecciones que dejó el colapso de la Unión Soviética. Según Xi: “en la URSS, los militares estaban despolitizados y separados del Partido, por lo cual el Partido estaba desarmado. Cuando se intentó salvar al país del colapso, nadie en el Partido contaba con los medios para ejercer el poder y por lo tanto no hubo quien se levantara y resistiera”.

 

A la luz del panorama descrito, los pronunciamientos efectuados y las medidas tomadas, parecería que la promesa de rejuvenecimiento de China en Xi Jinping por ahora se condice con el sueño de una nación grande que posee por sobre todo una fuerza militar poderosa.

 

Al ser las grandes naciones las que escriben la historia, según cómo el “sueño chino” de Xi Jinping se convierta en realidad, dependerá el devenir de este siglo XXI. Por ello, sería de particular beneficio no sólo para China sino también para la comunidad internacional, que este slogan se materialice en lo que podría llamarse el “Sueño por el imperio de la Ley”.


[1] , -ý¦?ýöã?’ýô-ý?e?M(-ýË
úHlø
, 2012) [Liu Mingfu, ZhMngguó mèng: Hòu Miguó shídài de dàguó s+wéi yÔ ZhMngguó de zhànlüè dìngwèi- ZhMngguó yÒuyì chkbÎn gMngs+, 2012].