A juzgar por los datos económicos, se diría que Macao, transcurridos tres lustros de la devolución portuguesa, vive un momento de gran esplendor. En efecto, este año, Macao superó a Suiza en renta per cápita, con una mejora del 18,4%, situándose en el cuarto lugar del ranking mundial. Desde 1999, la economía de Macao ha crecido más de un 550%. La tasa actual de paro es del 1,7% de la población activa.
El lado sombrío de esta bonanza radica en su extrema dependencia de la actividad de los casinos. De hecho, la expansión de la economía de Macao tiene su origen fundamental en 2002, cuando las autoridades chinas acabaron con el monopolio de los casinos. Poco a poco, los casinos de Macao llegaron a ganar más de siete veces más que la industria del juego de Las Vegas. Pero el dominio de esta industria en la economía de Macao no es positivo para el interés global de la región, distrae oportunidades e impide una eficaz diversificación de la economía, además de generar otros efectos indeseados como el incremento del precio de la vivienda.
Por otra parte, como se ha podido apreciar en los últimos meses, la intensidad de la campaña contra la corrupción en China continental, tiene un efecto inmediato en las ganancias de los casinos, con caídas cifradas en torno al 20 por ciento.
En el orden político, prevalece en cierta medida el interés de la comunidad macaense por preservar la estabilidad y avanzar gradualmente hacia mayores cotas de desarrollo democrático por la senda de un compromiso que evite la confrontación. Los índices de confianza pública en las autoridades revelan una popularidad que se mantiene en altos niveles, superiores al 50 e incluso 60 por ciento. Ello es expresión igualmente del satisfactorio papel desempeñado por los agentes locales a la hora de gestionar la autonomía de la Región en el marco del principio “un país, dos sistemas”, que encuentra aquí una plasmación correspondida por amplios sectores de la población.
Pese a esos datos positivos, Macao encara una importantísima encrucijada ya que debe definir un proyecto que resalte su afirmación regional e internacional, especialmente a través de una mayor integración en el Gran Delta del Río Perla y del redimensionamiento de su papel de vínculo de China con los países de expresión portuguesa.
Macao logró en una década convertirse en el gran destino mundial de la industria del juego, pero ahora debe apostar por una nueva fase de su desarrollo que tire provecho de las potencialidades económicas del sur de China y de ese proyecto lusófono, que potencia los vínculos con la lusofonía en el contexto alargado de la internacionalización de China.
En suma, tras estos tres primeros lustros que le han permitido una considerable expansión, el reto de Macao consiste ahora en sentar las bases de un nuevo paradigma que enfrente el dilema de gestionar su integración en China definiendo nuevos objetivos estratégicos en ejercicio de su autonomía y con un horizonte de desarrollo capaz de trascender el sector del juego. Se trata de pensar como debe ser Macao cuando termine el periodo transitorio de 50 años, al cual responde la Ley Básica.