El sueño chino

In Noticias, Sociedad by PSTBS12378sxedeOPCH

Mientras que China fue en algún momento uno de los destinos favoritos para extranjeros en busca de vivir experiencias exóticas como enseñar inglés o aprender chino, un creciente número de ellos están desplazándose...


Mientras que China fue en algún momento uno de los destinos favoritos para extranjeros en busca de vivir experiencias exóticas como enseñar inglés o aprender chino, un creciente número de ellos están desplazándose ahora hacia el lejano oriente con el objetivo de realizar sus sueños. A medida que la economía china continúa creciendo, el éxito no sólo alcanza a los empresarios chinos, sino también a los residentes extranjeros con un buen ojo para las oportunidades. Esta es la historia de algunos de esos intrépidos extranjeros que han compartido el “sueño chino”: el filántropo, la actriz, el restaurador y el dramaturgo.

Para Charlotte Macinnis, también conocida como Ai Hua mientras presenta su programa Creciendo con chinos de la Televisión Central China (CCTV), el «sueño chino» empezó cuando era una niña y su familia se mudó a la ciudad de Nanjing después de que su padre consiguiera allí un puesto en la industria de la publicidad.

En 1988, con tan sólo 7 años, Macinnis fue empujada lejos de su confortable vida en los Estados Unidos y depositada en un lugar sobre el que, en aquel momento, no mucha gente en occidente sabía demasiado.

«No tuvimos la posibilidad de llevar una vida de estilo occidental en China en aquel momento, por lo que simplemente vivimos como lo hacían los chinos» dice la ahora actriz, de 30 años.

Defendiéndose maravillosamente en mandarín después de tan sólo dos años en una escuela china, Macinnis y su hermana Mika empezaron a hacerse un nombre en la escena local como las únicas artistas extranjeras que compartían escenario con las famosas Pequeñas Flores Rojas, el conjunto de jóvenes intérpretes chinas bien conocidas en todo el país.

Después de más de una década viviendo en China, Macinnis volvió a los Estados Unidos para ir a la universidad de Columbia, donde sus modales chinos le valieron el sobrenombre de «extraña blanca chica china» entre sus compañeros de clase, un nombre que sigue persiguiéndola hoy en día.

Ahora, Macinnis es una cara conocida en muchas casas de Beijing, ya que presenta varios programas en CCTV y es una invitada frecuente en los programas chinos.

«Es exactamente donde quiero estar,» dice. «No viviría en ningún otro sitio.»

Mientras que para ella la oportunidad de triunfar llegó a una edad muy temprana, cuando “seguía habiendo cierta sorpresa asociada al simple hecho de que fueras extranjera», Macinnis dice que China sigue estando llena de posibilidades para aquellos que sueñan con triunfar en el mundo del espectáculo.

«Definitivamente, en este mundo hay muchas probabilidades de llegar a alguna parte o aparecer en la televisión si estás en China que si estás en los Estados Unidos,» dice, añadiendo que mientras que a pesar de que sigue habiendo muchas opciones para los extranjeros, los empleadores empiezan a ser mucho más estrictos a la hora de decidir a quién contratar.

«Como el número de gente que viene a China también ha aumentado mucho, la gente también espera mucho más ahora. Y eso es bueno, es lo que debe ser.»



Sin embargo, para algunos el «sueño chino» no es tanto descubrir el propio potencial, sino más bien ayudar a otros a descubrir el suyo.

Tom Stader, fundador del Proyecto Biblioteca, una organización no gubernamental con base en Xi’an que realiza donaciones a bibliotecas de escuelas rurales con pocos recursos, vino por primera vez a China para trabajar en una escuela de idiomas en la ciudad nororiental de Dalian, en la provincia de Liaoning.

Después de dos años trabajando en Dalian, la vida de Stader dio un brusco giro cuando se le encargó que buscara financiación para la escuela entre organizaciones de caridad como parte de su responsabilidades.

El americano, de 36 años, puso en marcha un plan para llevar libros a los orfanatos de Dalian, donde la literatura es un bien escaso. La respuesta fue abrumadora, recolectando más de 3.400 yuanes ($518) y unos 600 libros en tan sólo dos días.

Viendo lo mucho que podía ayudar a aquellos que lo necesitaban, Stader abandonó su puesto en la escuela y puso en marcha un proyecto que se ha acabado desarrollando hasta alcanzar enormes proporciones. Su organización ha donado libros a cientos de bibliotecas en nada menos que 21 provincias de China.

«Empecé este proyecto con 500 dólares y un par de amigos como única ayuda, y construir esta organización de la nada a lo largo de todos estos años ha sido realmente como ver un sueño convertido en realidad» dice Stader.

Atribuyendo su éxito a la buena acogida que tienen en China las propuestas que albergan buenas intenciones, así como al relativamente bajo coste de poner en marcha el negocio, Stader dice que «la barrera para entrar en China es bastante pequeña si lo ves en términos de negocio, ya que no necesitas tener mucho dinero para empezar algo grande aquí».

Stader dice que si hubiera permanecido en los Estados Unidos, las oportunidades de poner en marcha una ONG hubieran sido mínimas para él, dada la sobreabundancia de organizaciones de este tipo que ya están operando allí.

«El proyecto proviene de la necesidad. En Estados Unidos ya existen muchas buenas organizaciones, y no estoy seguro de que allí nuestro proyecto hubiera tenido el impacto que ha tenido aquí,» comenta.

Fue también ver la necesidad en un mercado sin explorar lo que llevó a Briton Will Yorke, dueño del Vineyard Cafe, uno de los restaurantes extranjeros de moda de Beijing, a aventurarse a dejar su ocupación como DJ para convertirse en un respectado empresario en un hutong en ciernes de la capital china.

Habiendo venido por primera vez a China en 1997 para estudiar chino, Yorke estuvo entre los primeros extranjeros en traer la música electrónica a la ciudad, lo que le ganó una pequeña reputación en la escena musical y de clubes pekinesa.

Después de terminar sus estudios y explorar una variedad de trabajos diferentes, incluyendo una escuela de artes marciales, este empresario de 35 años recordó sus experiencias trabajando en restaurantes cuando era joven y se encontró de repente en la increíble situación de verse a si mismo como dueño de un restaurante.

«Fue una mezcla de brillantez y un número de casualidades que me llevaron a abrir este restaurante,» comenta. «Nunca fue mi intención abrir un negocio de este tipo en Beijing, nunca pensé que esto iba a ser lo que haría en un futuro.»

El café, situado en el ahora muy popular hutong Wudaoying, fue el primer negocio extranjero que abrió en la zona, catalizando la apertura de tiendas y otros cafés a lo largo de la vieja calle.

Yorke atribuye su éxito al hecho de que China sigue siendo un mercado relativamente joven para productos occidentales. «Es una cuestión de saturación, simplemente el mercado no está saturado como en Londres o en otros sitios. Así que puedes coger una idea que en el Reino Unido no sería nada innovadora y hacerla parecer nueva aquí.

Aunque esto podría parecer una estrategia pensada de antemano, Yorke admite que no es lo que tenía en mente cuando abrió su local. «Simplemente abrí y me puse a cocinar los platos que me gustan, nada más» concluye.

Mientras que es posible que conseguir tener éxito en China haya sido una casualidad para algunos, para otros, como la americana Elyse Ribbons, presentadora de la Radio Internacional de China y residente en China desde hace casi una década, el «sueño chino» está hecho a la medida de jóvenes profesionales en busca de una experiencia profesional única que impulse sus carreras y decididos a llegar lejos a través de duro trabajo.

Ahora con 30 años, llegó por primera vez a Beijing en 2001 en un viaje de estudios de la universidad de Carolina del Norte. A pesar de que entonces esperaba poder trabajar para el Departamento de Estado estadounidense valiéndose de su fluidez en árabe, el encanto de China ganó finalmente su afecto y, después de terminar su carrera de filología china en los Estados Unidos, ya estaba decidida a volver.

«Todos nosotros, incluida yo, nos enamoramos de Beijing y de China,» comenta.

Después de volver a China en 2002 para estudiar medicina tradicional china, Ribbons enseguida se dio cuenta de que el campo médico no era para ella y empezó a experimentar con diferentes trabajos, desde enseñar inglés a trabajar como traductora para el Centro Americano para el Control de Enfermedades de Beijing.

Finalmente, Ribbons encontró su lugar en el teatro en 2006, después de pasar tres semanas en Paris escribiendo su propia obra teatral I Heart Beijing, en la que examina los estereotipos sociales de extranjeros y chinos en China.

Después del gran éxito de la obra, Ribbons se ha hecho un nombre en la escena dramática de la capital y ha estrenado desde entonces otras seis producciones.

Ribbons dice además que mientras que los extranjeros en China pueden conseguir oportunidades únicas sólo por el hecho de ser extranjeros, y es posible que China ofrezca una forma más rápida de alcanzar el éxito que en occidente, el espacio para desarrollar una carrera propia, especialmente en el mundo del teatro, está a menudo muy limitada.

«Hay más oportunidades en China de poner tus pies en la puerta, pero una vez lo has hecho poner todo el cuerpo dentro no es tan sencillo,» comenta. «Tienes que ser muy cabezota y perseverante y trabajar duro, es la única manera de poder llegar a alguna parte.»