El brote epidémico del nuevo virus surgido de un mercado de productos del mar en la ciudad de Wuhan, China, donde, además, se vendían todo tipo de animales domésticos y salvajes, tanto vivos como muertos, ha sido evaluado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como de muy alto riesgo para el propio país y, a nivel regional y global, la categoría se ha elevado ya a alto riesgo. Hasta ahora hay más de un centenar de muertos y el número de afectados crece exponencialmente.
No es la primera vez que en este tipo de mercados se genera una nueva enfermedad, y los expertos consideran que, probablemente, no será la última. El síndrome Respiratorio Agudo Severo, más conocido como SARS, se originó en un mercado similar en China en 2002. Estos mercados típicos de China y que se encuentran también en muchos otros países en desarrollo de Asia y África, tienen a la venta frutas y verduras, carne de res, cerdo y cordero desmenuzados, pollos enteros desplumados con cabezas y picos, cangrejos y peces vivos en tanques de agua estancada. Algunos venden comidas más inusuales, como serpientes vivas, tortugas y cigarras, conejillos de indias, ratas de bambú, tejones, erizos, nutrias, civetas de palma, incluso cachorros de lobo. Esta venta de animales salvajes se convierte en una peligrosa variable ya que no existen protocolos de control sanitario para los mismos, como son la secuencia de vacunaciones para las enfermedades normales establecidas para los animales domésticos. Por ejemplo, las civetas fueron las portadoras del virus que causó el SARS, aunque los científicos creen que el virus se originó en los murciélagos. Sin un saneamiento y manejo de animales adecuado, los expertos en salud afirman que estos mercados pueden convertirse en zonas perfectas para la incubación de nuevos patógenos y enfermedades. En general, la mayoría de los animales vendidos allí son saludables, pero en las condiciones de hacinamiento en estos mercados, basta un animal enfermo para poder infectar a muchos otros.
Según la secuencia de eventos, el 31 de diciembre de 2019, la Oficina de la Organización Mundial de la Salud en China fue informada de casos de neumonía de etiología desconocida detectada en la ciudad de Wuhan, provincia de Hubei de China. Desde el 31 de diciembre de 2019 hasta el 3 de enero de 2020, las autoridades nacionales de China notificaron a la OMS un total de 44 pacientes en los que el agente causal no había sido identificado. Las autoridades chinas identificaron un nuevo tipo de coronavirus, que se aisló el 7 de enero de 2020. Los días 11 y 12 de enero de 2020, la OMS recibió más información detallada de la Comisión Nacional de Salud de China de que el brote estaba asociado con exposiciones en un mercado de la ciudad de Wuhan. El 12 de enero de 2020, China compartió la secuencia genética del nuevo coronavirus para que los países pudieran utilizarla en el desarrollo de kits de diagnóstico específicos y vacunas.
Las estimaciones actuales indican que el período de incubación del virus oscila entre 2 y 10 días y la transmisión puede ocurrir desde individuos asintomáticos o durante el período de incubación. Este virus perteneciente a la familia de los coronavirus, el virus 2019-nCoV, infecta las vías respiratorias y causa síntomas que van desde un cuadro leve (tos seca, fiebre…) a graves dificultades para respirar y a una neumonía potencialmente mortal, sobre todo para los colectivos más vulnerables como las personas mayores, personas con otras enfermedades crónicas, como diabetes avanzada, hipertensión, cardiopatías, u otras enfermedades respiratorias, así como cáncer. Los coronavirus son una extensa familia virus que afectan al ser humano y varias especies de animales. El que causa el resfriado común es uno de ellos. Otros solo afectan a animales, pero pueden sufrir mutaciones que les permiten saltar de especie y hacer enfermar a personas. También pueden adquirir la capacidad de transmitirse entre seres humanos. Los precedentes más conocidos son el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS) que causó más de 800 muertes y el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS, en sus siglas en inglés), identificado por primera vez en 2012 en Arabia Saudí y del que ha habido 2.500 casos confirmados y 850 muertes.
China comunicó a principios de la semana pasada que el patógeno podía transmitirse de persona a persona, en contra de los primeros indicios aunque, por el momento, se desconoce cómo el virus pasó de los animales a las personas. Desde que dio el salto de especie se contagian como cualquier otro virus de resfriado, a través de la tos y los estornudos.
El brote del nuevo virus se está extendiendo rápidamente y, según las autoridades chinas, el martes, aumentó la cuenta oficial de casos conocidos en casi un 60 por ciento durante la noche y se informó de la muerte de 106 personas. Según la OMS, a día de hoy, el número de casos confirmados ha aumentado a 4.593 y existen 6.973 casos sospechosos, 976 casos severos y 106 muertes. El caso confirmado más joven es una niña de 9 meses en Beijing. Fuera de China se han contabilizado 56 casos en 14 países. En Japón se han confirmado 6 casos de infección, en Corea del Sur 4, Vietnam 2, Singapur 7, Australia 5, Tailandia 14, Malasia 4, Camboya 1, Nepal 1, Sri Lanka 1, Estados Unidos 5, Canadá 2, Francia 3 y Alemania 1. El resto, 4.537 infectados confirmados, en China. Hasta ahora no ha habido muertes fuera de China. Pero esta información se va modificando con el paso de las horas.
En un intento de detener el coronavirus y evitar que se produzca una pandemia, y mientras la Organización Mundial de la Salud decide si decreta una alerta de emergencia de salud pública global, China ha decretado la mayor cuarentena de la historia y ha tomado medidas drásticas, sin precedentes en la política de salud global moderna, para intentar detener la propagación del virus, si bien, la eficacia de dichos pasos tan drásticos sigue aun siendo indeterminada. El día 23 de enero la ciudad de Wuhan, zona cero para el brote del virus, ciudad de 11 millones de habitantes, fue cerrada al tránsito de personas, suspendiéndose el transporte público e impidiéndose la salida y entrada de vehículos privados, excepto para el abastecimiento sanitario y básico de la ciudad, bajo estrictos controles de seguridad. Al día siguiente, al menos otras 12 ciudades en la provincia de Hubei habían emitido restricciones de viaje, incluyendo Huanggang, hogar de siete millones de personas, y Ezhou, una ciudad de aproximadamente un millón.
El brote epidémico está agotando el sistema de atención médica de China, que cuenta con exceso de trabajo y fondos insuficientes. China no tiene un sistema de atención primaria en funcionamiento, por lo que la mayoría de las personas acuden a los hospitales que se encuentran colapsados En Wuhan, epicentro del coronavirus, los residentes acuden a los hospitales con cualquier signo de resfriado o tos, los corredores del hospital están sobrecargados de pacientes y los médicos se están esforzando en manejar una enorme carga de trabajo. A pesar de haber tratado el coronavirus del SARS hace casi dos décadas, muchos hospitales chinos en ciudades más pequeñas no están completamente preparados para enfrentarse a un brote importante como el virus actual. Los materiales también se van agotando y las empresas no dan abasto para la fabricación de mascarillas y vestuario médico especializado. Los hospitales de Wuhan han publicado mensajes en línea que solicitan urgentemente equipos médicos. La situación es aún más desesperada en las zonas rurales más pobres cercanas.
Con la escasez de instalaciones médicas, el gobierno local también se ha comprometido a construir un nuevo hospital de 1.000 camas en 10 días, y ha prometido que a mediados del próximo mes estaría listo otro nuevo hospital de 1.300 camas.
Por el momento no existe vacuna alguna para prevenir la infección por este coronavirus, aunque los investigadores, desde el momento en que los investigadores chinos publicaron la secuencia del 2019-nCoV en la base de datos pública y que tiene un 70% de similitud con el SARS, trabajan contrarreloj para intentar desarrollar una. Por ahora. la mejor prevención es evitar viajar a China y el contacto cercano con las personas que sufren infecciones respiratorias agudas y que son sospechosas de estar contagiadas. Lavarse las manos con frecuencia y evitar el contacto sin protección con animales de granja y salvajes.
El día 28 de enero,, el Director General de la Organización Mundial de la Salud, Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, se reunió en Beijing con el presidente de la República Popular de China, Xi Jinping. Ambos compartieron la información más reciente sobre el nuevo brote de coronavirus 2019 y reiteraron su compromiso de controlarlo. La Comisión Nacional de Salud mostró la alta capacidad y los recursos de salud pública de China para responder y controlar el brote epidémico. Los debates se centraron en la necesidad de colaboración continua sobre medidas de contención en Wuhan, medidas de salud pública en otras ciudades y provincias, realizar estudios adicionales sobre la gravedad y la transmisibilidad del virus y continuar compartiendo datos.
El mensaje principal en los medios estatales chinos es que el gobierno municipal de Wuhan debería asumir la culpa por ocultar la gravedad del virus, y el alcalde de Wuhan ha reconocido que «las advertencias iniciales no fueron suficientes». Sin embargo, el gobierno central no está completamente exento de culpa. Los mercados de animales son parte de muchas ciudades chinas, pero ahora, al menos por segunda vez en dos décadas, se han convertido en la fuente de una epidemia que ha paralizado a parte del país y que va a tener posibles graves efectos económicos a largo plazo. Supone un gran desafío de salud pública para el gobierno que debe, además, responder a las crecientes preguntas sobre la razón por la cual han cambiado tan poco las cosas en los 17 años desde que ocurrió la epidemia del SARS. Asimismo, a nivel regional y global, se trata de un grave foco de preocupación en el que se debe trabajar coordinadamente para evitar que degenere en una pandemia que se cobraría un gran número de vidas humanas. En este momento lo más urgente es contener la epidemia con las medidas más apropiadas, pero sería de gran importancia que el gobierno chino haga frente a la problemática a largo plazo que presentan estos mercados de comida y animales vivos, regularizar su situación, llevar a cabo controles sanitarios adecuados e incluso prohibir la venta de animales salvajes en los mismos. La promoción de la salud y las medidas de prevención, y no los tratamientos para intentar curar o paliar una enfermedad o unos síntomas determinados para el restablecimiento de la salud, son las actuaciones más eficaces en sanidad para evitar la enfermedad. Es necesario que el gobierno chino trabaje en la creación y aplicación de protocolos específicos de salud pública más estrictos para controlar estos focos de probable infección con el fin de evitar que, de nuevo, pueda surgir una nueva mutación vírica de resultados impredecibles.
(29 de enero de 2020)