Estos dos términos nuevamente acuñados en la edad de Internet son tan populares que han estimularon una discusión animada en el foro de prensa sino-alemán, recién concluido en Berlín.


Obviamente, estos años han atestiguado tal fenómeno. Así, para mostrar una buena imagen al mundo, no faltan autoridades locales que intentan atraerse palabras altisonantes en línea, pagando a cambioo “WuMao” o más, para recibir alabanzas ajenas. Se dice que la provincia de Henan, por ejemplo, publicó un aviso a todas sus universidades locales, requiriendo que adiestraran a comentaristas para Internet, a los cuales se recompensa según su rendimiento.



En los países occidentales, también hay algunas organizaciones anto-chinas que financian a los que estén dispuestos a lanzar fango contrra el país asiático. En 2010, por sólo citar un ejemplo, algunos miembros del Congreso de EEUU. citaron con ese fin a un grupo, el Consorcio Global de la Libertad en Internet (GIFC), al que ofrecieron $1,5 millones.



GIFC es una organización administrada por elementos del culto de Falun Gong, que se dedica a echar pestes contra el Gobierno chino con mentiras fabricadas, procurando socavar la estabilidad de las relaciones China-EEUU.



Dicho esto, es preciso reiterar que es precios escoger biene y sopesar las opiniones vertidas en Internet antes de actuar respecto a ellas. Y aún peor, las supuestas firmas de relaciones públicas de Internet han proliferado rápidamente en estos años, y para su beneficio, estarían empleando y entrenando a “cibermercenarios”, engañando al público con historias falsas, distorcionando los hechos y fijando comentarios unilaterales. Esto ha envenenado el ambiente social en línea y desacreditado la opinión pública en su esencia verdadera.



Una vez que estas opiniones falsas caen en manos de los tergiversadores en el extranjero, se convirtien en una herramienta práctica para generar disturbios. Los aactuales conflictos en África del Norte y Asia Occidental nunca serán casos especiales. Son ya una dura realidad.



Pero no es menos real que una potencia verdadera, fuerte y próspera, debe tener la confianza en su capacidad de resistir disturbios extranjeros, y no mostrar ningún miedo al ser señalada de dedo. Contra esta verdad, los 50 centavos no sirven de mucho.(Pueblo en Línea)

24/05/2011