La niebla tóxica paralizó Harbin el pasado 21 de octubre, además de otras ciudades menores del noreste de China. La contaminación del aire se ha convertido en una de las mayores preocupaciones de muchos ciudadanos. No obstante, es apenas una manifestación del grave deterioro ambiental del país, que afecta a ríos, aguas subterráneas, etc., con sus secuelas de lluvia ácida, erosión, desertificación… Pan Yue, ex vicedirector de la agencia ambiental china, señalaba que en Beijing, del 70 al 80% de los cánceres mortales de pulmón estaban ligados a la polución. Según el Banco Mundial, 16 de las 20 ciudades más contaminadas del mundo se encuentran en China, país que hoy es el primer emisor mundial de gases de efecto invernadero.
El origen de la polución es múltiple. Según un informe de Greenpeace del 18 de diciembre de 2012, los autos, en alza en todas las ciudades chinas, son responsables del 6% de la polución mientras que el carbón lo sería del 19%. El consumo chino de carbón (1,5 millones de toneladas en 2000 y 3,9 millones en 2012) representa el 90% del consumo total del planeta (4,3 millones de toneladas en 2012).
En el pasado febrero, el ministerio de medio ambiente alertaba sobre las altas concentraciones de productos químicos tóxicos, prohibidos en los países desarrollados, pero ampliamente extendidos en China, y que están en el origen de las llamadas Ciudades del Cáncer, estimándose que existen en el país en torno a unas 400 donde la ligazón entre la polución química y la explosión de esta enfermedad está más que demostrada.
El gobierno chino ha reaccionado al agravamiento de la contaminación atmosférica con la amenaza de imposición de multas más cuantiosas a los posibles infractores y un endurecimiento general de la normativa, pero difícilmente servirá para paliar los daños ocasionados en tanto no surtan efecto las medidas orientadas a modificar el modelo energético y de desarrollo.
La APN también ha establecido mayores responsabilidades de los gobiernos a todos los niveles para frenar el deterioro ambiental. La gestión en este ámbito también se tendrá en cuenta a la hora de evaluar la gobernanza de los poderes públicos y el expediente de sus funcionarios, una pretendida novedad que en teoría se viene aplicando desde hace casi una década. La tendencia que aun predomina en los gobiernos locales es a camuflar o suavizar la realidad, eludiendo su obligación de proteger el derecho a la salud de las personas, sacrificado en el altar de los objetivos de crecimiento. La mejora constante de los índices económicos es una premisa de la estabilidad social, pero esta se ve cada vez más afectada por las quejas ambientales de los ciudadanos.
Los problemas ambientales chinos no son producto de la fatalidad sino de una voluntad política que, a sabiendas y haciendo caso omiso de las advertencias de los expertos, se apuntó a la conocida fórmula del ”primero manchar y después limpiar”. Otro tanto ocurrió en el orden social, y hoy la rampante desigualdad constituye un claro recordatorio del menosprecio a la justicia distributiva por parte del PCCh. Si a ello añadimos una muy débil conciencia ambiental en la sociedad, la capacidad para cambiar tal estado de cosas es muy reducida.
Mientras los datos oficiales facilitados por el Ministerio de Protección Ambiental ofrecen ciertas esperanzas de mejora en el control de la reducción de los principales contaminantes, en la reciente sesión bimestral de la APN, varias voces alertaron sobre los peligros de replicar en las zonas del Oeste del país las estrategias de desarrollo de las zonas costeras, que están precisamente en la raíz de estos problemas. La modernización de las regiones más alejadas, en curso desde 2001, ha conllevado importantes inversiones públicas en infraestructuras y en la explotación de todo tipo de recursos, alentando procesos de urbanización que ha disparado igualmente las alertas ambientales.
Pero al mismo tiempo que se manifiestan estas alertas, los diferentes gobiernos autorizan a las industrias de valor inferior su traslado desde la costa a Occidente amenazando un ecosistema de por si vulnerable. Compungirse, no sirve de nada.