El exitoso y reciente rescate de un niño secuestrado ha desatado una entusiasta campaña nacional de internautas que procuran poner coto al frecuente secuestro de menores en China.
Sin embargo, el altruista empeño publicitado en Intenet ha arrojado también efectos inesperadamente indeseables, al propiciar que se persiga a familias sin domicilio legal, o la separación de núcleos familiares.
Las autoridades chinas encargadas de la aplicación de la ley afirman que muchos mendigos menores de edad son tales obligados por sus propios padres, mientras que, por otra parte, el Gobierno sigue alentando al público a informar sobre casos sospechosos. Es probable que muchos internautas, ganados por la buena fe, se hayan sentido en el compromiso de tomar a pie juntillas la exhortación del Ejecutivo, en cuanto a identificar el origen de los niños mendigos.
Pero la adopción de medidas enérgicas contra el trafico de menores, que conlleva una amplia investigación sobre el crimen organizado, debe quedar ante todo en manos de las fuerzas del orden público.
En estos momentos, hay amplios sectores de internautas, a los que se podría denominar “policías voluntarios del Internet,” dedicados a rescatar a los niños mendigos, valiéndose para ello de sus cámaras fotográficas digitales y computadoras portátiles. Su voluntad es digna de encomio, pero puede traer aparejados resultados negativos. El problema de los niños mendigos es de alcance nacional y requiere de una solución que corte el mal de raíz.
Lo cierto es que nuestra prensa apenas ha mencionado los efectos secundarios de la campaña en línea contra los secuestros de niños, optando por aplaudir sin cortapisas la eficacia mostrada por el mundo de los blogueros. Algunos renombrados expertos chinos, quienes en privado han expresado dudas sobre la eficacia de esta campaña, parecen acogerse al silencio cuando de solventar sus opiniones en público se trata.
Internet, no cabe dudas, ha desempeñado un papel irreemplazable en cuanto a promover la democracia política en China, pero no por ello debemos pasar por alto sus aspectos negativos. La campaña de Internet contra los secuestros infantiles ilustra la “autocracia” de la opinión en línea, que tiende a amordazar cualquier voz disidente.
En una pose a todas luces contraria a la diversidad de puntos de vista que predomina hoy en los medios tradicionales. Tal parece que los medios virtuales se han acogido a la censura al viejo estilo, sustentada en tiempos pasados por los medios chinos de información masiva.
Si deseamos que la Red se desarrolle sanamente en China, deberemos pugnar por que prevalezca en ella una atmósfera racional y tolerante de opinión pública. En tal sentido, es menester evitar que los arranques emocionales y la volubilidad imperen en Internet. La supervisión de las figuras públicas en línea es tan necesaria como lo es en el mundo real.
La sociedad china ya ha pagado un alto precio por los choques ideológicos previos. Ahora se impone evitar tragedias similares en el mundo virtual.(Pueblo en Línea)
12/02/2011