La economía urbana china después de la 19va Plenaria del Partido Comunista Chino Miguel Hidalgo Martínez, Lecturer, Department of China Studies Xi'an Jiaotong-Liverpool University Suzhou, China

In Análisis, Sociedad by Xulio Ríos

La clausura de la 19va. reunión plenaria del Partido Comunista Chino en Pekín el 25 de Octubre anunció la renovación casi completa del Comité Permanente del Buró Político, el máximo órgano de facto para conducir las políticas sociales y económicas del país. La configuración política de la plana mayor del Partido durante la segunda parte de la administración de Xi Jinping sugiere que la economía urbana en China no se desviará mucho de la línea regulatoria que ha seguido desde la década de los 1990s. Con una desaceleración marcada, permanente dependencia en la construcción de infraestructura y expuesta a las fluctuaciones de los mercados internacionales, la economía urbana china ha mantenido un ritmo de expansión cuya sostenibilidad se ha puesto en duda particularmente desde la crisis financiera del 2008. Los retos para el nuevo equipo administrativo de Xi Jinping no son menores, y podrían significar la continuidad o colapso económico del régimen.

El “Modelo Shanghai”: continuidad y viabilidad

Tres años después de la crisis económica y social de finales de los 1980s, el gobierno central chino inauguró una nueva época en la economía urbana nacional al establecer el distrito Pudong en Shanghai. Este nuevo experimento económico fue un punto de inflexión similar al que significó la apertura de Shenzhen y las otras tres zonas económicas especiales al inicio de la reforma económica. Bajo la línea política de un recién iniciado Jiang Zemin, asistido por los Premieres Li Peng y Zhu Rongji, las reformas del “Modelo Shanghai” significaron una recentralización en el manejo de las finanzas públicas y orientaron el gasto a un acelerado desarrollo de infraestructura urbana de gran escala.[1] La reforma fiscal de 1994 y las reformas al sector bancario en 1998 dieron el soporte institucional al “Modelo Shanghai” para que reconfigurara la economía urbana de China, alejándola de la fragmentación productiva y la inflación que experimentó en la década de los 1980s.

Este “modelo” de políticas públicas ha mantenido un control macroeconómico estable, con índices de inflación controlados y un acelerado crecimiento en inversiones de capital fijo. Desde la década de los 1990s, el “Modelo Shanghai” ha desarrollado un sector inmobiliario boyante que ha sido el principal eje de desarrollo de las mayores ciudades chinas. La orientación del crédito a la construcción de infraestructura urbana también ha fortalecido al sector estatal de la economía, a costas de un proporcionalmente decreciente consumo doméstico de los hogares chinos. Después de más de dos décadas del “Modelo Shanghai” y de la desaceleración del crecimiento económico, se podría esperar una nueva generación de reformas que lleve a la economía urbana china a reducir su dependencia de la inversión en capital y acentuar más el consumo. Sin embargo, con la conclusión de la 19va. Plenaria del Partido Comunista Chino, esta nueva ronda de reformas está más distante aún.

El nombramiento de Wang Huning y Han Zheng como parte del Comité Permanente del Politburó hace eco de la continuidad del “Modelo Shanghai”. Wang, un veterano tecnócrata y cercano asesor de Jiang Zemin, fue uno de los principales arquitectos de las reformas económicas de los 1990s. Por otro lado Han, con prácticamente toda su carrera política en Shanghai, cuenta con un fuerte historial tecnócrata en el manejo de la primera de las economías urbanas basada en la inversión estatal en infraestructura. Wang y Han son cuadros del Partido Comunista cuyas carreras políticas se han basado en la reproducción del modelo económico de la era post-Tiananmen de finales de los 1980s. Contrario al estado económico nacional e internacional de los 1990s, actualmente hay variables que han estado gradualmente cuestionando la viabilidad del “Modelo Shanghai”. Los principales mercados del mundo hacia donde se venden las exportaciones chinas, Estados Unidos y Europa Occidental, han experimentado crisis sistémicas durante varios años e incluso son escenario de crisis políticas agudas. Por su parte, la economía china ha acumulado una creciente deuda producto de décadas de inversiones que no han generado la liquidez suficiente para equilibrar las carteras del sistema bancario.

Reformas a la economía urbana china: paso postergado

Los primeros años del “Modelo Shanghai” significaron también un crecimiento de deuda pública que el sector financiero paraestatal chino debía manejar. La habilidad política de Zhu Rongji a finales de los 1990s concretó una reforma en el sistema bancario para centralizar el control de la deuda y poder diferir el pago de la misma, garantizando la continuidad de inversiones en capital fijo a gran escala. Wang y Han, como los más experimentados en cuestiones de manejo macroeconómico y regulación financiera urbana, están ante la coyuntura de reformar el “Modelo Shanghai” o reemplazarlo por una nueva directriz que transforme substancialmente la economía urbana china.
La reorientación al crédito para reducir la dependencia en las inversiones en infraestructura abriría espacios a otros sectores económicos para la transformación de las ciudades chinas. Uno de los retos más importantes ha sido el desarrollo de las “industrias creativas”, pilares de la economía del conocimiento de las ciudades contemporáneas. En el caso de las ciudades chinas, el desarrollo de las industrias del entretenimiento, el diseño gráfico e industrial, las artes performativas y la programación ha tenido pasos considerables, pero no con la rapidez y penetración necesaria para transformar la economía urbana. Otro reto importante sería abrir más el crédito al consumo de los hogares chinos. El crecimiento real del poder adquisitivo urbano ha crecido moderadamente, por lo que el consumo basado en el crédito sería el puente necesario para acelerar la circulación de bienes y servicios. La reducción de la deuda pública constituye otro pilar fundamental para reformar el “Modelo Shanghai”. Terminar con la prolongación indiscriminada en el pago de préstamos bancarios, a veces con una nula tasa de interés, obligaría a una reforma sistémica en las empresas paraestatales. La manera en la cual Wang y Han aborden estas disyuntivas durante los siguientes cinco años será fundamental para la economía urbana china, plataforma sobre la cual descansa todo el “milagro económico” que la época de la reforma y apertura han construido desde la década de los 1970s.


[1] Las reformas económicas claves de la era post-crisis de Tiananmen fueron acuñadas como “Modelo Shanghai” por el economista político Huang Yasheng.