Las sesiones parlamentarias anuales, de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino y de la Asamblea Popular Nacional, conocidas como «lianghui», darán inicio en China tras las celebraciones de la Fiesta de la Primavera. Es el comienzo del calendario político chino y este año, sin demoras a causa de la pandemia, los asuntos socioeconómicos están llamados a marcar la agenda, aunque los mensajes abundarán, a buen seguro, en todos los aspectos.
La aprobación del XIV Plan Quinquenal es uno de los asuntos más relevantes. Según las autoridades chinas, no es un plan más, sino el que debe sentar las bases de un nuevo patrón de desarrollo, la circulación dual, una filosofía que traslada el epicentro del crecimiento de la economía china a las dinámicas internas, desde el consumo a la innovación, sin menospreciar por ello el tradicional papel de las exportaciones. También debe marcar con claridad el rumbo hacia 2035 y el primer centenario de la República Popular China en un contexto internacional que se aventura problemático.
Las dificultades constatadas para animar el consumo interior van más allá de la pandemia y sus efectos y obedece a causas estructurales sobre las que el liderazgo chino se plantea una actuación más incisiva. En tal sentido, en el marco de las decisiones de la Asamblea, este año podría registrarse una nueva vuelta de tuerca sobre el hukou, un instrumento de control de la movilidad en vigor desde hace 60 años que fue ideado para controlar la libre circulación interna. Si durante el denguismo, el control fue aligerado para facilitar la afluencia de mano de obra del campo a las ciudades e insuflar energía al despegue chino, ahora se plantea una liberalización a mayor escala, con reconocimiento normativo expreso, para acelerar la urbanización, mejorar la fluidez de la mano de obra y aumentar el consumo. De esta forma se pretende dar alas al mercado interior. La tasa de urbanización alcanzó el 52 por ciento en 2012 y se situó en el 60,6 por ciento a finales de 2019.
El plan no afectaría a la situación en las megalópolis ni a las ciudades medianas, aquellas con más de cinco millones de habitantes, pero sí a todo un magma urbano intermedio en el que se generalizarían las experiencias piloto para asegurar que la simple residencia pueda servir de argumento para obtener el hukou urbano. Esto supondría que sus titulares podrían acceder sin restricciones a los servicios públicos en similares condiciones a los demás ciudadanos fijando requisitos “razonables” para que puedan disponer del registro urbano, cuidando de sus efectos en la calidad de los servicios y los precios. En la ciudad de Dongguan, provincia de Cantón, por ejemplo, ya se viene experimentando esta alteración acreditando la cotización al sistema de seguridad social local por un mínimo de cinco años.
La conocida como “población flotante” en China, los trabajadores migrantes, podrían sumar, según algunas fuentes, unos 290 millones de personas en todo el país, y viven en las ciudades manteniendo su hukou rural. Suponen cerca del 30 por ciento de la población china y casi un tercio de la fuerza laboral nacional. En los últimos 40 años su contribución fue fundamental para lograr el milagro económico chino. Aún así, no gozan de plenos derechos.
Pese a los esfuerzos por revitalizar el medio rural, muchos de ellos no encuentran oportunidades en las áreas de donde provienen. Por otro lado, anhelan acceder a los servicios educativos y de salud de las ciudades, que son mejores que los de sus centros de origen. Además de ofrecer más y mejores oportunidades, también los ingresos cuentan. La Oficina Nacional de Estadísticas calculó que en 2018, un migrante viviendo en las ciudades podía ganar poco más de 3.700 yuanes (aprox. 475 euros) al mes; trabajando en el campo, en sus aldeas de origen, su ingreso promedio hubiera llegado a 1.023 yuanes (126 euros).
De confirmarse, este sería el salto más destacado en la reforma del hukou tras los anuncios y decisiones adoptadas en la III Sesión Plenaria del Comité Central del PCCh que discurrió entre el 9 y el 12 de noviembre de 2013 en Beijing.