En la cumbre diplomática convocada por el presidente Ma Ying-jeou en Taipei este agosto, la primera en los últimos quince años, realizó una defensa entusiasta de su política de convivencia con China continental. En dicho contexto, sorprendió el anuncio de que Beijing había rechazado establecer relaciones diplomáticas con tres aliados de la República de China, dando pábulo así a una “tregua diplomática” oficiosa pactada entre ambas partes que facilita el diálogo político además de poner coto a la controvertida y costosa diplomacia de chequera. Esa materialización de unas nuevas reglas de juego ha servido de acicate para la puesta a punto de su diplomacia.
Además de no perder ni uno solo de sus 23 aliados, Ma destaca como positivo en su balance la participación de Taiwán en la Asamblea General de la OMS y el notable avance producido en el número de países que conceden exención de visado a los ciudadanos taiwaneses, que pasó de 54 a 117 a día de hoy. En otro orden, los contactos para la firma de diversos acuerdos de naturaleza comercial con India, Filipinas, Malasia, y otros países de la región parecen avanzar a buen ritmo, aligerados de la presión que suponía el enrarecimiento de las relaciones a través del Estrecho y que hacía temer a una u otra capital la reacción del continente ante cualquier forma de oxigenación facilitada a Taipei.
Beijing sigue muy de cerca todo este proceso, a sabiendas de que, a fin de cuentas, en su mano está que los contactos iniciados lleguen a buen puerto. Aliviar la presión en el orden exterior, ya hablemos de economía o de política, refuerza la bonhomía de la política de Ma y consolida sus expectativas de cara a la decisiva batalla de enero de 2012, en la que también Hu Jintao se juega la aprobación de la más celebrada política de su mandato.
Pero si Taipei parece encontrar menos dificultades cada día para avanzar en los contenidos de su relación con países que mantienen relaciones diplomáticas con China continental, otro tanto parece adivinarse a la inversa.
Del otro lado del Estrecho, en idéntico sentido ha sorprendido la envergadura de la misión enviada por China a Nicaragua, aliado diplomático de Taipei, donde ha alcanzado varios acuerdos parciales en áreas relacionadas con el ferrocarril, puertos o comunicación. La delegación se reunió con el presidente Daniel Ortega, sumando este país a la lista integrada por República Dominicana, Panamá, etc., que aun conservando el reconocimiento a la República de China, experimentan una creciente relación económica con China continental, hasta el punto de superarla en interés y volumen.
Taiwán poco puede hacer para blindar las relaciones con sus aliados en un contexto en el que China multiplica su protagonismo político y económico en todas las regiones del planeta. Pero a nadie escapa que un empeoramiento de las relaciones a través del Estrecho pudiera tener consecuencias funestas para sus intereses diplomáticos convirtiendo las alegrías de hoy en tristezas del mañana.