El fin de la política del hijo único en China supone un reconocimiento de la insuficiencia de la reforma demográfica que entró en vigor en 2014. En Beijing, con una población estimada que equivale a la mitad de la población española, apenas unas 53.000 parejas solicitaron tener un segundo hijo. No ha habido boom. Cabe esperar que la liberalización plena no tarde mucho e incluso que de las políticas de control pronto haya que pasar a políticas activas de fomento de la natalidad.
Las políticas de control de la natalidad vigentes desde los años 70 pretendían evitar un crecimiento desmedido de la población. Si en 1950, la población china ascendía a 540 millones, en 1970 ascendía ya a 850 millones. Pero ya desde tiempos antiguos, el imperio chino era el estado con el mayor índice de población del mundo y en los albores de la era cristiana había alcanzado los 50-60 millones de habitantes. En 1661, China contaba con más de 100 millones de personas, alcanzando los 250 millones hacia 1779 y los 300 en torno a 1800. China dobló su población en el espacio de un siglo. A mediados del siglo XIX la cifra ya ascendía a 420 millones. A esa época habría que remontarse para contextualizar el problema de la superpoblación en el gigante asiático.
Mao rechazó cualquier política de control, desmintiendo que el régimen no pudiera alimentar a la población, incluso aun creciendo esta a un ritmo elevado. La población china pasó de 541 millones en 1949 a 937 millones en 1976.
La primera campaña de control data de 1954 y se basó en recomendaciones: retrasar la edad de matrimonio o espaciar el tiempo entre un hijo y el siguiente, fomentando el uso de anticonceptivos. Pero su eco fue mínimo. La reducción de la población entre 1959 y 1961, pasando de 672 a 658,5 millones, está relacionada con la tragedia del Gran Salto Adelante, que se llevó por delante a millones de personas víctimas de inanición. Pese a los altibajos de la época, en los tres primeros lustros de la China Popular, la población creció en 150 millones de personas, pasando la tasa de fecundidad de la mujer china de 6,14 a 6,18 entre 1949 y 1964.
En los años 60 se llevó a cabo la segunda campaña nacional que además del matrimonio tardío incorporó la propuesta de dos hijos por pareja como modelo ideal de familia. Su resultado, en parte como consecuencia de la inestabilidad política del momento, fue igualmente pírrico y solo pasado el momento más agudo de la Revolución Cultural, en 1971 se retomó con un nuevo impulso, manteniéndose hasta 1978. La planificación familiar se consolidó entonces con resultados evidentes, en buena medida como consecuencia de la mayor presión ejercida para garantizar el éxito. La tasa de natalidad pasó entonces del 34,11% de 1969 a 19,91% en 1976, con una disminución de 15 puntos en solo siete años. En dicho periodo, la tasa de fecundidad pasó de 5,72 hijos por mujer a 3,24. Hoy, es poco más de 1,8.