Tres reafirmaciones en Shenzhen Xulio Ríos es director del Observatorio de la Política China

In Análisis, Sistema político by Xulio Ríos

Desde la celebración del XVIII Congreso del PCCh (2012), que lo elevó a la máxima jefatura del país, Xi Jinping visitó todas y cada una de las zonas económicas especiales (ZEEs) vinculadas al inicio de la política de reforma y apertura (1978). Hay en este flirteo político con las ZEEs un elemento afectivo que no debiéramos pasar por alto. Recuérdese que cuando esta iniciativa se puso marcha en la provincia de Guangdong, correspondía a su padre, Xi Zhongxun, la jefatura provincial del Partido. Y fue su padre, en enero de 1979, el mayor valedor de los primeros pasos del proyecto en torno a la apertura de cuatro ciudades (Shenzhen, Zhuhai, Shantou en Guangdong y Xiamen en Fujian). En el verano de aquel decisivo año se dio luz verde a la propuesta. De 1979 a 2019, el PIB de Shenzhen creció a una media anual del 21,6 por ciento y el PIB per cápita pasó de 606 yuanes a 203.489. Hoy, con una población que supera los 13 millones de personas, es conocida como la Silicon Valley de China, albergando empresas de alta tecnología como Huawei, Tencent, ZTE y DJI.

También esta visita de Xi a Shenzhen, en el marco de las conmemoraciones por el cuarenta aniversario de esta zona económica especial, evoca el “viaje al Sur” de Deng Xiaoping en 1992, cuando tras la crisis de Tiananmen (1989), el Pequeño Timonel quiso retomar el curso de la reforma dando también un nuevo impulso a la apertura. La persistencia de la pandemia y las incertidumbres internacionales resaltan el alcance contextual de esta gira de Xi por el sur del país en momentos que registran “cambios sin precedentes en el espacio de un siglo”.

Hay, por tanto, en esta visita varias reafirmaciones importantes. La primera es aquella relacionada con el compromiso “inquebrantable” con el camino de la reforma y apertura, con el matiz ad hoc de poner rumbo a la “autosuficiencia”, procurando la “independencia en nuestro impulso de innovación”. Xi prometió más reformas y más autonomía para facilitar el desempeño del papel fundamental que Shenzhen tiene encomendado  en la consecución de la autonomía tecnológica que hoy reclama el PCCh.

Una segunda reafirmación tiene que ver con su liderazgo, visiblemente asentado a la luz de movimientos recientes que han hecho zozobrar la solidez de uno de sus principales aliados, el vicepresidente Wang Qishan. En vísperas de una nueva sesión plenaria del Comité Central prevista para la última semana de este mes, el actual jefe del PCCh en la provincia de Guangdong, Li Xi, marcó el tono principal al apelar a “levantar en alto la gran bandera del pensamiento de Xi Jinping sobre el socialismo con características chinas para la Nueva Era”, un reconocimiento que eleva un poco más su evocación como núcleo del liderazgo.

Por último, cabe hacer mención de la adjetivación del impulso que recibirá la nueva ola de apertura en Shenzhen. En los días previos a esta visita, un documento publicado conjuntamente por el Partido y el Gobierno anunció un plan piloto para convertir a Shenzhen en una zona de demostración, una ciudad modelo del socialismo en los próximos cinco años.

En suma, 40 años después de aquellas primeras ZEEs que supusieron toda una revolución tras el maoísmo, el PCCh reafirma su política y su rumbo, aviniéndose a explorar nuevas modalidades de reforma pero también dejando en claro su contextualización en el marco del sistema político vigente. Se desautorizan así llamamientos como el efectuado recientemente por Li Youwei, quien fue jefe del PCCh en Shenzhen en los primeros años 90, abogando por una liberalización de mayor alcance y con menos tutela del Partido. Por el contrario, Xi recordó que Shenzhen es una flamante ciudad creada por el Partido Comunista y advirtió de la importancia de asociar el nuevo patrón de desarrollo, que mantendrá el compromiso con la economía privada, con la satisfacción de esos intereses nacionales que interpreta de forma exclusiva el propio PCCh.