Hoy, cuando la abundancia material es una realidad con la que sólo podían soñar las anteriores generaciones de chinos, a la sociedad china todavía le falta algo importante: el sentido de seguridad. La gente coloca sus ahorros en los bancos, no para beneficiarse de los magros tipos de interés, sino para garantizar un sentido de seguridad sobre su futuro.

Los precios de las propiedades inmobiliarias están ya fuera del alcance de la mayoría de los asalariados, pero la gente todavía muerde el anzuelo y junta todos los ahorros de su familia, pues para muchos chinos poseer viviendas equivale a contar con seguridad material.

La civilización china es milenaria, pero la mayor parte de esa historia ha estado marcada por agitación y conflictos. Incluso los 60 años de relativa paz bajo la República Popular de China han sido testigos de numerosas conmociones. A muchos no les queda claro aún si el progreso del país reducirá la imprevisión que atenaza a sus vidas.

En años recientes, cuando el Estado corría con todo, planificando la economía, China parecía sujeta a un alto nivel de seguridad social. La gente no tenía que preocuparse de qué comer o qué vestir, pues casi todos comían y vestían igual. Pero esa clase de seguridad no es verdadera. Si no hay una adecuada cuota de individualización en las decisiones de vida, tal sentido de seguridad pierde su razón de ser.

Todos tenemos un derecho inalienable a la seguridad, pero para crear ese ambiente de seguridad es preciso que todos coloquemos nuestro aporte.

No es menos cierto, asimismo, que el pueblo chino vincula su seguridad individual al ambiente derivado de la situación internacional, que tanto nos preocupa hoy.

Pero solamente cuando seamos capaces de aceptar estos retos con cabeza fría, lograremos desembarazarnos de las preocupaciones que nos atribulan.(Pueblo en Línea)

31/12/2010