Según datos del Banco Mundial (BM), la ventaja estructural del dividendo demográfico de China ha contribuido aproximadamente al 30 por ciento de su crecimiento económico total. Sin embargo, este dividendo demográfico está llegando a su fin y el mercado laboral de baja cualificación está comenzando a decaer.
China ha comenzado recientemente a experimentar la falta de mano de obra. El problema comenzó a surgir en las ciudades costeras orientales del país, pero pronto se extendió a las del interior. Esta tendencia ha marcado el fin de la edad dorada del excedente de mano de obra en la llamada en China.
El rápido crecimiento económico de China durante las últimas décadas se suele atribuir a su dividendo demográfico. Según datos del Banco Mundial (BM), la ventaja estructural del dividendo demográfico de China ha contribuido aproximadamente al 30 por ciento de su crecimiento económico total.
Sin embargo, este dividendo demográfico está llegando a su fin y el mercado laboral de baja cualificación está comenzando a hundirse. Si China mantiene su actual estructura económica y confía su crecimiento económico al crecimiento de las exportaciones de productos con poco valor añadido, se verá atrapada en una producción de baja gama. Para evitar esta trampa y promover su futuro crecimiento económico, China tiene que transformar su actual e insostenible estructura del dividendo demográfico en una estructura más sostenible y orientada a la calidad.
Desde las reformas económicas introducidas en la década de 1980, la tasa de dependencia bruta de China, la proporción entre población en edad no laboral y población en edad laboral- cayó de 62,6 por ciento en 1982 a 37,9 por ciento en 2007. La tasa de población dependiente se ha mantenido por debajo del 40 por ciento desde 2005. Varios estudios muestran que por cada reducción de 1 por ciento en la tasa de dependencia de población, habrá un aumento correspondiente de 0,115 en su tasa de crecimiento económico. Entre 1982 y 2007, el declive de la tasa de población dependiente ha contribuido a alrededor del 25 ó 30 por ciento del crecimiento del PIB durante estos años.
De esta forma, el envejecimiento de la población se ha convertido en una gran preocupación. El VI censo nacional de China de 2010 mostró que el 8,9 por ciento de la población tiene 65 años o más. Para el año 2050, la cifra podría elevarse al 30 por ciento, indicando una población que envejece a gran velocidad. Además, está emergiendo el punto de inflexión de Lewis, indicando un declive en el excedente de mano de obra en zonas rurales.
Según dicho censo, el número de trabajadores migrantes que trabajan fuera de sus lugares de origen por seis meses o más, aumentó 6 por ciento entre 2002 y 2006, aunque esta cifra cayó a 1,7 por ciento entre 2006 y 2010. La tasa de crecimiento de trabajadores migrantes que se espera para la próxima década es de 0,8 a 1 por ciento. Según la Academia de Ciencias Sociales de China (ACSCh), aunque la tasa de población dependiente de China está decayendo aún a unos niveles relativamente bajos, se espera que 2013 marque un punto de inflexión. Después de ese año, la tasa de dependencia de la población comenzará a crecer de nuevo y el dividendo demográfico entrará correspondientemente en declive.
Lo que es más importante, el PIB per cápita de China es relativamente bajo comparado con otros países que tienen las mismas o similares condiciones de dividendo demográfico, como Japón, Corea del Sur o Singapur. El PIB per cápita de esos países es de alrededor de 20.000 hasta 49.000 dólares por año, mientras que el PIB per cápita de China es de sólo 5.414 dólares. Un PIB per cápita bajo indica un posible declive en el nivel de vida cuando la población general envejece.
Durante los últimos 30 años, el milagroso crecimiento económico de China se ha basado principalmente en el excedente de dos grandes factores productivos, a saber, la mano de obra y el capital. Es generalmente asumido que el dividendo demográfico de China ha permanecido en su etapa inicial, una etapa que depende de la cantidad en vez de la calidad de su mano de obra. Un dividendo demográfico orientado a la calidad concede valor a la acumulación de capital humano, desarrollo de recursos humanos y mejora del factor total de productividad de la mano de obra. Con un dividendo demográfico orientado a la calidad, los beneficios del desarrollo económico pueden alcanzar la sostenibilidad mediante la prmoción y refuerzo de la formación del capital humano.
Desde esta pespectiva, experimentar la progresiva desaparición de un dividendo demográfico orientado hacia la cantidad es un proceso necesario e inevitable en la transformación socioeconómica y estructural de China. Por ello, tenemos que reconocer la importancia de los recursos humanos y establecer el estatus primario de los recursos humanos en el desarrollo socioeconómico.
Estratégicamente, deberíamos emprender la mejora de la calidad del capital humano. Deberíamos comprometernos a desarrollar el sector servicios, reforzar los sectores que proporcionan trabajos sostenibles y mejorar la calidad general de la fuerza de trabajo.
Más específicamente, deberíamos reformar el sistema educativo, el sistema de empleo, el sistema de registro de residencia y el de pensiones para reducir las barreras institucionales para los recursos humanos, con el fin de hacer frente a los retos que plantea una sociedad en envejecimiento y una fuerza laboral en declive. (China Daily)
* Zhang Monan es investigador económico en el Centro de Información del Estado.