AMCE: el debate entre Ma (KMT) y Tsai (PDP)

In Análisis, Taiwán by PSTBS12378sxedeOPCH

Cada uno estuvo en su papel. Ma elogió a Tsai y se mostró modesto al reconocer que había entendido mejor la naturaleza de algunas de las críticas y preocupaciones de la oposición. Por su parte, Tsai no desaprovechó la ocasión para poner sobre la mesa todas las desconfianzas e insistir en el referéndum como vía inexcusable para dotarlo de la legitimidad democrática indispensable, un riesgo que el KMT no parece dispuesto a asumir.  

Para Ma, la clave del problema es la economía, argumentando que la firma del AMCE es la única opción para impedir que la posición económica y comercial global de Taiwán siga decayendo de forma irremediable. No solo aumentará las exportaciones a China continental y las oportunidades de empleo en la isla, sino también las inversiones extranjeras. Ma hizo descansar su argumentario en la gravedad de esa tendencia y en la necesidad de sortear la marginación de los procesos de integración regional (con la ANSEA y los países de Asia oriental como sujetos clave) que impedirían a Taiwán beneficiarse de las exenciones arancelarias de que disfrutarán estos países, padeciendo así una discriminación perjudicial que debe remediarse cuanto antes.   

«El número de tratados de libre comercio firmados entre los países asiáticos en el curso de los últimos 10 años se ha incrementado en 19 veces, aumentando de sólo tres en el año 2000 a 58 en 2009; sin embargo, Taiwán y Corea del Norte siguen siendo los únicos dos países que no han firmado acuerdos de esta índole con otros países asiáticos», dijo el presidente Ma. 

«En el curso de los próximos 10 años aparecerá eventualmente en Asia una gran área de libre comercio integrada por 17 países y áreas con una población total de 3.300 millones de personas y un volumen comercial evaluado en unos 14 billones de dólares estadounidenses», puntualizó Ma, enfatizando que Taiwán no debería quedar marginado de la integración económica regional debido a que el comercio era un asunto vital y que el país no sobreviviría sin él. De hecho, ha pasado ya de la posición 14 a la 18 en el ranking económico global.



Para Tsai, no obstante, no solo se trata de economía. Poniendo el acento en las hipotéticas repercusiones negativas del acuerdo (en la agricultura, en el empleo en sectores industriales importantes, la invasión de mercancías baratas, etc.), recomendó “lentitud” y no prisa (como reclama el KMT) para ultimar las negociaciones. Por otra parte, la prioridad consiste en valorar como puede afectar a la soberanía de Taiwán. La presidenta del PDP acusó a Ma de no defender el status de la isla y que por eso los ciudadanos no confían en él. Dudando de la transparencia de las negociaciones, señaló que la firma del AMCE provocaría un cambio sustancial en el mapa estratégico de Asia oriental aumentando de forma notable la influencia continental en la región. Tsai no rechazó de plano la estrategia de promoción del comercio con China para mejorar las capacidades económicas de Taiwán, pero reivindicando plena capacidad de control del proceso, gradualismo y equilibrio en la balanza bilateral. 

Ma, abandonando por un momento su tono pragmático, aseguró no abdicar de la defensa de la soberanía ni la dignidad de Taiwán ni en esta ni en otras negociaciones con el continente y prometió ayudas para paliar los efectos negativos del acuerdo. 

El debate del domingo, que duró dos horas y media, el primero de su tipo en la isla, ha contribuido a una mejor visibilización de las posiciones representadas por ambos partidos, pero está por ver como incide en la percepción de una opinión pública, por lo general decantada en uno u otro sentido y temerosa de los efectos a corto y largo plazo de un acuerdo en el que resulta imposible no advertir consecuencias políticas de alcance que transcenderán los meros imperativos económicos.