La civilización china es una civilización secular
A diferencia de las tradiciones monoteístas del cristianismo, el judaísmo y el islamismo, el antiguo sabio chino Confucio evitaba hablar de fantasmas y dioses, abogando por el principio de que “si no sirves bien a los humanos, ¿cómo sirves a los fantasmas?” y que “si no entiendes la vida, ¿cómo puedes entender la muerte?”.
Como el núcleo de la comunidad nacional china, los regímenes del Zhongyuan (la región de la Llanura Central de China) nunca han experimentado en su historia un régimen combinando lo político y lo religioso ni guerras religiosas. Lo que busca la civilización china sobre el mundo ideal humano es el “Dao” (la Idea Suprema), que algunos eruditos han resumido como “Cielo, Tierra, Soberanía (Estado), Familia y Maestro”, que son la creencia tradicional del pueblo chino.
La manifestación específica del Dao es el “Tianxia Datong” (la Gran Armonía bajo el Cielo). Confucio dijo: “Cuando se pone en práctica el Gran Dao, el mundo es compartido por todos. Se eligen personas de alta moral y talento, se enaltece la honradez y se fomenta una atmósfera de armonía. Así, la gente no solo respeta a sus padres, ni solo ama a sus hijos, sino que también asegura que los ancianos tengan seguridad en su vejez, que los de edad madura puedan hacer uso de sus talentos y servir a la sociedad, que los niños pequeños crezcan sin problemas. Se garantiza el sustento para aquellos que están solos en su vejez, los que han perdido a sus cónyuges, los huérfanos, los que no tienen hijos y los discapacitados que no pueden trabajar. Los hombres tendrán ocupaciones y las mujeres tendrán hogares … Esto es el Datong (Gran Armonía)”. Durante miles de años, el “mundo de Datong” idealizado por los chinos a lo largo de las sucesivas generaciones ha sido este escenario social donde todos los individuos del mundo terrenal puedan desplegar sus talentos al máximo, cumplir con la moral pública, encontrar su propio lugar, y vivir en armonía y orden.
Por lo tanto, a diferencia de la civilización occidental, la civilización china no aboga por las libertades y los derechos individualistas, sino que hace hincapié en la moral social y en el “Dao” que todos los seres deben seguir. Este es otro tipo de sistema ético y moral. En la civilización china, el dicho de que “quien gana el corazón del pueblo gana el mundo” no se refiere a la mayoría en una “elección democrática” al estilo occidental, sino al corazón público, que está de acuerdo con la razón de la naturaleza y para “el bien común”. Este “corazón público” toma en cuenta a todos los pueblos, no a los seguidores de una religión, ni a los súbditos de un régimen, ni siquiera a un partido político, un pequeño grupo o un individuo.
El principio de igualdad en la civilización china
La civilización china defiende el principio de “No hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti”, y “respeta a los mayores como respetarías a tus propios mayores, cuida a los jóvenes como cuidarías a tus propios jóvenes”. Sin embargo, no enfatizar los derechos individuales no significa la ausencia del concepto de igualdad. El concepto de “igualdad” entre los chinos se refleja tanto en los intercambios con otras culturas y grupos, como en el respeto por la diversidad de las tradiciones de los distintos grupos étnicos y las culturas locales dentro del país.
Por ejemplo, la herencia de la propiedad en la Llanura Central se divide equitativamente entre los herederos varones, en lugar del sistema de primogenitura adoptado en la sociedad europea o japonesa. De hecho, los chinos no tienen el concepto rígido de “sucesión hereditaria” como en la sociedad europea. “El soberano es como el barco, y el pueblo es como el agua. El agua puede transportar el barco, pero también puede volcarlo”. No solo las dinastías podrían ser “derrocadas” y reemplazadas por otras, sino que también el pueblo y los eruditos aceptarían a diferentes gobernantes de diferentes etnias que respetaran y heredaran la cultura china. Las familias nobles tampoco pueden disfrutar de riquezas y honores eternos. Como dice el dicho: “Los favores legados a sus descendientes por un caballero se agotan en unas pocas generaciones.” y “¿Acaso los nobles y los poderosos, los gobernantes y soberanos, nacieron para ser así?”.
Otro ejemplo es el sistema de examen imperial, el principal canal de selección de talentos de las dinastías de la Llanura Central, que estaba abierto a todos los súbditos. El pensador francés del Siglo de las Luces, Voltaire, apreció mucho el sistema de examen imperial de China y comentó: “Solo los talentos que han pasado rigurosos exámenes pueden ingresar al… gobierno para asumir cargos… Es imposible imaginar un gobierno mejor que éste…”. Consideró que el sistema de examen imperial encarna mejor el espíritu de igualdad que el sistema de herencia de títulos nobiliarios y tierras en Europa.
“Armonía en la diversidad” y “educación sin discriminación”
En la comprensión y clasificación de los grupos sociales, el confucianismo, pilar de la civilización china, es un conjunto de valores y normas de comportamiento relacionados con el orden ético de la sociedad secular. Cualquier grupo que aceptaba este conjunto de valores y normas era considerado “Huaxia”, es decir, parte de la comunidad cultural china. Por otro lado, aquellos que aún no lo habían aceptado eran considerados “bárbaros”, en chino se llama los Man, Yi, Rong y Di. Las diferencias entre los bárbaros y los Huaxia en cuanto a lengua, costumbres, métodos de producción económica, etc., representaban solamente los diferentes “niveles de civilización”.
En la interacción con grupos étnicos distintos, la civilización china perseguía el “adoctrinamiento” a través de un “gobierno benevolente”. Se decía: “Atraer a los pueblos extranjeros mediante la elevada cultura y virtud propias.” Se abogaba por usarlas para influir a los bárbaros, en lugar de imponérselas con el apoyo de la fuerza. En los registros históricos occidentales se ven numerosos casos de propagación del cristianismo y del islamismo mediante la fuerza y guerras religiosas. Al contrario, en los documentos históricos chinos no se encuentra ningún ejemplo en que las dinastías de la Llanura Central forzaran a los vecinos a aceptar el confucianismo y la creencia en Confucio.
De hecho, el requisito previo para el “adoctrinamiento” era la gran confianza que tenía la sociedad de la Llanura Central en la superioridad de la civilización china. “Nadie puede resistir a un soberano que unifique el mundo con su gobierno benévolo.” Incluso el pensamiento militar tradicional chino subrayaba que el ejército del “Hijo del Cielo” debía ser un “ejército benévolo y justo”, y que “La mejor victoria es vencer sin combatir.”
Además, en un ambiente cultural tan inclusivo, también se puede observar el fenómeno de la “sinización” en diversos grados de las religiones extranjeras después de ingresar a la Llanura Central, donde las mezquitas generalmente adoptan el estilo arquitectónico de mampostería de ladrillos, casa con patio interno (Sì hé yuàn) y edificios de estilo pabellón (Diàn táng), comunes en los asentamientos chinos Han. El chino mandarín también se convirtió en el idioma común entre los musulmanes Hui en esta área. En la dinastía Ming (1368-1644) un grupo de eruditos musulmanes interpretó el Corán utilizando el pensamiento confuciano. El budismo, que fue introducido en China desde la India durante la dinastía Han Oriental (25-220 d.C.), también se sinizó en sus rituales y sistemas. Durante las dinastías Ming y Qing (1368-1840 d.C.), misioneros como Matteo Ricci y Johann Adam Schall von Bell llegaron sucesivamente a China e interpretaron la doctrina católica para alinearla con los principios confucianos.
Se puede decir que la “armonía en la diversidad” y la “educación sin discriminación” son manifestaciones de la inclusividad de la civilización china, y también son la clave de su perdurabilidad hasta el día de hoy.
Autor: Ma Rong, profesor de la Cátedra Boya, Universidad de Beijing.
Redactora: Qiu Tingting, del texto español, doctorada y maestra de la Universidad Normal de Jiangsu.
Revisores: Zhu Lun, profesor de la Universidad Normal de Jiangsu, investigador del Instituto de Etnología y Antropología de CASS.
Procedencia del artículo: DeepChina